Kara povs
Es increíble pensar en la teoría de que estamos unidos a nuestra alma gemela por medio de un hilo rojo o invisible. He visto cientos de vídeos respecto al tema, y al principio no las creía, pues había pasado la mayor parte de mi adolescencia sin experimentarlo. A veces solía creer que no existía una persona para mí, que todos estaban destinados a encontrar el amor menos yo.
Me habían gustado personas a lo largo del tiempo, pero nunca había hecho nada para hacerlo notar. Fue entonces que la conocí, justo en el momento en el que mis esperanzas de encontrar a mi otra mitad eran casi inexistentes.
Fue inesperado.
Conocí a Lena en una cafetería, en mi cafetería favorita. No planeaba ir ese día, no tenía ganas, pero Alex insistió.
—Kara, vamos ya —sentí a mi hermana tirar de mi brazo.
Yo estaba boca abajo en mi cama, llorando porque había reprobado un examen.
—No quiero.
—No me voy a mover hasta que salgas de esa cama —dijo mi hermana con determinación.
—Quédate, entonces.
Pude escuchar un bufido de su parte. No sé porque pensé que se rendiría y me dejaría ahí con mi miseria, porque vamos, es Alex Danvers, no aceptará un "no" como respuesta.
De un momento a otro sentí que me levantaban.
—Alex, suéltame —traté de liberarme, pero era en vano. Ya estábamos en la sala.
—Iré contigo, pero ya bájame —le supliqué. Ella accedió y me dejó en el suelo— ¡Gracias!
Después de lavarme la cara para disimular el llanto, Alex y yo estábamos haciendo la fila para pedir los cafés y las donas.
Cuando llegó nuestro turno yo sostuve todo mientras Alex buscaba efectivo, fui avanzando hasta la mesa más cercana para evitar que se me cayeran las cosas. Por estar tan concentrada en eso, no me fijé que alguien se cruzaba por mi camino y chocamos.
—Oh por Dios, lo siento mucho —le dije a aquella chica pelinegra cuando vi que todo el café se había derramado en su blusa. Y mis donas, todas en el suelo.
—Esto tiene que ser una broma —su voz se notaba fastidiada. Se limpiaba la blusa de manera brusca.
—Déjame ayudarte —le dije. Saqué un pequeño pañuelo de mi bolsillo y comencé a limpiarla. Pero mientras más trataba de limpiar, la mancha marrón se expandía.
—¿Sabes qué? No importa, déjalo así. Es solo una blusa.
—Lo siento —me disculpé nuevamente.
—No te preocupes, también fue mi culpa. Iba distraída. Además, fue por mí que te quedaste sin café y sin donas. Déjame compensarte.
—Dios, no, no.
—Por favor, no es nada.
Estaba totalmente apenada, voltée a mirar a donde se suponía que debía estar Alex para pedirle ayuda, pero ella ya no estaba.
En eso, siento el timbre de mi teléfono.
—Pediré lo mismo que se te cayó, ¿o quieres algo más? —la voz de la chica que tenía frente a mí me hizo volver a verla.
—No es necesario, gracias.
—Ya te dije que no es nada....
—Kara, me llamo Kara —dije extendiéndole la mano. Ella la tomó.
