Halstead: la fortaleza

Capítulo 6 : San Mungo

Harry soñó esa noche; Bueno, fue más bien una pesadilla. Voldemort acababa de enterarse de las desapariciones de los estudiantes y estaba furioso, lo que provocó que el adolescente viera lo que estaba sucediendo. Harry se agitó en su cama y enredó las sábanas alrededor de sus piernas. El sudor le corría por la cara y el cuerpo, su cicatriz estaba inflamada y ardía de dolor. Su respiración era dificultosa al sentir cómo se sentía Tom y tratando desesperadamente de no hacerlo. Habían pasado años desde que esto sucedió y Harry no estaba contento con eso. Intentó alejar su mente de la de esa vil criatura, pero estaba estancado.

El Señor Oscuro estaba sentado en una habitación que parecía ser una oficina redecorada para ser una sala del trono. Las paredes eran de madera y no tenían adornos, pero se podía ver dónde solían colgarse los diplomas y cosas así. La alfombra era beige, con una alfombra dorada en el medio. El único mueble era la horrible silla dorada de respaldo alto en la que estaba sentado el hombre, que estaba sobre un estrado dorado. Había un gran espacio vacío frente a ese trono, donde Harry supuso que estarían los Mortífagos. Las antorchas en la pared proyectan sombras, haciendo que los rasgos de serpiente del Señor Oscuro parezcan siniestros. Nagini se deslizó alrededor de la silla, siseándole a su maestro, quien le siseaba a cambio, causando que el hombre frente a él temblara de miedo.

En este momento, sólo había otro hombre en la habitación. Estaba arrodillado ante el Señor Oscuro, con la cabeza en el suelo, temblando de terror. El gemelo Carrow, Harry no sabía su nombre, levantó la cabeza cuando su maestro habló.

Ya estaba molesto por la destrucción de los campos y sabía que eran Potter y su alegre grupo de seguidores los que estaban haciendo esto. Simplemente no sabía cómo. Nunca pensó que el chico fuera lo suficientemente inteligente como para llevar a cabo eventos como estos, tal vez esa sangre sucia, Granger, pero no Potter. No, Severus le había dicho que el chico era, en el mejor de los casos, un mago mediocre, que ocasionalmente realizaba ataques de gran magia. Pero todo lo demás, incluyendo lo que Voldemort había visto en la mente de Potter, mostraba a un niño perezoso, que confiaba en sus amigos para salir adelante.

Los guardias de los campamentos mencionaron que la Orden había entrado a través de un portal, pero nadie vio a Potter. Voldemort había pasado el último día buscando cualquier información que pudiera encontrar en los portales, pero llegaba con las manos vacías, lo que no ayudaba a su forma de pensar actual. Lo más parecido a un portal que descubrió fue el Velo de la Muerte, pero no conducía a ninguna parte y no podía controlarse ni dirigirse.

Ahora este tonto le había perdido más prisioneros, porque eso es lo que Hogwarts era ahora, una prisión. Había estado a punto de cerrar la escuela a los sangre sucia y traidores, pero decidió mantenerlos allí para que pudieran ser torturados. Algunos habían intentado quedarse en casa, pero él hizo que sus secuaces los arrastraran a la escuela. Se deleitaba con los informes de cómo los Mortífagos estaban rompiendo sus espíritus. Cuando se graduaran, su plan era ponerlos en campos para que pudieran ver morir a sus padres y hermanos. Ahora se habían ido y él estaba furioso.

Voldemort estaba contemplando al mortífago que le había traído las malas noticias de Hogwarts. “Quieres decirme, Amycus, que todos los sangre sucia y traidores han escapado de Hogwarts. Bien. Bajo. Su. Nariz." exigió con un gruñido en su rostro de serpiente, su voz apenas contenía furia. Agarró la silla con tanta fuerza que los brazos crujieron. Nagini, sintiendo la furia de su maestro, siseó y se deslizó alrededor del acobardado Mortífago.

Harry podía sentir su ira pulsando a través del enlace y estaba tratando frenéticamente de alejarse de la escena. Su cabeza sentía como si se estuviera partiendo y no quería presenciar la tortura, incluso si fuera la de un Mortífago.