Capítulo 13: El fuego arde dentro de mí

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Mes doce, año 1106 d.c.

Torre celeste, Kistam.

Hakim Koram.

La poderosa construcción, cuya existencia se remontaba a mucho antes de que la casa Koram reinara en el norte, lo que en algún momento pudo llamar hogar, contaba con múltiples torres, pero ninguna tan alta como la principal que se levantaba en el medio, tan gigantesca que en la mayor parte del año era difícil ver su punta debido a las nubes que adornaban su esplendidez y la ocultaban al mismo tiempo. Subirla completamente era una tarea difícil y debido a las condiciones climatológicas tan hostiles solo se permitía hacerlo en los primeros días de verano.

Desde niño acostumbraba a recorrer su interior, a caminar por la fortaleza. No podía negar que la amaba. La amaba y más a los recuerdos que residían en cada rincón, todos aquellos vividos al lado de sus hermanos, Varty y Valente. Su familia. No se acordaba de su madre, para él, Nissary era más parecida a una desconocida que a la mujer que lo había traído al mundo. Tampoco tenía recuerdos agradables de su infancia con Hasen, ninguno dónde se portara cariñoso o amable, es más, no lo recordaba presente en ella. Solo se asemejaba a una sombra que anidaba en su pensamiento, lo que todos le decían que era: el rey y su padre. Por eso, ahora todo le resultaba tan extraño. Inesperadamente, la situación en la que se encontraban los forzaba a convivir. Habían pasado juntos los últimos meses, y aun cuando no dejaba de ser incómodo el responder a cada uno de sus cuestionamientos, que por fortuna no rozaban la reprimenda, su presencia lo hacía sentir reconfortado. Antes, casi nunca reparaba en las arrugas imperceptibles que se dibujaban en su rostro serio a causa de la preocupación, en cuánto le gustaba beber té, ni en su afición por leer que a su vez servía para mitigar su ansiedad. Sin embargo, sabía que no estaba ahí por él, sino por su hermana, de quién esperaban un milagro. De todas formas, este hecho no lo afligía pues no resultaba para nada sorprendente. Lo que lo hería era no contar con los hermanos que lo amaron y cuidaron. No tener a Varty, quien se suponía ya no existía en el mundo, ni a Valente, que se encontraba más ocupado que nunca.

La soledad, o sentirse solo, no era algo que le hubiese preocupado en antaño. Disfrutaba estar en silencio, encerrado en los templos, en paz y tranquilo. Pero, luego de todos los sucesos que fueron ocurriendo a raíz de su asistencia a los Senkitas, se sentía perdido. A diario luchaba para combatir el abatimiento, oraba por su hermana y meditaba en los pocos ratos libres que poseía, o practicaba con el arco para descargar un poco de frustración. Iba alternando esas actividades cada tanto para no volverse loco. De vez en cuando, al entrar en su habitación, también echaba un vistazo a las bolsitas de dulces de Zuxhill, que pese a estar vacías conservaban su forma y su hermosura, y pensaba en cuanto faltaba para volver a recibir una carta proveniente del sur. Siempre que le era avisado que debía revisar su correspondencia avanzaba con pasos largos, apenas pudiendo disimular su ansiedad y emoción. Irónicamente, leer las elocuentes palabras de la persona que alguna vez le había provocado tremendos dolores de cabeza, implicaba descansar de su pena por un rato, al menos en el tiempo en el que duraba leyendo las hojas que atiborraban el sobre.

Si bien nunca había acostumbrado a expresar sus sentimientos y pensamientos más profundos abiertamente, dadas las circunstancias y debido a la desesperación, aprovechaba para desahogarse contándole a él. De alguna manera, en ocasiones le parecía que era el único que lograba comprender lo que estaba experimentando. Tan solitario como él, abandonado por su hermano cómo él por los suyos.

—Ojalá pudieras encontrar algo —susurraba acariciando con el pulgar el símbolo del sol y la luna bordado en la sedosa tela.

La esperanza de encontrar una forma que devolviera a Hanissa a la normalidad se hallaba lejana. Artemis le había dicho que no tenía idea si existía alguna, que pese a estar tan cerca de una biblioteca llena de conocimiento ilimitado, Aramis se encargó de restringirle la entrada.

Vientos de fuego y cenizas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora