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Jamás te dejaría por eso



Narrador omnisciente.

Carl Grimes iba a ver a los guardias cada cierto tiempo porque de eso se iba su trabajo, incluso se tiraba horas vigilando al saber la nueva amenaza que los Alexandrianos sufrían día tras día. Subió a una de las bases donde una chica rubia hacia vigilancia en la esquina derecha hacia atrás de la comunidad, la misma que fue considerada por tener una increíble puntería en rifles de larga distancia.

La rubia coquetea con él, pero mas no lo deja pasar y responde con respeto e incluso incomodidad, la situación se ponía cada vez más intensa por lo que Carl opta por salirse de la zona sin ser tan directo; él comienza a charlar y a mentir sobre cosas que él tenía que hacer junto a su padre y esposa, pero ella solo sigue intensificando su coqueteo hasta tal punto de tocarle la pierna izquierda.

Enid que venía de enfermería para la casa pasaba a una de las bases donde pudo reconocer el sombrero de su esposo, junto a una chica de coleta alta, la ahora Grimes se quedó parada en su lugar viéndolo para vigilar cada movimiento que su amado llegara hacer. La rubia tomo de la nuca con fuerza a Carl y lo beso con fervor y sobre todo sin consentimiento, las fornidas manos de él trataron de alejarla y luego se quedaron viendo el uno al otro hasta que una bofetada de una magnitud poco esperada impacta en la chica; los gritos y negaciones de Carl retumban en la base, pero con voz baja, haciendo que los sentimientos de la mujer de pelos dorados comenzasen a llorar, ella lo saco a patadas de su base y él con todos los favores del mundo salió del lugar.

Cuando bajo de las escaleras miro a su esposa lagrimeando parada en medio de la calle, él con eso supo que Enid había visto todo y por lo mismo salió corriendo hasta ella, Enid no se quedó atrás y escapo de él hasta llegar a la casa.

Enid llora con ira y miedo mientras le grita a los cuatro vientos la infidelidad de su esposo, algo que Carl Grimes sabía que no era así; la mujer tomo uno de las botas de Carl y con su increíble puntería se la lanzo a la espalda, él maldijo el dolor que eso le causo y se le planto frente a su esposa. No todos los matrimonios eran perfectos, esos defectos los hace ser un matrimonio.

—Carl ¿Por qué? —pregunta la castaña entre el llanto, con el corazón estrujado —, yo te amo...

—¡Yo también te amo Enid! Yo también —responde airado casi gritando, pero ella niega.

—Maldita sea, dilo de una puta vez.

—Ella me tomo y me obligo a besarla, yo ni siquiera me sé su nombre —trata de retractarse ante los ojos de su esposa, pero aun así ella no logra creerle —. Enid, solo créeme, por favor.

Carl se acerca a su amada y la toma de la cintura, por un momento él piensa que la ha convencido, pero de un momento a otro siente como sus manos son apartadas de su cuerpo y se separan a dos metros.

—¿Esto es por mi verdad? ¿Es porque no puedo darte un hijo? —interroga llorando, con miedo en su voz, el pensamiento de abandono la consume y por un momento llego a pensar que así iba a ser desde que revelo su posible esterilidad —, responde...

—¡¿Cómo puedes decir eso?!

—¡Contesta!

—Enid, te lo dije aquel día en la cama, no me importa si me das o no, te amo... —Carl comienza a lagrimear derramando su frustración, sentimiento que tiene por no poder convencer a su esposa —. Enid no te fui infiel, jamás lo hice y no pienso hacerlo, solo créeme...

—Lárgate —exige farfullando, el mayor se queda pasmado del miedo.

—Enid no...

—¡Lárgate! Vete, no quiero verte.

ASESINO SERIAL 2 || C.G +16Where stories live. Discover now