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Pasó un mes desde su primera cita, desde que comenzaron su noviazgo, y ambas estaban completamente felices.

Comenzaron a salir todos los fines de semana, Jisoo llevó a Chaeyoung a todos los lugares que quiso, solía llevar a Rosie también, a algún parque, dónde la podía dejar jugar por horas, o una ocasión la llevó a una tienda de golosinas, dónde la dejó elegir todas las gomitas que quiso.

Después tenía que cuidar a Chaeyoung cuando terminaba con dolor de estómago, luego de que Rosie comiera todos los caramelos.

Desde entonces no la había dejado llevar a Rosie a ese lugar, ni volver a comprarle golosinas.

A veces, algunas noches, Young la despertaba y se quedaba a pasar el rato con ella, Jisoo comenzó a guardar algunos chocolates para la pequeña.

Tenía prohibido darle golosinas a Rosie, pero no a Young.

Young no había vuelto a lastimarlas, y se portaba muy bien, era bastante nerviosa y Jisoo tenía que verla todo el tiempo, por temor a que hiciera algo peligroso.

A veces la encontraba pellizcandose, o clavando sus uñas en su piel, o rasguñando su cuerpo, se tomaba el tiempo de calmarla, de hacerla sentir bien y de explicarle la cantidad de veces necesarias que ya no debía lastimarse.

—Sé que no lo haces a propósito, eres una chica excelente, sólo debes pensar un poco las cosas cuando veas que te estás lastimando... ya nadie va a herirte, no tienes que hacerlo tú misma tampoco.

Young entendía perfectamente todo lo que Jisoo le decía, era una niña excelente.

Con su novia, Chaeyoung, solían tener largas sesiones de besos, últimamente, iban hacia la cama para una tarde de mimos y besos, a veces se quedaban hablando bajo, en suaves murmullos, o solo se quedaban en silencio disfrutando del calor corporal de su pareja, de las caricias sobre su espalda, su cabello, o sus brazos.

Jisoo nunca la había tocado más allá, siempre había sido muy cuidadosa y suave con ella, siempre la había respetado muchísimo.

Chaeyoung no tenía que sentirse mal o preguntarle al respecto para saber que era un tema similar a los besos.

Le estaba dando su espacio, y su tiempo, y cuando quisiera sólo tenía que pedirlo.

Al mes de estar saliendo, Chaeyoung se sentía lista, al menos para intentar dar un paso, unos más grande, más íntimo.

Aprovechó una de sus sesiones de besos, en las camas, que seguían juntas, para comenzar con sus intenciones.

En el beso, se colocó sobre Jisoo, sentándose sobre las caderas de la mayor, en cuanto sintió aquello separó el beso.

—Chaeng, ¿qué haces? —preguntó, no había sonado mal o enojada, sólo quería corroborar con ella lo que ocurría.

—Jisoo... me encantaría tener mi primera vez contigo —dijo, sus mejillas estaban muy rojas, pero su tono no fue vergonzoso—. No sé hasta donde llegue, pero quiero intentarlo.

Jisoo le sonrió y acarició sus mejillas de forma tierna.

—¿Estás segura? —Chaeyoung asintió—. Bueno, mi Chaeng... seré suave, y en cuanto vea que no eres tú, no haré nada.

—Gracias.

—Si sientes algo mal, dime.

Chaeyoung asintió, tenía una sonrisa conforme en su rostro, sus mejillas estaban muy rojas.

Jisoo se enderezó, quedando sentada en la cama, con Chaeyoung sobre ella, sus labios fueron hacia el cuello de la menor, dejando besos, succionando su piel, y rozando con sus dientes con suavidad, mientras escuchaba a la rubia respirar de forma pesada, encantada con el tacto, enredó sus dedos en el cabello de la mayor, acercándola más.

The alters | chaesooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora