EXTRA DE NAVIDAD

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California, Texas

Saqué mi lengua hacia el exterior esperando que un copo de nieve aterrizara en ella. Y así lo hizo. Sentí el frío extenderse por mi boca y no precisamente por ese copito de nieve. En general el aire estaba frío, y no era para menos. Todo el pueblo estaba pintado completamente de blanco, los autos casi cubiertos por la nieve y las calles inundadas por éstas.

Varias veces me había resbalado por las aceras en cuanto mis botas de invierno las habían pisado.

—Eso es infantil.

—Amargado—le mostré la lengua a mi mejor amigo. —. Anda, pronto será noche buena. Cambia esa cara y... ¡saborea la navidad!

Conan estaba a unos pocos metros lejos de mí, con un abrigo azul y un gorrito de lana verde cubriendo su cabello. Ambos nos encontrábamos en el patio de su casa luego de habernos medio matado en el pórtico por salir corriendo. En realidad él queriéndome atrapar luego de haberme metido en su cuarto (con permiso de su madre) para estamparle una bola de nieve en su rostro mientras él aún dormía.

Él ladeó la cabeza y me miró con incredulidad.

—¿Saborear la nieve, dices? —preguntó con burla.

Asentí efusivamente y di un paso hacia él.

—Haz esto—miré hacia el cielo y saqué mi lengua. Algunos copos de nieve cayeron sobre ella, derritiéndose rápidamente. Cerré mi boca y miré a Conan con una sonrisa—. ¡Inténtalo! Sabe a...

—Agua—completó él, encogiéndose de hombros.

—¡Connie! —lo miré mal y amenacé con darle un golpe en el brazo. Sin embargo se rió y se movió rápidamente hacia atrás. Por mi brusco movimiento resbalé sobre la nieve y aleteé mis brazos desesperada por buscar equilibrarme y evitar caer.

Conan de dieciséis años soltó una carcajada.

—¿A dónde piensas volar? ¿Al Polo Norte?

—¡Pues sí, a decirle a Santa que eres un pésimo mejor amigo y que no te traiga nada! —bromeé haciéndome la enojada.

—¿Ah, sí?—mi mejor amigo no perdía la sonrisa divertida de su rostro—. Entonces yo le diré: ¡Santa, Santa! ¡Se te ha escapado un elfo!

Borré mi sonrisa de golpe y achiqué mis ojos hacia él. Me puse de cuclillas con dificultad debido al grueso abrigo rojo que llevaba puesto y enterré mis manos enguantadas sobre la nieve para empezar a hacer una bola de nieve mientras Conan se reía.

—¡Idiota atrevido! —y justo cuando me puse de pie y elevé mi brazo para lanzarle la bola de nieve, algo se estampó contra mi rostro. Algo duro y frío. Muy frío.

El desgraciado Gray era rápido. He de admitir.

Quedé en la misma posición, con un brazo extendido y la nieve cayéndose por pedazo de mi rostro, dejándome ver cómo mi mejor amigo se partía de la risa enfrente de mis narices.

—¡Eso sí que es saborear la navidad, ¿no crees?! —dijo entre risas.

Pero yo no pensaba dejarme humillar. Oh, no. Nadie se metía con Clea Parker, señores. No sin antes llevarse una bola de nieve por la cabeza.

Así que recurrí a la actuación:

—¡Conan, eso dolió! —grité "enojada" y tapé mi rostro con mis manos, fingiendo dolor.

Conan paró de reír escandalosamente, pero no tanto.

—Oh, niñata, no me dirás qué en serio te has enojado.

❝𝙏𝙝𝙚 𝙎𝙩𝙤𝙧𝙮❞ | 𝘾𝙤𝙣𝙖𝙣 𝙂𝙧𝙖𝙮 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora