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FUE EL ÚLTIMO DÍA de agosto de mil novecientos ochenta cuando Adeline Snow entró en trabajo de parto en la mansión Malfoy, donde se resguardaba de los mortifagos aunque irónicamente Lucius Malfoy era uno de ellos pero el platinado tenía sus propios problemas por lo qué no le importo que se quedará en su hogar, después de todo era invitada de su esposa, Narcissa Malfoy.
La mujer Snow tenía miedo, miedo de que algo le sucediera a ella y su pequeña hija después de todo el padre no había aparecido en su vida desde que se enteró de la existencia del embarazo. James Potter nunca dió señal de vida cuando supo que tendría una hija con otra mujer que no era Lily Potter── de soltera Evans ──,su esposa y la madre de su primogénito.
Sin duda Adeline temía por el futuro de ella y su hija, más cuando las contracciones comentaron a ser más dolorosas, no quería morir y dejar a su pequeña apesar de que sabía que Narcissa jamás dejaría sóla y desamparada a su pequeña, pero la señora Malfoy ya tenía un pequeño bebé por lo qué no quería que tuviera que hacerse cargo de otro, de su pequeña bebé que venía en camino y le generaba mucho dolor.
Después de horas de llanto y gritos que harían que la sangre de cualquiera se congelará de solo escucharlos el llanto de un bebé sonó justo a las doce en punto de la noche, lo que indicaba que la pequeña había nacido el primero de septiembre de mil novecientos ochenta.
La mujer que al inicio del día había lucido impecable ahora estaba bañada de sudor con los cabellos pegados a su piel, pero poco le importo su aspecto lo único que quería era ver a su pequeña y primogénita por lo que estiró sus brazos ansiosa de cargarla. La partera se la entrego, una hermosa niña, como la que había soñado.
── Eres hermosa, mi vida ── murmuró llena de cariño para dejar un beso en su frente ── Mi pequeña Adhara ── acarició su rostro con cariño.
La felicidad que sentía era inexplicable e incontenible, tenía a su pequeña bebé. Ahora poco le importaba quien era el padre y el como fue concebir, era su hija después de todo, era solo suya y nada ni nadie podría cambiar ese hecho.
Adhara Snow una niña de sangre pura la cual pertenecía a la elite del mundo mágico por ambos padres.
Las puertas de la habitación donde se encontraban ambas Snow fue abierta de de manera abrupta dejando ver a una mujer con el cabello negro en la parte superior y en la parte inferior platinado, Narcissa Malfoy había entrado a la habitación con una expresión de tranquilidad.
── Cissy acércate ── llamo a la mujer con una sonrisa, habían sido amigas desde que eran tan solo unas pequeñas niñas ── Es una hermosa niña, se llama Adhara.
── Es un hermoso nombre Ady ── Narcissa Malfoy tomo a la pequeña bebé con delicadeza, y no era mentira que era una hermosa niña ── ¿Y James?
── Ese imbecil solo le importa su hijo y Lily ── bramo molesta, no quería recodar a aquel hombre ── Pero eso no importa... Quería pedirte un favor... que fueras su madrina ── La sorpresa en el rostro de Narcissa se podía ver a kilómetros ── Si algo me llegase a pasar quisiera que tú te hicieras cargo de ella, se que no dejarías que algo le pasará.
