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—¡No te puede gustar la menta granizada!

Las chicas y yo habíamos pasado las últimas horas juntas entre risas, mañana cada una se volvía a su casa y ciertamente tenia la palpitante sensación de que iba a extrañarlas más de lo que realmente debería.

—Che sol, ¿esta sos vos?

La voz de Oriana captó mi atención y me acerqué a ella para ver de qué se trataba, tenía el teléfono en las manos y cuando me lo pasó y vi lo que era sentí que me temblaron las piernas.

Jodeme.

—No entiendo...

—¡Sos vos!, ¡Amiga, sos vos! —Oriana empezó a saltar en el sillón y a llamar a las demás chicas, mientras que yo sentía que la sangre se me había helado por completo.

Era una historia de Maria Becerra, y había subido mi canción.

Mi.canción.

Sentí que estaba en un sueño, ¿Qué posibilidad había? No le había dicho nada a nadie porque no quería sentir que alguien intervenía, ¿y había llegado a Maria Becerra? Era simplemente increíble, lo había hecho yo sola.

—¿Publicaste tu primera canción y no nos dijiste nada? —escuché decir a Agustina en un tono de queja.

—Es que no quería que la conozcan como la canción de la amiga de... ¿Me entienden? No es como que no quería contarles, pero quería que sea por mérito propio.

—Esto hay que celebrarlo —Ori agarró una botella de champagne y un par de copas, las cuales llenó hasta casi desbordarse.

—No podes usar todo como excusa para tomar, Oriana.

—Dejame.

Reí por la mini discusión de las chicas y me quedé sentada en el sillón, aun intentando procesar qué estaba pasando. No podía creerlo, en serio era algo totalmente irreal.

Lo había logrado. No importaba cuántas personas lo hayan visto, ahora había gente que conocía mi música.

—Si querés, usá mi celular para llamar a tus papás y contarles.

Asentí con la cabeza y entré a la aplicación de llamadas, no me sabía el número de mi mamá, ni menos el de mi papá.

Marqué lo primero que se me vino a la cabeza, con la esperanza de que fuera el número de alguien y no solo una persona al azar que no conocía de nada.

—¿Hola?

—¡Santi! No sabes lo que pasó —pude sentir la emoción en mi propia voz, y ahora sí me sentía como una nena chiquita que acababa de lograr algo que sorprendería a los grandes—. Subí una canción, y la publicó Maria Becerra en su instagram. Mamá tiene mi teléfono, por eso te tuve que llamar con el de Oriana.

—¿En serio?, ¡Te felicito, Sol! Por fin se está dando todo lo que queríamos, luchaste mucho por esto, ahora aferrate fuerte y no lo sueltes. Disfruta lo que lograste. Estoy muy orgulloso de vos, y seguramente este sea solo el comienzo de tu camino.

—Gracias, Santi.

—Con razón tu celular no paraba de sonar en el bolso de mamá.

Corté la llamada y noté que todas las chicas estaban expectantes, no pude decirles nada, solamente sonreí y de inmediato Oriana se tiró encima mío.

Nunca le había dicho que me quedo muda cuando me emociono, y ella nunca me dijo que ya lo sabía.

No fue un abrazo brusco, me acariciaba la cabeza mientras yo sentía que las palabras se quedaban trabadas en mi estómago, aunque realmente no necesité hablar. Fue como un pacto silencioso, y ahí realmente me di cuenta de que era mi amiga.

—No puedo creer todo lo que pasó en un par de horas, dejame procesarlo bien.

Reí por el comentario de oriana cuando me soltó y continué mirando la tele, aunque ahora más emocionada de lo que ya estaba anteriormente. Y eso era decir mucho.

Pasaban los festejos de la gente, al parecer los argentinos habían copado las calles de Doha cantando muchachos, haciendo asados, viajando en los trenes mientras festejaban. Era una locura.

Por un momento, incluso mostraron imágenes de Argentina, las calles estaban repletas de gente, el obelisco estaba que explotaba y todos sentíamos la misma adrenalina. Después de todo, esto hace 36 años que no pasaba.

—Chicas yo ya me voy a ir yendo, mañana viajamos y Oli tiene que descansar bien, además quiero ir a festejar con mis hermanos también.

Pedí un taxi que tardó demasiado en llegar, supongo que por todo el trafico que habían causado los argentinos al festejar, o porque todos esperaban que termine ganando la selección de mi país.

Cuando llegué al hotel, los primeros en recibirme fueron Alejo y Federico, aunque al parecer fue por accidente porque estaban esperando una pizza. Los dos tenían la cara pintada con los colores de la bandera Argentina, trompetas albicelestes y Alejo tenía la bandera atada en el cuello.

Reí de la ternura, y en ese momento me habría gustado tener mi teléfono para poder inmortalizarlos en una foto.

—¿Ya prepararon las valijas? Miren que mañana nos volvemos a casa eh —comenté dejando el bolso en un sillón.

—Sí, mamá nos hizo prepararlas a penas volvimos —respondió Ale.

—¡Y encima nos vamos a Nuñez!

Los dos bailaban de forma extraña, lo cual una vez más, me hizo reír. Sentí ganas de llorar, pero no de tristeza o nostalgia, sino de felicidad.

Si hace tres meses me hubieran dicho que estaríamos en Qatar viendo a Argentina salir campeón del mundo, por mudarme con mis hermanitos a Nuñez para que jueguen en river y lanzando mi primera canción, probablemente habría dicho que ese era mi sueño más grande.

Ahora estaba acá, con mi familia disfrutando del momento y abrazándolo. Ese sueño se había cumplido.

Esa familia que a veces se aguantaba el hambre porque no tenían para comer, ahora estaba totalmente agradecida con las oportunidades que la vida les había dado.

—Enzo te dejó esto, aunque me la podrías regalar —empezó Nico antes de darme una camiseta y una notita—. Y dijo que después iba a venir para saludar y buscar a Oli antes de irnos de vuelta a Argentina.

Miré la camiseta en mis manos con el número 24, estaba toda manchada con tierra y pasto y no pude evitar sonreír.

—Es del partido más importante de su vida, ¿no se supone que él la tendría que tener?

—Sí —respondió Nico con franqueza—. Y por eso no lo entiendo, pero si quiere que vos tengas algo tan importante para él, es porque hiciste algo muy bien.

Una vez más miré la camiseta con nostalgia, ¿Qué iba a pasar con Enzo cuando volviéramos a Argentina? Probablemente no lo vería más, y a Olivia tampoco.

Fui a la habitación que compartía con la bebé para guardar la camiseta en mi valija y después abrir el papelito arrugado con letra muy desprolija.

"Sin vos no tendría esto."

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⏰ Last updated: Mar 23 ⏰

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Sobre Ruedas-Enzo Fernández Where stories live. Discover now