Carta #24

20 2 0
                                    



Avance 



Amanecer abrazada, cerca de ti, con tus brazos rodeando mi cuerpo, es una buena manera de empezar cualquier día por el resto de una vida. Saber que no solo mi mente te pertenecía, sino que también cada rincón de mi cuerpo, me llenaba de una paz indescriptible.




Después de enredarnos en el calor de nuestra pasión, me percaté de lo olvidada que habíamos dejado nuestra relación en medio de las luchas y desafíos. Estábamos tan concentrados en resolver problemas que de cierta manera habíamos olvidado disfrutar el amor que nos unía. Volver a sentir esas emociones me hacía sentir más viva que nunca.

Pasamos la tarde explorando la hermosa ciudad de Miami. Nada se parecía a Canadá, incluso en invierno el clima aquí se sentía como una eterna primavera. Me encantaba el lugar; todo era precioso.

El sol dejó a su amado la luna, y en compañía de las estrellas, nos daban una tenue luz al mar y la arena. Aún seguía sin darme cuenta de que esta era mi vida... Todo lo sucedido era real, lo estaba viviendo, alguien me amaba y adoraba mi presencia. No había necesidad de recalcar a cada minuto mis gustos culposos, extraños y básicos como un abrazo, escuchar un "Te amo", y disfrutar de un paseo acompañado de una buena charla sobre el tema más raro que existiera. Encontrarte a ti fue una de las mejores joyas que pueda encontrar en las oscuras olas del mar. A veces, esas olas esconden oscuros pasados de personas increíbles que dejaron una parte de ellos dentro.

Tú no eras una perla dentro de una ostra. Pero eras mi pequeño diamante, que necesitaba pulirse muchas veces para revelar su brillo y lo inigualable que es cuando se compara con otra cosa. Aunque... Hay que buscar lo inesperado para encontrar diamantes en nuestro camino.

Regresar a casa y ver lo hermoso que se ve el mundo o las personas cuando tu mente y corazón ya están ocupados por alguien más, te hace querer gritar a los cuatro vientos.

Nos sentamos en la terraza, mirando el horizonte mientras el mar susurraba su eterna canción. Las luces de la ciudad brillaban como reflejos de nuestras propias esperanzas y sueños. Tomaste mi mano, y sentí ese calor reconfortante que solo tú podías darme.

—Nils, nunca imaginé que podríamos llegar hasta aquí —dije, mirándote a los ojos—. Pero estoy tan feliz de haber encontrado este camino contigo.

—Yo tampoco lo imaginé —respondiste, apretando mi mano suavemente—. Pero no cambiaría ni un solo momento, ni siquiera los difíciles. Todo nos ha llevado hasta aquí, y eso es lo que hace que valga la pena.

La noche avanzaba, y las palabras sobraban. Era en esos silencios donde encontraba la mayor profundidad de nuestro amor. La conexión que compartíamos no necesitaba de grandes gestos ni palabras elaboradas. Era simple, pura y sincera.

—Siempre supe que en algún lugar del mundo, había alguien esperando por mí, alguien que me entendería y me amaría tal como soy —murmuré—. Y encontrarte fue como encontrar la pieza faltante de mi rompecabezas.

Acercandote más, expresaste: —Y tú eres esa pieza para mí. Eres el motivo por el cual quiero mejorar cada día. Me siento capaz de enfrentar cualquier situación contigo.

En momentos como este, donde la presencia del otro es suficiente para iluminar cualquier oscuridad, el amor verdadero se construye. Supe que podríamos superar cualquier reto en esa noche, bajo las estrellas.


El encontrar a alguien que te haga sentir completo en tu imperfección es lo que importa en el amor.

No somos y no seremos...Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora