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Morioh-Cho, se caracterizaba por su extraño clima amarillado y sus nubes blancas como una almohada recién limpia pero era época de invierno, ese amarillo se tornó en azul y un ambiente bastante oscuro incluso sus nubes se tiñeron de ese mismo color apagado y sin vida, como si la venida del frío fuera un asesino de colores.
Hoy había probabilidad de lluvia y fuertes vientos, casi una alerta naranja pero aún así, los estudiantes iban a clases de todas formas, sus notas y las asistencias lo era  todo para ellos para poder sobresalir; alto bastante conocido en todo Japón por lo aplicados que eran y el sobresfuerzo que sufrían todos los días.
Josuke y Okuyasu no eran los mejores o mejor dicho, no era como el promedio, sus notas no eran las "mejores", aprobaban un examen y otro no, algunas veces no aprobaban dos exámenes a la vez. Pero de alguna forma, se las arreglaban para sobre salir entre todos sus compañeros, su forma tan tranquila de sobre llevar un 20 en la nota, su estilo de vida tan normal, su carisma y comportamiento "infantil" que hacía que todos sacaran buenas risas. Eran los payasos de la clase que todos amaban.

Kakyoin Noriaki, joven chico que paso gran parte de su vida en ese pueblo, todos los conocían y él a ellos, hasta conocía bien el carnicero del pueblo. Era compañero de clase de Josuke y Okuyasu, ambos pasaron primaria y secundaria juntos y parecía que este año no será la excepción. Otro año más juntos.
A diferencia de ellos dos, Noriaki si era parte de ese promedio de estudiantes sobresalientes, era bien aplicado, un gran conocimiento en matemáticas y historia, aspiraba en estudiar Bellas Artes para poder llevar acabo su gran sueño desde pequeño; ser el mejor artista en todo Japón y que lo reconozcan por sus abstractas obras inspiradas en Salvador Dalí, Vicent Van Goh.
Pese todo esto tan perfecto y hasta poco compatible con sus amigos caóticos, los tres se llevaban bien, amigos de toda la vida y que parecía seguir así, un hermoso trío de amigos tontos y un inteligente, una amistad que se conocía desde inicios de su vida; conocían sus secretos, sus miedos, sus gustos y hasta el tipo de persona que les gustaba, claro, no eran ajenos en sentir un gusto normal como cualquier chico, no iban a reprimir sus atracciones a las lindas muchachas.

Un día, el 25 de octubre del 2005, Kakyoin Noriaki salió de su casa, ese día había desayunado huevos revueltos y un vaso de leche, su madre lo consentía mucho ya que era su único hijo que tenía. Su padre le preguntó si quería que lo llevara en su auto para no hacerlo caminar mucho, Noriaki, tan buen educado y amable, le dijo que no y salio de la puerta sin antes despedirse de sus padres con un inocente y último beso en la mejilla. A mitad de camino, miró el cielo y parecía que iba a llover, quizás era una buena idea volver a casa para buscar su paraguas pero se dio cuenta que ya le faltaba poco para llegar, solo unas 4 cuadras más y listo.  No quería llegar tarde, no quería arruinar su asistencia perfecta, total, su padre lo puede ir a buscar cuando termine el día.
Mientras caminaba, en el camino se encontró con su profesor, Kujo Jotaro, un gran modelo a seguir para él por la pequeña fama que había acumulado por ser un conocido biología dentro de la farándula de la ciencia marina; siempre se preguntó como Jotaro no se iba de ese pueblo, tenía el dinero suficiente de comprarse en una mansión en alguna parte de Europa y vivir su vida de rico, le daba envidia.
No dudo mucho en acercarse para sacarle conversación, se podría decir que Kakyoin se llevaba bien con los profesores, tanto como para hablarse como si fueran amigos y hablar de cosas, eso sí, que sean basado en sus profesiones, una estrategia simple para que los docentes le suba sus notas por ser amigable.

Kujo Jotaro, a diferencia de los demás, él venía de Tokyo, se notaba por el acento al hablar su idioma nativo el japonés. Se había mudado con su esposa e hija para tener una vida tranquila y simple, las grandes ciudades, la multitud y el ruido molesto lo habían hecho irritar demasiado como para mudarse a otros lugares, como Saitama, Kyoto y finamente Morioh-cho, un lugar local donde todos se conocen y la única regla es la amabilidad y silencio. Le pareció un lugar perfecto para pasar toda su vida ahí y eso pasó, llevaba unos pocos 4 años viviendo ahí, su hija ya había crecido lo suficiente para ir a primaria pero su esposa. . . Parecía no estar en acuerdo en pasar toda su vida en un aburrido pueblo, no hay ciudades, no hay centros grandes, parecía un pueblo atrapados en los 80's.
Hubo discusiones y peleas por parte de ambos hasta que un día de la nada, Naomi Kujo despareció, dejando atrás su ex esposo y hija, una rabieta femenina o quizás tenía un amantes decían las malas lenguas.
Jotaro tomó la decisión de pedir divorcio y al ver que su ex esposa no aparecía por meses, por falta de responsabilidad materna, le diero toda la custodia a él.

-Love of my life-Where stories live. Discover now