CAPITULO V

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Zoria se acercaba más al hostal, habían pasado meses desde la última vez que fue

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Zoria se acercaba más al hostal, habían pasado meses desde la última vez que fue.

Al aterrizar, dejó a su dragón bajo el árbol para que reposara. Tocando la puerta, fue resibída con un abrazo por parte de su hermanita menor.

—¡Me alegra que estés de vuelta Zoria! —dijo la pequeña sin despegarse.

—También me alegra mucho Zaza —respondió entrando al hostal— ¡Hola y feliz invierno a todos!

El hostal apenas y tenía personas; la mayoría eran hombres que, al ver a Zoria, quedaron asombrados al ver lo fuerte que parecía junto al hecho de que era bastante atractiva.

Al ver entrar a Zoria, Lian-Chu y Jennyline palidecieron y temblaron cual Jimbo en matadero. Estaban alegres de verla, sin embargo, no esperaban su llegada y tampoco habían planeado el como decirle que uno de sus maestros estaba pasando por una monstruosa metamorfosis.

—Emm... ¿dónde está Gwizdo? Normalmente está aquí escribiendo algún nuevo contrato —dijo Zoria al notar la ausencia del enano.

—Eh... No se encuentra aquí, el muy flojo sigue dormido. —Jennyline no mentía, Gwizdo no se había levantado.

—Bueno, espero que despierte pronto. Traje obsequios. —Zoria dejó varias bolsas en la mesa cercana más, todas rebosantes de regalos.

Lian-Chu decidió ir a despertarlo, sin embargo, le era complicado verle la cara a su amigo desde su discusión, no le había vuelto a hablar desde hace dos días.

—Gwizdo, ¿ya estás despierto? —preguntó tocando la puerta.

—Lárgate. —La voz que vino desde el lado contrario de la puerta dejó preocupado a Lian-Chu, no parecía ser la de su amigo. Era similar, solo que ahora un poco más apagada.

—Zoria ha vuelto, trajo regalos para todos —dijo pensando que lo animaría.

—¿De verdad crees que dejaré que me vea así?

—Por favor, haremos lo posible por explicarle.

Al final, se escuchó como la puerta se abría dando paso a Gwizdo. Bajó seguido por Lian-Chu, se veía bastante pena en sus ojos.

Al llegar con Zoria, esta hablaba con su madre sobre las novedades del lugar. Aún no llegaban a la parte divertida.

Al ver a Gwizdo, Zoria lo saludó con entusiasmo y le dio una de las bolsas. A pesar de parecerle extraño verlo con la bufanda, supuso que era el frío el que lo obligó a usarla.

El enano no tardó en ver lo que la bolsa contenía. Plumas, tinteros, unos guantes nuevos y lo más llamativo, una pequeña caja de color negro con detalles dorados.

—Había un puesto de piedras preciosas en un bazar, entré a ver si había algo de mi interés —explicó— Como aún me sobraba el dinero, compré las que me parecieron perfectas para todos.

Dragon Hunters: La maldición del dragón dorado [MUDADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora