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— MARTÍN, EL CHINO BUENA ONDA. LAMENTABLEMENTE SOLTERO gracias a los gritos del afuera —sujetó bien la botella— Lo hice cantar los votos. Avivate papito –vio cómo Lucre se acercaba al comedor y cambió el foco de su atención— Lucrecia —Furia utilizaba una botella como micrófono. Estaba conduciendo su propio programa de radio y de a poco los chicos se iban sumando— ¿Qué podemos decir de ella? —miró cómplice a Lucía.
Había estado dando una breve opinión de cada uno de los presentes, y llegó Lucrecia justo para escuchar el de ella. Se arrodilló en la silla al lado de la mujer tatuada, estaba de paso hasta que escuchó su nombre.
Los presentes prestaron más atención que nunca, después de todo Lucre estaba involucrada de cierta manera con todos ellos. Lucia, Bautista y Martín, en ese orden sentados frente a ella. Después estaba Manzana, extasiado por el contenido que estaban dando.
— Lucre, Lu, o el amor de todos, como le quieran decir —comenzó Juliana, con esa voz forzada que hacía— cuando su hermanito tenga veinte, los amigos se van a querer levantar a la hermana de cuarenta. Esa chica que se pasea por la casa y va rompiendo corazones. Una piba fuerte y decidida que cuando quiere te pone los puntos. En la casa tenemos Barbies y Bratz truchas, pero ella es toda una Monster High.
— Cleo.
— Toda una Cleo De Nile —le da la razón a Lucía— Una diva con clase. ¿Qué opinamos de Lu De Nil? Toda, chicos. A ustedes les digo —señala al uruguayo y al chino— No duerman. Aunque el chinito bastante rápido el otro día con el consentimiento —se empezó a tentar sola, tapándose la cara avergonzada.
— ¡Juliana! —Lucre le bajó el gorrito de navidad, tapándole los ojos y tratando de que no hable más— ¡Me estaba ayudando y GH vio mal!
Con ello solo hizo que estallen más en risas, desacreditandola. Con Martín no había pasado más que aquel malentedido, ni siquiera en la fiesta temática o la víspera de navidad se habían vuelto a acercar, o por lo menos de esa manera. Tenían miedo a las reacciones luego del anuncio de Gran Hermano.
— Ni me toques, que seguro te nominan después —se alejó Juliana. Lucre le dio una sonrisa triste. Ya habían tenido esa conversación— Anda bichito de luz, vola.
