🍓━━CHAPTER VII.

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B.B

Hubo una vez en la que presumió tener los suficientes amigos como para sacarle canas verdes a Jesse, personas que con el tiempo disolvieron el grupo e hicieron sus vidas lejos de ésa pequeña capital, persiguiendo sus sueños. Algunas quedándose de manera permanente en los subsuelos de la ciudad.

Bobby seguía visitando el cementerio donde estaba la lápida de Theodora Lewis, una muchacha afectada por una escarlatina mal diagnosticada que Wonka le recordaba mucho y ni siquiera sabía por dónde empezar. La única diferencia era el albinismo de Theo. Fácilmente pudieron ser amigos.

Habían reído mucho ése miércoles en el que Bobby lo acompaño de vuelta a la lavandería, contándose chistes demasiado malos como para dedicarles una risotada franca del corazón. Siendo así que, al final del crucero del barrio, ofreció su casa como una mejor opción para pasar el resto de días que Willy pensaba en quedarse por ahí, no minimizando el trato noble de Fregoso y Lejía.

Que, aunque fue una sorpresa demasiado considerada, Wonka la rechazó amablemente, usando ése pensamiento ansioso que lo obligaba a quedarse en donde estaba porque no planeaba ser una molestia para ella y su papá, prometiendo verla al siguiente día.

Cosa que no sucedió.

A pesar de las disputas que los tenía enlazados desde el punto en que se quisiera ver, Bobby realmente ansío verlo de nuevo, independientemente del tema con los negocios. Probablemente por la caprichosa emoción de tener a una persona distinta con la que despotricar mierda hacia alguna política irrelevante, siendo éste el primer tipo de su edad en años, así que la novedad la arrastró por los pies un buen rato.

Se le notaba inquieta, eso comprobó Beth, a pesar del semblante monótono con el que pretendía pasar desapercibida su hilarante esperanza parecía una niña que había descubierto la navidad por una nevada espontánea. Sin descuidar el puesto, seguía los pasos de cada civil yendo por el paso, saliendo y entrando de la avenida casi todos los días hasta que se cumplió una semana.

Una semana sin saber nada sobre Willy Wonka.

Meditando el tiempo, el clima, oyendo chismes sin importancia y otro sin fin de cosas con las que concluyó en su peor pensamiento. O así lo sintió, que él se había ido remotamente.

Lo que al principio no le pareció nada extraño, después fue bastante... hilarante para su soledad.

Una cantidad obscena de barcos habían embarcado en esos siete días, de los cuales cada uno iba sin volver, a excepción del bote pesquero que normalmente se usaba también para llegar a un tren que no conectaba con la isla, recitándose de memoria las mismas promesas vacías del alcalde sobre hacer pronto una vía férrea para sus pobladores.

Aun así, no desaprovechaba las salidas vespertinas cuando el trabajo se pasaba rápido y las tardes se volvían solitarias con Beth lesionada de la rodilla izquierda yéndose temprano porque el frío le adolecía el hueso, aprovechando su regreso a casa para ver entre los estrechos callejones alguna tosca señal del joven chocolatero parlante y carismático, perdiendo en cada intento y oportunidad que le daba el turístico paisaje de su ciudad natal.

BON APPÉTIT ━━ Wonka.Where stories live. Discover now