Arturo sólo quiere que su discurso real salga bien, por lo que necesitará un poco de suerte extra. Y qué mejor manera de conseguirla que pidiéndole a su novia un favor especial... que quizá ella se niegue a dar.
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— Entonces... ¿Cómo me veo?
Ricitos alzó una ceja y lo examinó de pies a cabeza. Después dio su veredicto —. Te ves como un presumido.
— Ah, por favor. Así se supone que debe lucir un rey ¿no?
— Pues entonces te ves como uno — Ella se puso de pie y acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja —. ¿Estás nervioso?
El joven resopló — Un poco.
— No mientas — Ricitos tomó la mano del rubio, que temblaba ligeramente y la envolvió entre las suyas —. Tranquilo, no es la primera vez que das un discurso. Lo harás bien.
— Eso espero — Él le devolvió el gesto y envolvió con sus palmas las manos de la chica —. Sólo que siempre me pongo ansioso. Aunque ya no tanto como antes.
— ¿Lo ves? Todo saldrá perfecto — Soltó sus manos y le dio unas palmaditas en el hombro al joven rey —. Vete, no querrás que se aburran y se vayan.
Arturo asintió — Tienes razón. Gracias — La mencionada le sonrió y entonces él cerró los ojos, para después inclinarse ligeramente hacia ella.
Ricitos observó con gracia sus labios fruncidos — Oye, ¿qué haces, niño?
Él abrió los ojos y la observó con extrañeza —. Pues... ¿No me darás un beso para la buena suerte?
— ¿Para la qué? — Cuestionó con una risita —. Por favor, no creas en supersticiones, y mucho menos si son tan cursis.
— No son supersticiones, ni tampoco es cursilería ¿es mucho pedir que mi novia me bese?
— Bueno, está bien — Ella le dio un beso en la frente —. Listo, su majestad. Ahora puede irse.
— ¿Crees que eso me dará buena suerte? — La contraria asintió, Arturo arrugó el entrecejo, pero luego suspiró, resignado —. Bien, bien. Como tú quieras. Pero si mi discurso sale mal...
— Ay, ya. ¡Deja de lloriquear! — Lo tomó por las mejillas en cuestión de segundos y le dio un beso que pretendía ser corto, pero que terminó envolviéndola por mucho más tiempo.
Ricitos de separó de él, quien sonrió — ¿Sabes? Acabo de darme cuenta de que no necesito un beso. Tú eres mi buena suerte — Afirmó Arturo, en tono dulce. Aunque inmediatamente soltó un pequeño quejido a causa de un golpe en el brazo que ella le propinó.
— Déjate de cosas y ve a dar tu discurso, niño. Ya estarás contento.
— Es cierto, lo estoy — Dijo con satisfacción. Dio un par de pasos hacia el balcón de su palacio, desde donde daría su discurso —. Oye, gracias, Ricitos.
— De nada, Artie. Y... buena suerte.
— Cuenta con ello.
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Estos dos han hecho un nido en mi cabeza desde que vi un edit de ellos en Tumblr xd
Por si les interesa, hay más fics de este ship en mi perfil, y tengo planeado subir unos cuantos más a la brevedad.
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