Capítulo 04: La apuesta

2 0 0
                                    

    El cielo ya se había teñido de negro y las estrellas le daban un toque aún más hermoso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    El cielo ya se había teñido de negro y las estrellas le daban un toque aún más hermoso. Todo lo que veía a mi alrededor era perfecto para mí, estaba tan emocionada por algo que otras personas quizá lo veían como intrascendente. Volvía a casa, tan contagiada por la paz que me había concedido dicha caminata.

    —Dios santo, ¿Dónde estabas?

    Mi madre seguía enojada, aunque un poco menos a comparación de los días anteriores, pues le dije la absoluta verdad de la tarde que conocí a John Lennon. Me senté frente a ella en la sala, no sin antes apartarle el bordado de flores que se encontraba haciendo.

    —Madre, imagina que estas escuchando el sonido de tambores, de esos de los circos cuándo está a punto de salir un león.

    — ¿Qué?

    —Mamá, ya conseguí trabajo.

    —... ¿Qué?

    No evité soltar una risita ante el innegable hecho de que mi madre estaba tan confundida por todo ello. Volví a repetirle y le expliqué que había conocido a Stuart Sutcliffe, quién logró caerme demasiado bien al igual que su madre y sus hermanas. Sin embargo, en ese instante principio, mi madre no lo tomó de la misma manera que yo.

    —Sólo me pregunto... ¿Por qué aceptar un trabajo en dónde te pagarán tan poco? ¿Por qué no el que te estaban por dar? Tendrías la misma oportunidad de tu hermana de ser famosa y tendrías tu propio dinero.

    Exhalé con desgano. Todos esos días dónde apenas saludaba a mi madre, no me había atrevido a hablar sobre lo que sentía y explicar las razones de porque me negué a la propuesta de la actuación. Pero ese momento era el correcto para decirlo, a pesar de que estaba preparada.

    —Sé que no te agrada el hecho que una de tus hijas no sepa qué hacer con su vida y que además, no acepte propuestas tan tentadoras como esas. Cualquier chica estuviera agradecida de ello, en cambio yo parezco tan inútil. —Mi tono de voz fue disminuyendo hasta que el nudo que sentía en mi garganta era más fuerte. Estaba a punto de llorar, sentía miedo por seguir demostrando lo que sentía, y aun así seguí, reprimí mis deseos de hacerlo y seguí—. Pero mi hermana tuvo el deseo de seguir esa carrera durante toda su vida, y no tengo que seguir sus pasos por nuestra situación. Y-yo encontraré algo, sólo dame tiempo y seré buena en algo, pero por lo mientras déjame tener ese trabajo.

    Minutos de silencio. La falta de vocablo se unió a la lista de razones para que comenzara a llorar, y así pasó. Lentamente hundí mi rostro en mis manos y en silencio, solté unas cuántas lágrimas hasta que sentí como unos brazos rodeaban mi pequeño cuerpo.

    —Te entiendo...Allie. Perdón por haber sido tan dura contigo estos días. Está bien, comprendo tus deseos y lo que piensas acerca de eso.

    —Seré buena en alguna cosa, lo prometo.

El Espectro de CalderstoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora