Frunzo el ceño.

—Tengo el GPS de mi celular.

—No hay mucha señal por aquí, y aunque la hubiera... —Mete la mano en su bolsillo, entonces saca mi teléfono—. ¡Ups! —se burla—. Así te robaron el revólver, ¿no?

—¿Qué tienes contra mí? —expreso, molesta.

Rueda los ojos.

—No, ¿tú qué tienes contra mí? —repite la pregunta.

—Eres sospechoso de asesinato. Además, provocaste que los mafiosos pensaran que tenemos algo.

—¿Y no es así? —Guarda el celular.

—¡Claro que no!

—¿Entonces por qué tuviste una cita con A? Él no entiende las indirectas, pero yo sí. —Se ríe.

Me sonrojo.

—Soy una oficial de policía, no hago esas cosas. —Alzo la cabeza.

—Sí, claro —expresa con sarcasmo y se vuelve a burlar—. Corruptita.

—¡Ni hablar!

—Dile eso a tu chantaje y al uso de poder sobre tu placa, huelo tu corrupción a kilómetros.

—Como sea, estás arrestado, acabas de robarme y eso es un delito.

Me observa tan fijo que me paralizo. Además, no sonríe, pero hay algo en él que demuestra que es B. No confío en esta personalidad, ni siquiera un poco.

—¡Mierda! —me quejo cuando de la nada me empuja a la pared.

No lo vi venir, fue tan rápido, siento que alucino.

—¿Ahora quién amenaza a quién? —se burla, volviendo a sonreír.

—¿Quieres matarme? —exclamo con pavor, pues no entiendo qué sucede.

Su mano se acerca y apoya su dedo pulgar en mi barbilla para agarrarla.

—Quiero besarte —declara sin más.

Todo el miedo desaparece.

—Es un chiste, ¿cierto? —expreso, molesta—. No tiene sentido.

—¿Por qué? Tú me agradas.

—Si fuera así, no me hubieras metido en problemas —enfatizo en lo que me enfada de este sujeto—. Ni me hubieras robado el celular.

—Me gusta molestar, no es para tanto. Sigues viva, ¿no? Entonces no sufras.

—¡No es gracioso, pude morir!

—Pero estás viva. —Se relame los labios.

—Supongamos que te creo, tus formas de afecto, son muy tóxicas. Sin contar que nos acabamos de conocer, no tiene sentido.

—Lo mismo podría decir de tu interés por A. Aunque él puede explicarlo mejor, suelo confiar demasiado rápido. Soy como un niño, él es el sensato. Por eso me defraudaste de manera veloz, te dije que vinieras conmigo y no lo hiciste, ahí tienes tus consecuencias.

—Pudiste haberme advertido mejor. —Intento empujarlo—. Ahora suéltame.

—Te estás preguntando por qué tu entrenamiento no funciona conmigo. Soy solo un hombre y te asusta. ¿Ahora qué harás? —se burla.

Me quedo estupefacta, pensé que eran coincidencias, pero es imposible, creí mi intuición fallaba y, sin embargo, él pareciera que lee mi mente o al menos sabe que estoy sintiendo, lo percibe.

¡Es una locura!

—Yo... ¡¿Qué vas a hacer?! —chillo cuando aproxima su rostro—. ¡No me beses o te morderé! —amenazo.

—Genial, la gata salvaje muerde —exclama con regocijo—. No te asustes, es solo un besito.

Junta su boca con la mía y siento su tacto, pero en lo que parece ser un beso, no lo es, pues siento algo entraño en mi lengua. Me doy cuenta de que me puedo soltar, entonces lo empujo e intento escupir lo que sea que me introdujo, sin embargo, creo que ya pasó por mi garganta. Mientras, él solo se carcajea, no para de reír.

—¡¡No es gracioso!! —Me limpio la boca con el brazo—. ¡¿Qué me metiste?!

—Me río porque pensaste que no te podías soltar —se burla—. ¡Eres tan estúpida!

Lo agarro de la chaqueta, furiosa.

—¡¿Qué me pusiste en la boca, asqueroso?! —grito.

—Todos te están mirando raro —opina, relajado, observando la vereda del frente.

Lo suelto rápido, y suspiro, frustrada.

—Eres desagradable —opino.

Se ríe.

—Yo sé que mi beso, que no era beso, te encantó.

—¡¡No me vuelvas a meter la lengua en la boca!!

—Oki, le informaré a A.

Me sonrojo.

—¡A él no!

—Pero si somos el mismo.

¡Agh, maldita sea, no lo soporto!

Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now