Él salió por un momento, y entonces fue cuando la mujer volteó, y pude ver su rostro.

—¿Qué mierda?—murmuro para mí mismo cuando la reconozco.

Kat
Estoy cagada del miedo, he soltado las ataduras como estaba en el plan, dejándolas entreabiertas. Estoy aturdida aún. Me acomodo sobre el altar y entonces escucho los pasos de Demon acercarse.

Pero no está solo, hay alguien más. Una mujer
Me hago la dormida todo lo que puedo y cuando se supone que debo despertar, solo veo a Demon. Su rostro estaba sobre el mío, mientras mi cuerpo estaba sobre el altar, tenía velas a mi alrededor y el calor que emanaban me hacía sudar. Era como si fuese un bufé de millonarios raros.

—Al fin... ¡he ganado!—dice con entusiasmo mirándome.—Te he cazado y ahora estás aquí.—su mirada llena de gloria y emoción me traspasan el cerebro de una manera demasiado perturbadora.

—Me temo que te has equivocado—me abalanzo hacia él y clavo la daga que Adam me había prestado justo en su pecho, la cual escondía dentro de mi pantalón.—Nunca vas a ganarme, yo te cree, ¡yo los cree! Asimismo, Puedo destruirlos—mi voz suena tan fuerte como quiero. Llena de odio y rencor. Demon retrocede, aturdido, parece que ha funcionado.

—¿¡Qué mierda has hecho?! ¡Kaia!—grita con desesperación, a lo que sé, Kaia, la hermana de Adam, tenía poderes curativos. Y con esta Daga era la única arma con la que podía herir a los del portal.

—Kaia no va a venir, vas a morir y esto va a acabar porque no voy a permitir que sigan robando vidas—me acerco para clavar de nuevo daga en su pecho, pero entonces una voz femenina me interrumpe.

Una voz que reconocía demasiado bien. Era la voz de mi madre, quien traía a Kaia atada de manos. La llevó hacia Demon, y ella, con el pulso acelerado, se apresuró a curarlo. Antes de hacerlo, me lanzó una mirada de disculpa.

—No voy a permitir que arruines todo de nuevo —dice mi madre con un tono que retumba en mi cabeza. Va vestida con una toga roja y sostiene un cuchillo en su mano derecha—. Todo ha salido a la perfección... y ahora voy a ser yo misma quien te mate.

Siento que el mundo da vueltas, la confusión y el impacto me golpean con fuerza. No... no podía ser posible.

—Es un engaño, eres uno de ellos usando la imagen de mi madre, ella jamás...—la firmeza de mi voz se desaparece, siendo remplazada por balbuceos confusos.

—¿Jamás podría hacerte daño?—se burla—te equivocas, nadie ha tomado mi imagen, soy yo, Kat, tu madre—escupe con odio.

Sin darme cuenta, Demon me acorrala por la espalda, agarrándome del cuello. Forcejeo, pateo, muerdo y araño, pero nada parece hacerle efecto. Él me arrebata la daga y la tira al suelo, lejos de mi alcance. Mientras tanto, mi madre se acerca lentamente.

—He esperado esto durante tantos años...—dice ella con una ilusión palpable en su voz.

La incertidumbre me da vueltas la cabeza. Las lágrimas me amenazan con salir y nuevamente me siento diminuta.

—¿Por qué lo has hecho? ¿Cómo...?— la debilidad de mi voz casi me hace desear ser yo quien se apuñala.

—Aww, hija mía...—dice burlonamente mientras juega con el cuchillo entre sus manos, sus ojos destellan diversión— porque eres una asesina. Mataste a tu padre, ¡a mi esposo!

Sigo forcejeando, pero Demon solo justa más su agarre.

—Apresúrate Eloísa, di tu discurso y termina ya—insiste con diversión.

—¡Mataste a mi esposo!— el tono de mi madre se torna acusatorio, su mirada se oscurece y toda la diversión desaparece— ¡Él era mi vida! Desde que llegaste, todo se fue al infierno, y fue aún peor cuando supe que lo mataste.

A Través Del Espejo Where stories live. Discover now