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Las instalaciones abandonadas de Umbrella resonaron con un silencio inquietante mientras Leon y Claire navegaban cautelosamente por los pasillos desolados. El aire estaba cargado de polvo, testimonio de los años de abandono que habían sufrido el otrora bullicioso centro de investigación. Las ventanas rotas permitían el paso de débiles rayos de luz, proyectando largas sombras sobre las paredes en ruinas.

Cada paso resonaba en el vacío, los ecos rebotaban en los restos en descomposición de una instalación que alguna vez había prosperado con actividad clandestina. La maquinaria permanecía inactiva, cubierta por una gruesa capa de suciedad, y las luces de emergencia parpadeantes creaban una inquietante danza de sombras en los pasillos.

La linterna de Claire recorrió las cámaras en ruinas, revelando cristales rotos, metal oxidado y restos de esqueletos de experimentos abandonados. El aire estaba cargado del olor a humedad de la descomposición, un potente recordatorio de los secretos que este lugar había guardado.

Los ojos de León examinaron su entorno, sus agudos instintos en alerta máxima a pesar de la aparente desolación. —Este lugar me da escalofríos—, admitió, con la voz apagada en el silencio opresivo.

Claire asintió con la cabeza, su mirada se detuvo en un logotipo descolorido que aún colgaba de la pared, una reliquia del oscuro legado de Umbrella. —Es como si el tiempo se hubiera detenido y ahora todo lo que queda es polvo y ecos.

Se aventuraron más profundamente en el corazón de las instalaciones, sus pasos resonaban a través de pasillos olvidados. Los restos de vidrio rotos crujieron bajo sus botas, una sinfonía discordante en el contexto de una instalación abandonada hace mucho tiempo tanto por la ciencia como por la humanidad.

A medida que avanzaban, la atmósfera se intensificaba, una sensación palpable de lo desconocido persistía en cada esquina. Las instalaciones abandonadas de Umbrella, que alguna vez fueron un centro de operaciones clandestinas, ahora se erguían como un monumento inquietante a las consecuencias de una ambición desenfrenada. Los restos cubiertos de polvo fueron testigos del paso del tiempo, y cada pieza rota contaba una historia silenciosa de una época pasada enterrada entre las ruinas.

La linterna de Claire parpadeó cuando entraron a un laboratorio con poca luz. Frascos rotos y recipientes de vidrio destrozados estaban esparcidos por el suelo, restos de experimentos que hacía tiempo que habían perdido su relevancia. El aire estaba cargado del olor acre de los productos químicos, ahora viciado y premonitorio.

—Este lugar guarda tantos secretos—, murmuró Claire, con la mirada detenida en los documentos descoloridos esparcidos sobre una mesa polvorienta.

Los ojos de León recorrieron la habitación, con una mezcla de precaución y determinación grabada en su rostro. —Sea lo que sea en lo que estaban trabajando aquí, terminó en un desastre. Necesitamos descubrir qué pasó y asegurarnos de que no resurja.

A medida que se aventuraban más profundamente, los pasillos de las instalaciones parecían extenderse sin fin, un laberinto de ambiciones olvidadas y esfuerzos clandestinos. Los crujidos ocasionales y los ecos distantes se sumaban al ambiente inquietante, como si los fantasmas del pasado susurraran a través del polvo.

En medio de los escombros, tropezaron con una habitación que parecía congelada en el tiempo: un centro de control con monitores ahora en blanco y teclados cubiertos por una capa de suciedad. Los dedos de Claire trazaron el borde de una consola, los ecos de innumerables pulsaciones persistieron en el aire.

—Me pregunto cuántas vidas se vieron afectadas por las decisiones tomadas en esta sala—, reflexionó, en una sombría reflexión sobre las consecuencias del poder desenfrenado.

Un repentino crujido surgió de una esquina y antes de que Claire pudiera reaccionar, una rata cruzó el suelo. Sorprendida, dejó escapar un grito involuntario y saltó sorprendida a los paneles de control. Su movimiento apresurado presionó inadvertidamente un botón oculto y la habitación pareció cobrar vida.

Como respondiendo a la orden inesperada, los paneles de control se iluminaron con una oleada de luz, revelando los mecanismos ocultos dentro de la habitación. Claire, con los ojos muy abiertos y sorprendida, trató de estabilizarse en los paneles, con el corazón aún acelerado por el susto inesperado.

El suelo que alguna vez estuvo inactivo debajo de ellos comenzó a moverse, y una serie de enormes tubos de ensayo ascendieron desde abajo, cada uno lleno de una espeluznante luminiscencia. La habitación se transformó ante sus ojos, los tubos de ensayo se elevaron como pilares fantasmales desde las profundidades.

León, que había estado investigando otra parte de la habitación, se volvió hacia Claire con las cejas arqueadas por la sorpresa. —¿Qué hiciste?

Claire, todavía sentada en los paneles de control, logró soltar una risa nerviosa. —Yo, uh, accidentalmente presioné un botón. Supongo que a este lugar todavía le queda algo de vida.

Juntos, observaron cómo los tubos de ensayo alcanzaban su altura máxima y su contenido ahora era visible a la luz. Líquidos misteriosos de varios colores se arremolinaban en su interior, creando un ambiente de otro mundo en la habitación.

Mientras se desarrollaba el inesperado espectáculo, Claire no pudo evitar maravillarse ante las consecuencias no deseadas de un simple salto inducido por una rata. La habitación, una vez envuelta en oscuridad, ahora brillaba con un brillo etéreo. Lo que no sabían era que esta activación no planificada pondría en marcha una secuencia de eventos que desentrañarían más secretos escondidos en las profundidades de las instalaciones abandonadas de Umbrella.

Entre Dos Mundos. Where stories live. Discover now