Prólogo: Ecos de la pérdida

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El aire en la habitación con poca luz se sentía pesado, mientras los recuerdos de un pasado inquietante se cernían sobre Claire Redfield. Estaba sentada sola, rodeada de fotografías descoloridas y recuerdos desgastados. El peso de la pérdida se instaló en su pecho y la habitación pareció resonar con los susurros fantasmales de la risa de Steve.

Claire cerró los ojos y dejó que su mente regresara a esa fatídica noche en la Antártida. El frío intenso, la búsqueda incesante de la supervivencia y el grito desgarrador que todavía resonaba en sus pesadillas. Steve Burnside, un alma joven e impulsiva, había luchado valientemente junto a ella, dejando una marca indeleble en su corazón.

Los recuerdos aparecieron como una película trágica en la mente de Claire. La implacable horda de criaturas mutadas, la lucha desesperada por encontrar un escape y la inevitable confrontación que llevó al sacrificio de Steve. Todavía podía sentir el frío en el aire mientras lo veía enfrentar su destino, la dura realidad de la pérdida.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Claire al recordar las últimas palabras de Steve, susurradas con una mezcla de valentía y vulnerabilidad. El dolor de ese momento, grabado en su alma, resurgió con cruda intensidad. Deseó haber podido hacer más, protegerlo de las garras despiadadas del destino.

En la tranquila soledad de la habitación, Claire susurró su nombre, como si intentara invocar su presencia. El dolor de la pena se apoderó de su corazón y agarró un relicario gastado que contenía una pequeña foto de Steve. El relicario, muestra de su breve pero profunda conexión, sirvió como un doloroso recordatorio del coste de la supervivencia.

La habitación pareció cerrarse a su alrededor mientras Claire luchaba con las emociones duales de tristeza y dolor. El peso de la pérdida, como un ancla inquebrantable, la ataba al pasado. Sin embargo, en ese dolor agridulce, encontró la fuerza para soportar, la determinación de honrar la memoria de Steve continuando la lucha contra los terrores que lo habían reclamado.

Mientras los recuerdos persistían, Claire prometió llevar la antorcha del recuerdo. El espíritu de Steve, aunque desaparecido, seguía viviendo en su corazón: una luz que la guiaba en la oscuridad de su viaje en curso. Los ecos de la pérdida reverberaron a través de ella, moldeando su determinación de enfrentar los peligros siempre presentes con coraje y el recuerdo perdurable de un joven que había sacrificado todo por una oportunidad de redención.

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