🍓 veintinueve.

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Se sentía ahogado con toda la situación con Jimin, se ahogaba en la tensión y las miradas compartidas que decían mucho pero sus bocas callaban. No podía seguir con lo incómodo que todo se había tornado, ya no desayunaban juntos y mucho menos hablaban como antes; parecían solo dos extraños que compartían la misma casa.

Todo era una mierda, por eso Jungkook tenía que liberar la tensión que el estrés de la situación le causaba. Necesitaba beber para encontrar relajación a lo que Jimin había hecho con su cabeza.

Desde el día en el que se besaron su interior estaba en llamas, solo pensaba en los suaves labios y la colonia de Jimin, tenía sueños con aquel beso y las ganas de repetirlo se hacían enormes. Estaba condenado a solo pensar lo que el “cachorrito” provocó en su interior. Un beso le aseguro sus sentimientos por su compañero, un beso lo tenía loco y un beso los alejó dejándolos con aquella tensión e incomodidad en el aire.

Se fue a su bar de confianza, quería relajarse un poco saciando su sed mala. Pero en cada vaso solo se encontraba con el recuerdo de Jimin, sus sonrisas, sus ojos, su existencia; sonreía como un tonto por los recuerdos que estando borracho parecían ser el mejor regalo, a pesar de haberle dado un buen dolor de cabeza.

“Ay, Jimin.” Susurró mirando el fondo de su vaso. “¿Qué me has hecho?”

Hace mucho que Jungkook no sentía el magnífico sentimiento de estar enamorado, había olvidado cómo se sentía tener mariposas en su estómago y el corazón acelerado por una simple mirada. Se sentía bien y mal a la vez, bien porque volvía a vivir y mal porque todo su ser se revolvía a la sola presencia de Jimin.

Al estar enamorado de él su existencia se condicionaba a lo que Jimin hiciera. Estaba a su entera disposición.

“Pero es bastante lindo, ¿por qué ya no mantuviste contacto con él?” No era alguien chismoso, pero si extraños comenzaban a hablar muy cerca suyo claro que escucharía.

“Era un trepador y un fácil.” Alzó aún más la oreja porque creyó reconocer la voz del hombre que hablaba. “Imagina, solo nos conocíamos un día y aceptó meterse a la cama conmigo.”

“¿Y eso que? Nunca te importó eso.”

“Solo me aburrió, era un niñato que no sabía lo que quería.” Al fin reconoció la voz, era Minho.

Tras descubrir su identidad se irguió en su asiento para asegurarse que no estuviera hablando de Jimin. No soportaría que alguien a quien Jimin admiraba, que le había arrebatado tiempo y energía comenzará a manchar su nombre.

“¿Y cómo se llamaba?” Pregunto.

“Jimin. Era precioso pero me aburrió, jovencitos como él te los encuentras por todo lugar; vividores que quieren cumplir su fantasía.” Rió, la risa revolvió el estómago de Jungkook.

No podía permitir que alguien se refiriera así sobre la persona que amaba, sobre todo cuando Jimin era una buena persona que solo había sido enredado en las ramas de su propia soledad. 

Jungkook se levantó y caminó hacia Minho hasta que se paró frente a él, no le importaría desperdiciar su bebida vertiendola encima de él, se merecía mucho más que sólo un líquido que apestaría sus caras prendas.

“¿¡Qué mierda!?” Se levantó indignado, como el patán que era, trató de tomar a Jungkook del cuello para que se arrepienta de lo que había hecho, pero el ebrio fue más rápido.

Jungkook tomó del cuello de la camisa de Minho e hizo que su espalda se estrellara contra la barra del bar. “No quiero oírte hablar nunca más de Jimin, mantén su nombre fuera de tu sucia boca.”

“¿Tanto te duele escuchar sus verdades?” Era un patán de primera, se reía en la cara de Jungkook provocandolo aún más. “Estás haciendo un espectáculo.”

“Y tú eres el payaso que queda en ridículo.” Dijo Jungkook. “Vuelve a hablar de Jimin y en tu vida podrás obtener un protagónico por el rostro que te dejaré.” Conocía al hombre frente a él y sabía que había golpeado en donde más le dolía, le había humillado y había herido su enorme ego, se sentía bien por haberlo hecho.

