—Por venganza, para hacerte ver como si fueras la mala de la historia

Seguía sin entender por qué haría algo así ese imbécil, pero entonces lo entendí cuando todos los periodistas aparecieron enfrente de mi casa. Mi hermano fue quién salió e intentó calmar la situación, pero no lo consiguió. Estaba harta de que hubieran sido capaces de venir a mi casa e invadir mi privacidad.

Sin pensarlo, salí de mi casa y en ese momento los periodistas me tiraron una pregunta tras otra que no respondí porque no escuchaba por todo el ruido de la gente. Sin embargo, lo que me fastidió fue cuando empezaron a insinuar cosas que no era.

—Con todo el respeto, no tengo el deber de darles ninguna explicación y tampoco voy a permitir que insinúen cosas que no soy y que invadan mi casa con sus estúpidas preguntas

—Señorita Miller, le recomiendo que se calme porque nos está faltando el respeto

—¿Respeto? Usted habla de respeto cuando es uno de los primeros en venir a mi casa a inventarse cosas de mí que no son ciertas

—Todos estamos aquí por lo mismo

—Me da igual. Porque sé que diga lo que diga no me van a creer, sé que la mayoría de ustedes inventan noticias falsas para hacer daño. Pero le advierto que si sale de su boca un solo insulto más le voy a cerrar la puerta en la cara

—¿Entonces no nos va a dar respuestas?

—No tengo por qué dárselas

Volví a entrar a mi casa, mi hermano me siguió y cerró la puerta. Mis amigos me miraban sonriendo y sabía que estaban orgullosos de cómo estaba afrontando la situación. Estaba segura de que este problema en el que me había metido solo había una forma de sacármelo de encima y era poniendo a Santiago en evidencia y eso es lo que haría.

—De algún modo debo solucionar esto y me voy a ocupar ahora

—¿Qué vas a hacer?—me preguntó mi hermano

—Necesito que confiese—negó con la cabeza como si yo fuese a hacer algo malo—Gabriel, no te preocupes sé mantener la calma. Solo confía en mí

—Está bien, pero deja que te acompañen las chicas

—No. Este es mi problema que voy a solucionar yo sola y no quiero involucrar a nadie más

Salí de mi casa y me escapé de los reporteros como pude. Caminé a casa de Santiago que sabía donde vivía porque le había sacado la información de alguna manera ilegal, pero eso ahora no me importaba. Cuando llegué a su casa, toqué la puerta un par de veces hasta que me abrió. Se sorprendió y no me quería dejar pasar porque sabía a lo que venía, pero pasé por debajo de su brazo, así que no tuvo más remedio que apartarse.

—¿Qué haces en mi casa? 

—Quiero que me des respuestas

—Mira niña malcriada, si te bese a la fuerza, si disfrute de cada movimiento que hacías para intentar alejarte fue porque deseaba con ansias joder tu relación. Quería que los dos sufrierais y al final lo logré, ¿verdad?

—Sí, lo lograste y te detesto por eso

—Te lo mereces. Desde el primer momento que te enfrentaste a mí en ese aparcamiento, supe que te iba a hacer sufrir

—Eres un imbécil

—Sí, lo soy, pero no tanto como tu ex que no se creyó tu historia

Me dolía saber que tenía razón Thiago era un imbécil por no creer en mis palabras, pero no podía culparlo, yo le había hecho desconfiar ocultándole como me sentía. 

Corazones en llamas ©Where stories live. Discover now