EL ÚLTIMO ASALTO

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El rugir de las llamas crecía con cada segundo, amenazando con devorar tanto a amigos como a enemigos. Alice, sintiendo la debilidad de sus amigas ante la falta de oxígeno, tomó una decisión rápida y valiente. Priorizando la seguridad de Isabella, Emily y Lyara, apuntó su pringe mágico hacia las llamas, liberando un torrente de su sustancia mágica.

El pringe de Alice actuó como un extintor mágico, apagando las llamas que consumían el oxígeno y debilitaban a sus amigas. Adoptando la forma de un bombero, Alice se sumergió en la tarea de sofocar el fuego con una expresión concentrada. Aunque la batalla seguía en pie, su instinto protector la guiaba hacia el bienestar de aquellos a quienes quería.

El sonido de las llamas menguando era música para los oídos de sus amigas y aliados, y los lobos, momentáneamente desconcertados por la inusual estrategia de Alice, aprovecharon para reagruparse. La base, envuelta en la danza de la magia y el combate, estaba lejos de la calma, pero al menos, las llamas se convertían en recuerdos fugaces mientras Alice luchaba por mantener a salvo a quienes más quería.

La puerta de la mazmorra crujía al abrirse, revelando un imponente lobo con cicatrices que parecían contar historias de batallas pasadas. Emily, siempre rápida, no dudó en lanzar sus mejores flechas hacia la bestia, pero estas rebotaron en su pelaje como si fueran simples gotas de lluvia.

Isabella, con determinación, conjuró su magia de hielo, enviando filamentos fríos que se aferraban al pelaje del lobo gigante. Aunque ralentizado, el lobo no mostraba signos de rendirse.

Alice, ante la imponente presencia del lobo, extendió su pringe mágico para cubrir al animal y asfixiarlo. Sin embargo, la bestia no cedía fácilmente. Con un rápido movimiento, cortó uno de los brazos de Alice, pero para sorpresa de todos, el brazo amputado volvió a ella, y Alice continuó su ataque como si nada hubiera pasado.

La batalla se intensificaba con cada momento, y el enorme lobo mostraba una resistencia que desafiaba todas las expectativas. La mazmorra se convirtió en el escenario de una lucha titánica entre la magia de las chicas y la ferocidad del lobo, marcando un capítulo crucial en la batalla por la supervivencia.

Los lobos gigantes se materializaron en la penumbra, rodeando a los valientes caballeros que enfrentaban las llamas y protegían el perímetro del campamento. Babearon de forma grotesca, sus ojos brillando con una codicia hambrienta mientras observaban a los humanos como si fueran un festín exquisito.

Un sonido agudo de silbato cortó el aire, desencadenando el caos. Los lobos avanzaron con una coordinación asombrosa, cada uno exhibiendo tácticas únicas de caza. Algunos se abalanzaron sobre los hombres, devorándolos de un solo bocado y dejando solo huesos despojados. Otros, más sádicos, disfrutaban prolongando la agonía, jugando con sus presas antes de dar el golpe final.

Los caballeros luchaban valientemente, pero la ferocidad y astucia de los lobos demostraban ser un desafío formidable. Mientras las llamas danzaban detrás de ellos, la danza macabra entre hombres y bestias gigantes se desarrollaba con una violencia despiadada, marcando un sombrío contraste con el resplandor del fuego.

Alice, consciente de la desesperación que se cernía sobre el campo de batalla, decidió desatar todo su potencial. Fundió su transformación gelatinosa con la del tiranosaurio, dando vida a una criatura titánica, impenetrable e imposible de herir. Esta amalgama de poder y resistencia encaró al lobo gigante con determinación, enfrentándolo en un combate que desafiaba los límites de la realidad.

Las colosales garras del tiranosaurio-gelatina se alzaron en el aire, desencadenando un ataque feroz contra el lobo, cuyos intentos de contraatacar se encontraban con una defensa inquebrantable. La batalla se desarrolló en un frenesí de movimientos, donde la criatura fusionada de Alice luchaba con todas sus fuerzas para vencer al último obstáculo dentro del campamento.

METAMORFOSIS MAGICAWhere stories live. Discover now