Yo cerré mi cuaderno y abrí mi libro. Miré a Saya, que hizo lo mismo. Nos sonreímos y nos pusimos a prestar atención a la clase.

– Bien, dreck, empieza a leer la lección de hoy sobre el cráneo humano – dijo la maestra Linares con voz firme y autoritaria.

– El cráneo humano es una maravilla de la naturaleza, formado por ocho huesos que protegen el cerebro y le dan forma a la cabeza – comenzó a leer dreck con voz temblorosa y aburrida. – Los nombres de los huesos son: dos parietales, que cubren la parte superior y lateral del cráneo; dos temporales, que se encuentran en las sienes y alojan el oído interno; un frontal, que forma la frente y el techo de las órbitas oculares; un occipital, que cierra el cráneo por detrás y contiene el agujero magno por donde pasa la médula espinal; un esfenoides, que tiene forma de mariposa y se sitúa en la base del cráneo; y un etmoides, que es un hueso esponjoso que separa las fosas nasales y contribuye a formar la nariz, el paladar y las órbitas oculares. Estos huesos se articulan entre sí mediante suturas, que son uniones fibrosas e inmóviles. Al unirse, conforman una estructura craneal de forma ovoide, es decir, ovalada, con un polo anterior (frontal) más estrecho y un polo posterior (occipital) más ancho. En la figura se puede apreciar la vista lateral del cráneo con los nombres de los huesos y las suturas que los unen.

– Bien, esto se refiere a la anatomía del cráneo, que es muy importante para conocer la fisiología y la patología del sistema nervioso central. – concluyó la profesora.

Después de que la maestra nos explicara con detalle la lección sobre el cráneo humano, nos entregó a cada uno un cráneo vacío, de plástico y desmontable, para que pudiéramos examinarlo bien y ubicar cada hueso que lo forma. Era una actividad interesante, pero también un poco macabra, tener entre las manos la réplica de lo que había dentro de nuestras cabezas.

Después de una hora en la clase, el timbre sonó indicando que la clase había terminado. La maestra nos pidió que devolviéramos los cráneos y se retiró, dejándonos solos en el aula. Por mi parte, empecé a guardar mis cosas de nuevo en la mochila.

– Por cierto, Nisha – me habló Saya – Soy nueva aquí, vine de intercambio desde corea, ¿crees que me pueda juntar contigo?

– ¿Qué? – Volteé a verla, sorprendida por su pregunta. Ella me mostraba una sonrisa dulce e inocente. - ¿Por qué? – pregunté, sin entender su interés.

– Bueno, eres la única con la que he hablado y pareces una linda persona – me dijo mientras se acomodaba el cabello hacia atrás impidiendo que le estorbará – Además, me gustaría conocer más sobre tu cultura y tu idioma.

– Como quieras – le respondí con indiferencia, colocándome mi mochila y saliendo del salón con Saya siguiéndome. Caminamos hacia el campo de entrenamiento, donde hoy empezaría mi práctica de fútbol americano.

Al llegar al campo, dejé mi mochila en una de las gradas y empecé a buscar una banda para el sudor, que me ayudaría a mantener el cabello fuera de mi cara.

– ¿Harás ejercicio? – me preguntó Saya, sentándose al lado de mi mochila, con curiosidad.

– No, voy a entrenar – le respondí, cerrando la mochila con un gesto de impaciencia. – Soy parte del equipo de fútbol americano masculino, y hoy es mi primer día de entrenamiento

– ¡Wow, qué genial! – exclamó Saya, con admiración. – Yo nunca he jugado fútbol americano, pero me parece muy divertido. ¿Puedo verte jugar?

– si quieres – le dije, encogiéndome de hombros. – Pero no esperes que te preste mucha atención, estoy concentrada en el juego.

– No te preocupes, yo solo te apoyaré desde aquí – me contestó, feliz, alzando un poco las manos. Por mi parte, caminé en dirección a la pequeña fila que estaban haciendo las chicas del equipo, para recibir las instrucciones del entrenador. – ¡Suerte, Nisha! – me gritó desde las gradas, con entusiasmo.

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