Darilina seguía maltratando al pobre muchacho que tenían como rehén. A veces pensaba que el desdichado era malo, tratar así a alguien para que confesara. Este seguro andaba con mafiosos para ser como era... un desdichado maldito. Seguía en el cuarto donde estaba el pequeño flacucho, cuando Darilina salió a contarnos del mocoso.
—¿Qué van a hacer? —preguntó Carl, un poco asustado a su mamá.
—No lo sé —respondió Lori, su mamá—, pero creo que no deberías saber esto.
—¿Piensan que deberíamos seguir teniéndolo aquí? —dijo Glencito, mi chinito favorito, mirando al grupo.
—Creo que ustedes están exagerando un poco, no lo veo tan peligroso —comentó Val.
Entonces apareció Darilina, la recién llegada, con su ballesta colgada como una cartera de dama y sus manos ensangrentadas. Digamos que había golpeado salvajemente al patas de chichicuilote.
—Tienen una banda, son como unos treinta hombres. Tienen armamento pesado y no son amigables, por así decirlo... Si nos llegan a encontrar, estaremos muertos, y a las chicas, creo que desearán lo mismo —dijo Darilina.
Nos quedamos mirándolo, Carol con la cara blanca como fantasma, tapándose la boca con las manos.
—¿Qué quieres decir? ¿Eso te dijo el fideo escurrido y le crees? —preguntó Val.
Darilina solo asintió con la cabeza.
—Pero ¿cómo te dijo eso? —Carol la miró fijamente y asustada.
—Solo hablamos un poco —
dijo Darilina.
—¡Uhhh, sí! —exclame —. Tu típica forma de hablar, vago mafioso de porquería. Es un fideo escurrido, ¿y así lo tratas? —Todos me miraron.
Pero Darilina se me quedó viendo con ojos de huevo frito y apretando el puño.
—Bueno, que nadie se acerque a ese tipo —dijo Ricardito.
—¿Qué piensas hacer? —preguntó Lorie.
—Viniendo de este mafioso —dije, mirando a Darilina—, no me extrañaría nada... Lo matarán. —Mi chinito y mi abuelo me miraban.
—Creo que no hay otra opción, es una amenaza —Ricardito me miró solo a mí.
—Era lo que pensaba, chau, flacucho, nos veremos en otro mundo —dije.
—¿Es como piensa Val, lo matan y listo? —preguntó Lorie, viendo a Ricardito.
—Está decidido, lo haremos —afirmó Ricardito.
—Bueno, el sicario y su asistente —dije bajito.
Pero Glencito y Maggie me escucharon, ya que estaban cerca de ellos, mirándome con ojos de huevo duro.
Esto ya no me estaba gustando nada. El sheriff, defensor de personas que decían que a los vivos no se matan, ahora era un mafioso cualquiera. Ahora eran asesinos.
Ricardito se fue después de la conversación grupal, a lo que Dale lo siguió tratando de detener esta locura, pero Ricardito no se dejaba convencer. Y después se fue a lo del sucio. Mientras el tonto se alejaba a su nuevo hogar, lejos de nosotros...
—Creo que ya a nadie le interesa lo que pensamos, nadie quiere escuchar mis palabras —Lorie me miró.
Rick seguía convencido por lo que el idiota de Shane le decía. Estaba ciego y se dejaba convencer por ese infeliz, a pesar de que sabía que su amiguito del alma lo había corneado con su mujer y venía un Shanecito en camino. No entendía cómo, siendo tan inteligente, se volvió tan idiota. Dale también me dijo que a Darilina no le importaba lo que hicieran con el "chico", aunque en realidad ya no le importaba nadie del grupo. Me dijo que ese tonto le había dicho que a Rick solo le importaba Shane, y que también creía que él mató a Otis, aunque Ricardito se hizo bien el desentendido con eso.
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𝐀ᴺᴼᵀᴴᴱᴿ 𝐀ᴿᴳᴱᴺᵀᴵᴺᴱ ᴵᴺ ᵀᴴᴱ ᴬᴾᴼᶜᴬᴸʸᴾˢᴱ
General FictionYa estaba cansada de mi familia. Eran discusiones constantes. Nunca me dejaban ser quien realmente quería ser. Mi novio me engañó con mi mejor amiga... y lo peor: en mi propia cama. No lo pensé demasiado. Tomé mis cosas y me fui a Estados Unidos. Co...
