El Juicio - parte 2

6 2 0
                                    

- ¿Qué quieres?

- Quiero que sufra.

Dice señalando al anciano con su índice mientras con el resto de su mano sostiene una botella de vino barato.

- ¿Qué mierda es lo que te pasa?

- ¿Crees que es a mi a quien tienes que preguntarle si tiene mierda?

- Me parece que si una persona tiene la osadía de acercarse a un par de personas desconocidas, ebrio hasta el culo y hablando estupideces como un retardado, claro que le tengo que preguntar si tiene mierda en la cabeza.

Me empuja.

- ¿AHORA RESULTA QUE ESTE PIROBO ME CONOCE?, OIGAN A ESTA GONORREA.

Me empuja más fuerte y yo empujo sus brazos con un movimiento rápido.

- TÚ NO SABES POR QUÉ ME EMBRIAGO ASÍ, TÚ NO SABES TODO LO QUE HE TENIDO QUE PASAR.

Dice con lagrimas en sus ojos, mientras agarra mi camisa con sus dos manos a la altura del cuello.

- En este mundo... en este mundo nunca he conocido lo que es el amor, lo que es tener un hogar. Me han quitado hasta la potestad de sentir dolor y expresarlo porque "eso es de maricas". Los corazones grandes y fervorosos están solos en este mundo lleno de mezquinos, que te contagian de toda su amargura y dolor desde que eres un niño...

Me suelta, se desliza por mi pecho y llora en el asfalto. Me quedo perplejo, ¿a qué viene toda esta confesión?, pude haber pensando que era algo de borrachos pero... esta persona, me estaba hablando desde su corazón, un corazón lleno de dolor, no podía ser indiferente a ello.

- Cálmate, está bien, nadie quiere dañarte aquí, además de ti mismo...

- Así me enseñaron que se sentía la vida.

Dios santo, pero cuántas almas en pena conoceré esta noche. Y sobre todo, ¿por qué?, ¿para qué? No podía dejar de lado ese inminente pensamiento de que todo esto iba a llevarme a algún lugar, a mis límites más íntimos como filosofo y como humano.

- Oye, tranquilo ¿si?, no voy a hacerte daño de ninguna manera. Pero antes de ofrecerte mi ayuda, necesito saber si estás dispuesto a tomarla.

Lo pensó, más tratando de comprender el idioma en el que le estaba hablando gracias a los efectos del alcohol que por otra cosa, pero al final la aceptó.

Lo primero que pensé fue en hidratarlo, así que le pregunté si conocía algún lugar cercano donde comprar sueros hidratantes para ver si de paso conseguía las cosas para curar al anciano. Me dijo que si, y lo seguí.

Tenía la curiosidad a flor de piel, así que me atreví a hacerle la pregunta que a todos nos duele cuestionarnos:

- ¿De donde viene todo ese dolor?

Veo a través de sus ojos cómo buscar en su memoria la respuesta a esa pregunta le pesa en lo más hondo de su corazón.

- Del lugar más doloroso para todas las personas: la infancia.

El juicioWhere stories live. Discover now