Blood Moon

Capítulo #7.5 : Una pista prometedora y aterradora( DMU III ) 😨

Larga e interminable había sido la noche y las primeras luces del alba anunciaban el final de la macabra obra teatral. Nada escapada de su resplandeciente y purificador baño, exceptuando nuestros rostros, tocados por las impurezas de la diabólica pantomima.

La belleza exótica de Moon Girl era imborrable, con respecto a mí ya podía imaginarme la sonrisa burlona de Mary Shelley calificándome orgullosa de ser la viva imagen de su Frankenstein.

Al amanecer de esa mañana mi dislocada conciencia trabajaba dando saltitos entre lagunas mentales: Sumado a los asesinatos, me preocupaba el extraño vínculo que habíamos creado, alentado por una necesidad urgente de sosiego.

Los latidos de su corazón equivalían a la música lírica de Orfeo, aquella que según los mitos griegos apaciguaba a los berrinchudos dioses. Pero también funcionaban como cadenas que me alejaban de mi típica libertad, tranquilizaban mis temores y en agradecimiento mi espíritu deseaba protegerla incluso anteponiendo mi jodida vida.
¿Cuál es el inconveniente Manu?, te estás enamorando, es bueno, ¿verdad? Seguro diréis: Pues eso mismo, queridos lectores, el amor y vuestro servidor éramos polos opuestos y la idea de depender emocionalmente de una persona me daba migraña.

-Megu nunca se suicidaría -soñolienta espetó y con la cabeza recostada a mi hombro narró las circunstancias del inesperado encuentro fatal -. Nadie será capaz de convencerme de lo contrario.

Siéndoles franco, más allá de pena y lástima, emociones que corrompían mi sistema nervioso. No sentía ninguna empatía hacia Megumi. Nada extraño, después de todo si crucé una o dos palabras con ella fue mucho. Al contrario de Moon cuyos lazos fraternos afloraban en ansiedad y dolor.

Reflexioné sobre el lado injusto de la vida. ¿Cuántos asesinos, violadores o narcotraficantes vagaban libres de pecado?, premiados con longevidad, protegidos de la guadaña mortal y a su vez en ocasiones los más humildes, almas inundadas de bondad, eran perseguidos por la mala fortuna.

Mikumo Megumi entraba sin complicaciones en el segundo grupo:La joven asiática había perdido a su familia a temprana edad, y ahora en tierra de acogida, vaticinaba su trágico final sin tan siquiera poder descansar al lado de los suyos.

-Estoy de acuerdo -me llevé las manos a la nuca tras un holgado bostezo-. No me trago el convincente alegato de Barba Estirada (así apodé al jefe Matías), algo bastante turbio sucede en esta isla.

De entregarse un Novel de oratoria, el buen führer lo ganaría con amplio margen. Sacando de la manga una improvisada disertación bajó los sumos a toda una jauría de hombres y mujeres incrédulos ante lo sucedido. Tachó los hechos de lamentables y desafortunados, negando con creces la realidad de que un asesino serial estaba a su libre albedrío.

Sus engañosas palabras me recordaron eso típicos mensajes políticos antes de elecciones. Tan vacías y metódicas, no digerí media oración, mientras que los isleños confiados ciegamente en su líder asintieron aliviados.

-Vamos entra a la cabaña -señalé estirando mi cuerpo -necesitas reposar un poco.

-Ni de coña Manu, solo dormiré cuando esté a salvo con mi madre.

-¡Dios que obstinada!, si prefieres parecer la reencarnación de la llorona cuando embarquemos es tu problema -di la vuelta con la intención de caminar.

-¿En serio? -con su mirada trató de descifrar si decía la verdad -.¿Ya no quieres jugar al detective?

-Muy tentador el morbo que me despierta la isla, pero tengo que recuperar mi trío de la perfección.

-Me imagino -desvaneció sus ojos-. Por un momento creí que ... Olvídalo los chulitos como tú no cambian.

-Ya me conoces nena, iré a buscar a Matías. Sí, el homicida lo permite en menos de lo que canta un gallo, te dejaré en casa -me despedí con una mueca.