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Miré a Julián y no pude evitar sonreír de la emoción, después de decirle que mis hermanos eran súper fans suyos, me preguntó si podía grabarles un saludo y por supuesto le dije que sí. Si bien se me había ocurrido antes, no quería pedírselo para no ponerlo incómodo así que estuve bastante contenta cuando él lo ofreció.

—¿Por qué no me habías dicho antes?, ¿Juegan a la pelota también? —inquirió interesado, después de pasarme mi teléfono de vuelta.

—Los más chiquis juegan, mis hermanos más grandes son mecánicos.

—O sea que sos la del medio —asintió con la cabeza—, ¿Y tus hermanitos juegan bien?

—Son los mejores jugadores que conozco —levanté la cabeza con orgullo, y me miró ofendido.

—¿Son mejores que yo?

—Totalmente.

Los dos reímos mientras comíamos las pastas que cada uno había pedido, estaba pasando una velada bastante entretenida con Juli.

—Yo podría hablar con los captadores de talento de river para que vayan a ver jugar a tus hermanos, si vos querés obvio —ofreció y sentí mis manos temblar.

Iba a decir que no, que no quería abusar. Pero ya no se trataba de mi, se trataba de mis hermanos y su sueño más grande. Además, sabía que tenían talento, mucho talento. Si tuvieran la oportunidad de ser vistos, seguramente los ficharían y yo sería la más feliz de saber que aporté mi granito de arena. Pero tampoco quería que tuvieran una mala imagen de mi, ni mucho menos que los chicos pensaran que me acerqué a ellos solo por conveniencia.

Pero es el sueño de Fede y Ale.

—¿En serio harías eso? —pregunté esperanzada, mientras apretaba mis manos por debajo de la mesa.

Julián me miró con lo que parecía ser ternura, y asintió con la cabeza.

—No me cuesta nada, Sol. Además tengo la oportunidad de cumplirle el sueño a dos pibes como yo, mini Julián estaría orgulloso y necesitamos nuevas promesas eh. No puedo dejar que se queden afuera de la escuela de Gallardo —bromeó y yo asentí con la cabeza.

Quería llorar pero no de tristeza, más bien de emoción. Este último tiempo estaba siendo el mejor de mi vida, y saber que posiblemente sería el de mis hermanos también me llenaba el alma. Ya podía imaginarme sus caritas de emoción al saber que alguien de river los iba a ver jugar.

—Gracias Juli, no sabes lo que esto significa para mí y mi familia —le sonreí genuinamente, sentí mis ojos picar y tomé un poco de agua para disimular.

—¿Tenes algún video de los nenes jugando?

El teléfono no era mío, era de Santi. Pero sabía que siempre que jugaban en la calle, él los grababa así que esperaba que esos videos siguieran ahí.

Rebusque en la galería, en whatsApp, en todos lados y no había nada. Me sentí bastante desanimada, hasta que en papelera encontré cinco videos que parecían estar iluminandome.

Le pasé el teléfono a Julián y miró cada uno de los vídeos con una sonrisa, mientras asentía con la cabeza y me hacía acordar a los jueces de Master chef. Estiré la mano para que me pasara el teléfono, cuando escuché mi voz y el llanto de Federico.
"Perdón amor, no puedo pagarles este mes. Pero te juro que vamos a salir de esta y ustedes van a ser grandes, así tenga que vender mis órganos para pagarles ese club."

Vi que cambiaba el video, y mi voz volvía a sonar, pero esta vez estaba cantando. Santi silbaba mientras grababa, y Nico le decía que se calle porque no podía escucharme, al final terminé riendo y no pude terminar la canción.

Sobre Ruedas-Enzo Fernández Where stories live. Discover now