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CONAN
GRAY

El salón entero estaba em silencio. Casi podía escuchar el sonido de las agujas del reloj en la pared moverse. Miré a mi alrededor como mis compañeros estaban concentrados en el examen de química. Algunos respondían fácilmente, otros tenían rostros de preocupación y nervios, y los más desastrosos del salón trataban de copiar a los demás.

Por suerte yo era uno de los primeros. Lo cierto es que días atrás había logrado estudiar y ahora no se me dificultaba. Contrario a Clea. Qué, por más que habíamos estudiado juntos, tenía dificultades para resolver el examen.

Golpeé mi hombro con el suyo levemente llamando su atención sin que la profesora se diera cuenta. Ella giró un poco la cabeza para verme con el ceño fruncido y yo escribí en la mesa que compartíamos con el lápiz.

En la pregunta del punto F es la opción B, tonta. Te lo repetí muchas veces cuando estudiamos.

Ella tomó su lápiz y primero comprobó que la profesora no nos estuviera prestando atención para luego responder.

Chismear los exámenes de los demás está mal.

No te quejes. Yo solo calculé tu promedio con todas esas respuestas mal, y supe que no aprobarías. Así que presta atención a lo que te escribiré.

Clea chasqueó la lengua al terminar de leer y me miró con los ojos entrecerrados en señal de molestia.

—Señorita Clea, ¿hay algo que quiera compartir con la clase?

«¿Por qué siempre preguntaban eso?»

—No profesora Mullins—Respondió mi mejor amiga nerviosa—. Lo lamento.

—Recordatorio para todos: aquel que vea haciendo trampa, inmediatamente reprobará el examen y de regalo se llevará un castigo en detención. ¿Entendido?

Todos respondieron que sí.

Solté un suspiro y volví mi atención hacia el examen. Al terminar de responder todo perfectamente, miré de reojo a mi amiga para ayudarla. Entonces acerqué mi lapiz a la mesa en un espacio vacío, y cuando quise comenzar a escribir, Clea tomó la parte superior del lápiz, deteniéndome.

—No necesito tu ayuda—Murmuró seriamente.

Me quedé sorprendido por su cambio de actitud tan repentino. Ella jamás me había hablado así a menos que estuviera enojada conmigo o... Estuviera en sus días. ¿Sería eso? Y si es así, ¿cómo se lo preguntaba?

—¿Tienes la marea roja? —Pregunté lo suficientemente bajo para que solo ella escuchara. Vi como frunció el ceño.

—¿Qué?

—Qué si te llegó Andrés.

—¿Quién?

Rodeé los ojos.

—Por Dios, Clea—Me quejé —. Soy chico y entiendo mejor éstas indirectas que tú.

—¿Quieres guardar silencio un momento? Nos regañarán por tu culpa.

Bien. Esta definitivamente no era Clea. Siempre era yo quién decía eso. ¿Qué está pasando? ¿Es su hermana gemela que es todo lo contrario a mi Clea?

Un momento, ¿cómo sería si ella en verdad tuviera una gemela malvada? Yo creo que la malvada sería ella la verdad.

«Te estás desviando, imbécil »

—¿Por qué tienes ese humor conmigo? —Le pregunté—. Desde ayer que estás así de rara.

—Conan, si no te importa, quiero terminar con mi examen para no reprobar. Así que por favor guarda silencio.

Me ha llamado Conan. Entonces esto sí es personal.

Decidí callarme y pensar en las posibilidades de que esté enojada conmigo por haber dicho o hecho algo que pudo ofenderla.

Nada.

El sábado cuando se fue de mi casa la noté un poco rara, y de ahí no hablamos más hasta hoy.

El timbre sonó indicando el término de ésta clase, y por lo tanto del examen. Todos se levantaron a entregar sus hojas incluidos Clea y yo. Luego de eso ella se fue del salón ya que era nuestro descanso. Pero ni siquiera me esperó. La seguí a una distancia considerada ya que llevaba en su frente la palabra "Si me hablas, te castro" en letras mayúsculas y rojas.

Bueno, no literalmente.

—¡Conan! —Escuché la voz de Ashley detrás de mí y entonces me giré, deteniéndome. Le sonreí.

—Hola, Ash.

—¿Qué tal? ¿Cómo les fue en el examen?

Me encogí de hombros.

—A mí bien, creo. A Clea no sé.

—¿Dónde está ella? Siempre están juntos ustedes dos—Preguntó. Luego arrugó la nariz—. A menos que ella haya ido al baño.

—A menos que el baño esté en dirección a la cafetería, no. —Dije y le hice una seña con la cabeza para que me acompañara allá. Empezamos a caminar —. Creo que está enojada conmigo, ¿sabes?

—¿Clea? ¿Por qué?

—No lo sé —Admití—. Ni siquiera hemos hablado desde el sábado. Así que no sé que pude haber hecho para que me ignore.

Analicé lo que pasó el sábado y me desesperé al no encontrar nada que pudiera decirme algo.

—Tal vez tengas que darle su espacio, Gray.

Me detuve en la entrada de la cafetería y por ende lo hizo Ashley. Observé a lo lejos como Clea estaba hablando animosamente con Luke y de pronto me sentí un poco molesto. ¿A él si le sonreía?

—Tal vez—Le respondí distraídamente a Ashley. De pronto recordé algo y me giré a verla—. Dime, ¿qué te parece si salimos hoy después de clases?

Ella se puso roja y balbuceó unas cosas.

—O-oye, no quieras darle celos a Clea conmigo —Respondió con nervios.

La observé confundido.

—¿Celos? ¿De qué hablas? Te lo propuse porque Luke iría con Clea a una cafetería que inaugurarían y nos invitó nosotros dos.

Ahora la confundida era Ashely.

—¿Luke y Clea están saliendo? —Preguntó con sorpresa.

—No lo sé y no me importa —Respondí sonando más brusco de lo que quería.—. ¿Por qué la pregunta?

—Oh, no es nada. Yo creí que... Bueno, no importa. Entonces sí iré contigo.

Le sonreí.

—Bien.






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