Capítulo 28

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Elizabeth marcha por el bosque de regreso a su casa. Luego de haber dejado a Adal en su hogar, siguió con su camino a pesar de la inquietud del menor. Su inseguridad antes de ingresar por el sendero de árboles le llamó la atención, pero no quería incomodarlo ni mucho menos que él dejara de aferrarse a su mano al ir juntos.

Algo anda mal con el niño y Elizabeth puede imaginarse que está ocurriendo. El temor de que estuviera pasando por lo mismo que su viejo amigo la pone ansiosa y lo cierto es que no se encuentra tan lejos de la realidad del chico.

Adal es maltratado por su madre.

Desde la perspectiva del niño. El haber arrancado unas bonitas flores exóticas del jardín luego de que sus manos hayan sido quemadas, le trajo calma por unos segundos.

Él siente una profunda admiración por su maestra, ya que Elizabeth es dulce por más que su cuerpo emane olor a sangre. Durante los dos años que le ha enseñado, nunca se acercó a ella, a pesar de que lo cuidó junto a sus demás compañeros con dedicación. Y es tan significativo el tiempo que pasaron que para él se convirtieron en largos años a pesar de su corta existencia.

Elizabeth es luz para Adal.

Sin embargo, haber arrancado esas bonitas flores exóticas que le recordaban a su mirar le trajo varios problemas. Su madre le quebró las muñecas con tanto odio que se quedó paralizado sin saber cómo expresar el dolor que lo consumía.

Entonces, él se refugió en la mirada azul de una mujer con olor a vainilla.

En el mundo de las bestias, cuando se trata de Alfas es demencial ser cuidado con cariño y ser llamado amablemente se vuelve un disparate.

Volviendo a Elizabeth.

Ella camina con calma mientras el sol del día cae, dejando a la vista un cielo anaranjado.

No obstante, voltea con lentitud en el momento que los vellos del cuerpo se le erizan por tener un mal presentimiento. No dice nada, dedicándose a contemplar el bosque a su alrededor.

Qué extraño. Piensa al fruncir el ceño.

Se encoge antes de girarse para seguir con su camino, pero al hacerlo se encuentra con un hombre de mirada oscura, quien la obliga a retroceder.

Para ella, Aren no es alguien de genio difícil. De todos modos, sigue sintiéndose herida y la razón de saber que sus decisiones pusieron en peligro a los demás la coloca en una situación complicada.

—No tengo nada que hablar contigo —afirma, aferrándose a la correa del bolso y el ramo de flores—. Así que, ya no insistas.

Aren físicamente había madurado con rapidez y eso la confundía aún más. ¿Acaso la vida le intenta decir que él también será un monstruo como su padre?

Sus ojos se cristalizan, por lo que corre la mirada sintiéndose desorientada.

—Elizabeth.

Oír su nombre la hace temblar y oprime los labios en el momento que su corazón empieza a enloquecerla.

—No lo hagas más difícil —musita Lizzie, viéndolo ligeramente para no enseñarle sus lágrimas.

Ya ha llorado mucho por él y creía haberlo superado cuando apenas era una adolescente.

Él levanta una mano con cuidado hacia ella con la esperanza de poder tocarla, ya que ansia tanto tenerla entre sus brazos porque la distancia lo está matando. Aren dio un paso hacia ella, pero Elizabeth retrocedió.

—No me mires como si yo fuera la culpable de haberme alejado —escupe molesta, viendo la expresión herida de él por su rechazo—. Yo no provoqué esta mierda —farfulla entre dientes.

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2023 ⏰

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Sangre de Lobo © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora