Pagando por mis errores [Chloenette]

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Había sido muy arriesgado volver a París con la Caja Milagrosa bajo el brazo y a la vista de todos, pero Chloé no tenía muchas opciones. Aunque estaba increíblemente cansada por los esfuerzos como pegaso, acabó esquivando muchas cosas para no ser vista.

"No entiendo por qué insistes en esta ridiculez". Kaalki resopló con altanería mientras se acercaban al hotel, tras haberse visto obligada momentos antes a esconderse detrás de un contenedor de basura en un callejón.

"Porque no tenemos ni idea de quién es Hawkmoth, así que tenemos que mantenernos fuera de la vista y no dejar que nadie vea la caja".

"Eso ya lo sé. Me refería a esa tontería de esconderse y correr por los callejones". Kaalki puso los ojos en blanco. "¿Tienes idea de lo sospechoso que pareces haciendo eso? Nadie te presta atención, pero cuando te metes en un callejón, llamas la atención".

"¿Qué debo hacer, entonces?" preguntó Chloé, más que un poco molesta porque el kwami hubiera esperado tanto tiempo para señalarlo.

"Actúa como siempre. Camina como una persona normal y la gente te ignorará".

"¿Y la caja?"

"Métela en una bolsa o algo así". Kaalki salió revoloteando del interior de la rebeca de Chloé detrás del contenedor. "Creo que he visto una justo... ¡Aquí!". Volvió volando con una bolsa de plástico de la compra arrugada.

"Asco". Chloé arrugó la nariz con asco, pero cogió la bolsa a regañadientes. Con cautela, metió la caja milagrosa en la bolsa y la cogió por las asas, inspeccionándola por todos los lados para asegurarse de que no se veía a través del plástico. Tras comprobar que no era fácilmente identificable, volvió a salir del callejón y Kaalki volvió a enfundarse la rebeca.

Se alegró mucho de que los otros kwami no hubieran decidido abandonar la caja, como solían hacer. Parecía que, a pesar de su impulsividad, tenían el suficiente sentido común como para no salir desde que Su-Han los había despedido.

Al salir a la calle principal, Chloé hizo todo lo posible por parecer despreocupada y no alguien que tuviera algo que ocultar. Siguiendo el consejo de Kaalki, mantuvo la cabeza alta e hizo todo lo posible por canalizar algo de su antigua altivez.

Invocarla era una sensación extraña. Era como si la Chloé del pasado fuera una persona completamente distinta de la que era ahora. A pesar de que no le gustaba quién era antes, seguía siendo una experiencia útil para momentos como éste.

Al no tener que esconderse cada pocos minutos, avanzaba mucho más rápido de vuelta al hotel. No quería ser demasiado obvia, así que en lugar de entrar por el vestíbulo principal, se escabulló por una de las muchas puertas laterales a las que tenía acceso. Su padre le había preguntado por qué quería una tarjeta para lo que su madre llamaba "las entradas de los criados".

Una vez dentro, subió las escaleras que conducían a su suite, sonriendo y saludando amablemente al personal. Fue una subida un poco agotadora, pero al final Chloé llegó al ático y, tras comprobar rápidamente que ni sus padres ni Zoé estaban cerca, corrió a su habitación.

Una vez cerrada la puerta, dejó escapar un largo suspiro de alivio. A pesar de que la debacle había durado menos de una hora, Chloé se sentía agotada. Sacó la Caja Milagrosa de la bolsa, la abrió y pasó una mano por encima del Milagroso que contenía.

"Ya podéis salir, hemos vuelto a casa". Les dijo, dejando la caja sobre la cama y tirando la bolsa a la basura. Al volverse, vio a los Kwami junto a la caja, con un aire de ansiedad sobre ellos.

"¿Estamos en casa? preguntó Xuppu nervioso, en marcado contraste con su exuberancia habitual. "Creía que el gran maestro Su-han nos iba a llevar".

"Eso ya lo veremos, pero después de la cagada que ha hecho hoy, no me voy a poner a su servicio como antes". Chloé se cruzó de brazos y apretó la mandíbula. "Gran maestro o no, está tan desfasado con sus métodos y su ciega adhesión a la tradición. Casi todo lo que ha salido mal hoy ha sido culpa suya".