Capítulo único

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Si le pidieran que definiera su vida en tres palabras diría que era horrible, ruidosa y de supervivencia.

Más que todo supervivencia, la vida de por sí ya era horriblemente aburrida. Ser un gato de casi un año, de bonito pelaje y buenos modales convertía a todos de esa familia en unos salvajes, no era por presumir pero Yoongi jamás había causado problemas en casa. Lo amaban, ¿qué podía decir? No tenía la culpa de que los demás fueran...tan ellos.

Pero eso no era lo que lo atormentaba. El problema era otro; un zorro astuto que había decidido doblarse la pata cerca del garaje. Una combinación de perro-gato de pelaje mixto entre blanco y rojizo. Flaco. Sucio. Callejero, un aprovechado.

El punto aquí era que la casa estaba demasiada llena y Sun no lo comprendía. Ella era una humana un tanto pasada de alegre, lo había rescatado afueras de la universidad, o bueno; solo sintió que lo alzaban y lo escondían a una mochila antes de verse corriendo con ella como si hubiese cometido el peor de los crímenes.

Sun había logrado agradarle, mas no los demás animales con quien compartía, no todos.

Como Jungkook, era un conejo que recién empezaba a descubrir que vivía en una casa llena de carnívoros. Una bolita de grasa que gustaba de esconderse en los cajones de calcetines, o debajo de la cama, siempre chillando cuando tenía hambre. Un tanto demasiado miedoso, pero no podía culparlo una vez intentó comérselo cuando la humana no dejó las suficientes provisiones antes de irse de campamento, además de que vivía una constante guerra de gruñidos y mordidas con Taehyung.

Y si vivir con ese perro ya era algo fuera de lo normal, no quería imaginarse lo que vivía el pobre animal siendo su juguete preferido.

Yoongi ya había delimitado su territorio con el husky siberiano, a él le costó comprender a qué se refería pero tampoco le dio mayores problemas, no como ese zorro.

¿Quién en sus cinco sentidos adoptaría a un animal silvestre como mascota? Y sí, Sun también había adoptado a una ardilla, no tenía cómo defenderla.

Yoongi miró desde la ventana, recostado y estirado sobre la frazada rasguñada que usaba como almohada, disgustado por la escena que le estaba dando, trató de mirar desde un mejor ángulo, pero sólo provocó que sus patitas colgaran del marco y la ardilla coreana se carcajeara con la boca llena de nueces desde la rama del árbol de duraznos que quedaba más cerca. Frunció el ceño, quedando sentado sobre sus cuatro patas.

—Yo de quidaron del fuesgo oza vez, ¿eh?comentó la ardilla antes de sentir una arcada que lo hiciera escupir las nueces. Yoongi arrugó la nariz con asco.—¿Ya te quitaron el puesto otra vez, gatito?

—Habla como un animal decente, mírate hasta te pareces al cuy de la vieja de al frente.

—¡No me digas eso! Mis mejillas no están así de caídas, ¿okay? Mi piel se estira pero es por mi organismo—defendió Hobi con tono ofendido. Odiaba que lo comparasen con esa bola de pelos que ni forma ni cola tenía.

En cambio, él era un hermoso resultado de la naturaleza, Hobi tenía una cola no tan esponjosa de color castaño, no era tan larga y eso le gustaba, pues no era demasiado cómodo ir de rama en rama con una cosa tan bultosa. Se peinó las orejitas antes de hacer lo mismo con su colita.

—Y si soy feo no te importa, al menos a mi no me van a reemplazar por un carnívoro más grande.

—¿Reemplazar a quién? Yo lo que veo es a mi querida humana hacer un poco de caridad—el roedor rodó los ojos y continuó con su método de limpieza, asustándose cuando sintió que la rama se movía.—Y ahora mismo pienso detenerla.

Yoongi movió la cola antes de saltar hasta el otro extremo y bajar el árbol de manera apresurada, haciendo que Hobi le acusara por arruinar la pila de nueces que había estado reuniendo para llevar a su madriguera.

𝙉𝙞 𝙥𝙚𝙧𝙧𝙤, 𝙣𝙞 𝙜𝙖𝙩𝙤/ 𝙔𝙤𝙤𝙣𝙢𝙞𝙣Where stories live. Discover now