Bobby Baker comprende que no ha alucinado desde su última alergia, por lo que es aterrador ver como la nueva competencia de Galerías Gourmet llega al pueblo intentando enamorar las papilas de todos con alucinantes dulces mágicos.
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W.W
Perder el conocimiento era una de las cosas que no imaginó perder antes de la medianoche.
A decir verdad, no sabía con exactitud qué golpes en la cabeza podían cobrarle factura un día de esos; si porque iba distraído y le pasaba un autobús, al menos lo sabría, lo hubiera visto venir. Jamás vio venir el batazo de ése policía o el suelo en donde cayó. Inesperado, realmente inesperado.
Por otra parte, se alegraba de saber que incluso un palito para los disturbios podría hacer más allá de sacarte un buen chichón en la cabeza, matarte (tal vez). Ésa parte no quería saberla. Tendría cuidado, o no, la próxima vez, aunque no estaba del todo seguro. Se dotaba en distracción, así que era... malo.
Llegó a pensar que habría sido alguna clase de Karma por no saber leer, literalmente.
Llegó a pensar que habría sido alguna clase de Karma por no saber leer, literalmente.
—¡...Noodle!
Gritó ella, teniéndolo de las axilas y arrastrando su cuerpo lejos de la exposición nocturna, yéndose en su regazo ante los tropezones de los talones que intentaban carrearlo, sintiendo que se le salía un zapato. Se vio poniéndoselo y volviendo en sí un par de veces, con el estómago dando vuelta tras vuelta en un torbellino de náuseas, era tonto y se sentía tonto.
La oscuridad de su inconsciencia iba y venía en oleadas, sintiéndose en un sueño de muerte. A la sexta, la gran vencida, parpadeo tanto que le costó recordar en dónde y con quién estaba, llegando a pensar lo peor. No quería morirse sin haberse inventado algo que gustase a todos por montón, algo nuevo al menos. Lo consideraba vergonzoso.
Noodle y Bobby se emborronaban bajo la luz de un faro, sus cabezas flotando encima y las alisadas puntas morenas de cabello le cosquillearon la cara estirándole los labios, punzando en su contusión. Sus ojos iban de una peca a otra alineando figuras en la constelación que Bobby tenía en la dermis de su rostro, quejándose momentáneamente de sus esbeltas manos moviéndole la cabeza para buscar (a lo que escuchó) sangre de por medio, suspirando de no tener un resultado.
Le costó, mucho, sentarse en un ladrillo apilado junto a una lata llena de colillas de cigarrillo, ignorando el montón de cosas que las chicas decían sobre él y lo que sucedió, una discusión apacigua, restándole importancia al grado de intentar levantarse para explorar el suburbio.
Algo que impidió Bobby y sus reflejos agudos, llevándoselo de sentón en un tirón que le costó dos puntadas menos a su gabardina, cruzando un talón frente a sus pies para que no intentara hacerlo de nuevo.
Noodle, en una fracción de segundo, logró recuperar el sombrero tirado en la fuente. Willy sonriendo por los inocentes intentos de esconder el refractario con lactosa recién ordeñada dentro de la copa mediana.
—No lo vas a lograr.
Cuando le dijo Noodle permaneció reticente, matando el tiempo mientras sus dos estirados amigos atendían las heridas menores del otro, acompañándose.