El ebrio Jungkook lo soltó y le escupió en la camisa antes de ser escoltado por la seguridad del bar. La satisfacción de haber puesto a Minho en su lugar no dejaría su sistema, aunque aquello signifique no poder poner un pie en su bar favorito nunca más.

Todo sacrificio lo valía por Jimin. Su Jimin. Por quién pondría a todo el mundo en su lugar. Por quién sacrificaría todos los placeres que conoció en su corta vida. Por él.

El sentimiento de grandeza y la adrenalina no dejaron su cuerpo, caminando por las calles iluminadas de Seúl las ansias crecían en su pecho, quería llegar a su departamento y confrontar por fin a Jimin. Quería que ambos hablen y resuelvan la incomodidad que se había instalado en sus vidas desde que sus labios danzaron juntos.

No podía esperar más, tomó un taxi y le rogó que fuera lo más rápido posible para encontrarse con el amor de su momento. Llegó a su edificio y con una sonrisa agradeciendo le pagó al taxista, se echó a correr por las escaleras preso de la adrenalina, hasta llegar a su departamento.

Soltó un suspiro antes de colocar las llaves y abrir la puerta, soltó otro suspiro al abrir la puerta, soltó una bocanada de aire al encontrarse con Jimin. El pelirrubio cenaba y le miraba congelado en su lugar.

“Buenas noches.” Saludo Jungkook, cerrando la puerta con muchos nervios.

“Buenas noches.” Sonrío de vuelta, rojo como tomate y con las manos temblando por los nervios.

Se observaron por pocos segundos hasta que el pelirrubio trató de levantarse de la mesa para seguir evadiendo a Jungkook, el pelinegro corrió hacia la mesa y lo tomó de la mano impidiendo que levantara su plato. “No te vayas, por favor.”

“Claro…” Respondió nervioso.

“Tenemos que hablar.” Tomó asiento frente a Jimin aún sosteniendo sus manos y mirándole a los ojos.

“¿Sobre qué?” No alejó sus manos del toque de Jungkook, había ansiado por el toque de su compañero desde hace mucho y ahora que lo tenía no desperdiciaria ningún momento.

“Sobre…” Susurro. “Sobre el beso que nos dimos y como eso hizo que todo entre nosotros cambiará. Jimin, ya ni siquiera desayunamos juntos, ¿por qué?”

“Me siento incómodo.” Confesó con la cabeza gacha, evitando los ojos redondos de Jungkook.

“¿Por qué? ¿Sientes que ese beso arruinó nuestra relación?”

“¡No!” Negó con la cabeza rápidamente, tomó la mano de Jungkook entre las suyas y la apretó. “No arruinó nada, solo que… no sé, me siento raro.”

“¿Por qué?” Jungkook tenía un brillo especial en sus ojos, tenía esperanza e ilusión que esperaba ser cumplida.

“No lo sé…” Pero era terrible lo que pasaba en Jimin, no quería confesarse y quería confesarse.

“Para mi ese beso no fue un error, Jimin.” Confesó, fue difícil pero logró formular las palabras correctas. El haber besado a Jimin jamás sería incorrecto para él, mucho menos cuando lo amaba con todo su corazón. “Jamás serías un error.”

El brillo de sus ojos se pasó a los de Jimin, había ilusión y esperanza en sus miradas, había un océano de sentimientos por el otro que deseaban navegar.

“También creo que el beso no fue un error.” Susurró Jimin, tímido y con las mejillas rojas. “Para mi no lo fue.”

En sus sonrisas se dijeron todo, la esperanza, la ilusión y el amor estaban plasmados en cómo se miraban, y se sonreían. Se amaban, su amor silencioso se sentía en sus poros y a su alrededor.

Pero ese amor silencioso se mantenía en sus corazones, aún no tenían el coraje para confesar lo que había en sus corazones y en cómo este latía por el otro.

Fresas en tus mejillas ; km auحيث تعيش القصص. اكتشف الآن