Su vida no era tan dulce y sus días sin sabor.
Pero un día un muchacho llegó a darle un toque de dulzura a sus tardes, ella era tan terca y tan amarga, el era tan confiado y tan dulce
No puede existir lo dulce sin lo amargo, ambos sabores se complem...
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La noticia se divulgó rápidamente, pronto todo el pueblo hablaba de la afortunada mujer con la que se casaría aquel guapo chocolatero, si, todas envidiaban a Charlotte ¿Quien no lo haría? Willy era famoso, lindo, responsable, detallista y luego de unos pocos meses tenía dinero, Willy es prácticamente el hombre perfecto
A los pocos meses de reabrir su tienda Willy ya tenía lo suficiente para sustentar los gastos de su traje y el vestido de su amada, la boda no sería grande, Charlotte lo había pedido así
El día de su boda ambos estaban nerviosos, Willy había rentado un pequeño espacio parecido a un jardín, el cual adorno con chocolates, figuras de dulce y demás cosas que le daban su toque personal, obviamente el hombrecillo naranja no faltó, Charlotte llegó a darse un gran susto cuando le conoció por primera vez, pero ambos se llevaban relativamente bien
Por otro lado Piper, Lottie y Noodle se encargaron se arreglar a Charlotte, como la nombrada no tenía un padre presente decidió que caminaría sola al altar y allí se encontraba, una dulce melodía llegó a sus oídos y las miradas se dirigieron hacia ella.
Con algo de nerviosismo camino hasta llegar con Willy quien con una gran sonrisa tomo sus manos acariciando sus nudillos
No hubo día más perfecto que ese, y no hubo momento más preciado para ambos que aquel momento en el cual dijeron “Acepto”
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Charlotte se removió en su cama soltando un quejido suave al escuchar el fuerte llanto de un bebé a la lejanía
—¿Willy? —Toco el espacio donde debería de estar su esposo pero no lo hayo, con algo de pereza se sentó en la cama notando que aún era de madrugada, se levantó de la cama buscando entre la oscuridad el cuarto de su pequeña niña
Al notar una luz encendida en aquella habitación la empujó levemente encontrándose con una tierna imagen. Allí estaba Willy cargando a la pequeña bebé en su brazos mientras un dulce tarareo salía de sus labios, Charlotte se acercó a el dando a notar su presencia
—Cariño, vine yo para que siguieras durmiendo —Le susurro Willy pues la niña había caído dormida
—Escuche a Odette llorar, no pude evitar venir —La pelinegra acarició la cabezita de Odette pasando sus dedos por los pequeños cabellos castaños y rizados heredados por su padre
