Capítulo 15 | Peligro

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Narrador Omnisciente

—Tú...

Elizabeth se mueve con inquietud en la entrada.

—¿Quieres pasar?

A cambio, él solo se encogió en el lugar, restándole importancia.

—Estoy tratando de tener cortesía, Trevor —declaró con honestidad, evadiendo el tono nervioso que se apoderó por unos segundos de sus cuerdas vocales.

—Lo sé —respondió a secas, observando a la chica a los ojos—, pero no me parece correcto hacerlo, más cuando el hombre que está detrás de ti me quiere comer vivo —comentó con diversión.

Aun así, debe ser sincero con la elección de palabras.

No sabría describir la sensación de peligro que lo embargó al momento de pisar la residencia de Elizabeth y puede juzgar con precisión que ese sentimiento «advertencia» proviene de ese sujeto que se encuentra detrás ella.

¿Aren se habrá percatado de este hombre?

«A juzgar por su presencia puede que haya sido un cazador de rango extraordinario, ¿me pregunto si nuestro Alfa está al tanto de su presencia?».

La interrogante que hizo su lobo lo dejó pensativo, aun así, se encogió en el lugar y agachando la cabeza solo volteó para poder marcharse.

No importa cuál sea la respuesta mientras no nos metamos con la chica, no creo que suceda algo malo.

—¡Cuídate! ¡Avísame cuando llegues!

La cabeza del más alto se giró para contemplar a la chica, a lo que una sonrisa ladina surcó sus facciones al momento de percibir esa sensación que ella le produjo.

Ya entiendo por qué Aren vive pegado a Elizabeth.

«La chica es agradable a comparación del ambiente de la manada».

—Tú mismo lo has dicho.

(...)

—«¿Cuídate?» «¿Avísame cuando llegues?»

Elizabeth hizo una mueca al cerrar la puerta de la entrada, maldiciendo su suerte, luego volteó para encontrarse con la «máscara de payaso» de Einar por haber dicho algo tan vergonzoso como aquello.

—Estás exagerando. Lo sabes, ¿no? —cuestionó acalorada, sintiendo las mejillas al rojo vivo por la molestia—. Solo estoy siendo alguien agradable y tú también deberías aprender a serlo —tarareó palpándole el hombre al pasar, por un lado, en dirección al sofá.

Él elevó una de las cejas con incredulidad, cruzándose de brazos al ver la pequeña figura de la chica recostarse.

—Necesito ser intimidante para advertirles de que si se meten contigo, se involucran conmigo. Además, no he venido al mundo con la esperanza de ser agradable. Eso te lo dejo a ti —concluyó, parándose enfrente de la chica. Luego señaló los pies sobre el apoyabrazos—. Bájalos.

La joven solo blanqueó su mirada antes de seguir las órdenes del mayor.

—Sí, señor.

¿Me pregunto por qué Aren no ha ido...?

Los ojos azules de Elizabeth se detuvieron en la pulsera que yace en su mano derecha, la cual posee un dije con la inicial de su mejor amigo y él tiene una con la suya.

Me pregunto si sigues pensando en eso.

Contempló la pulsera de oro que su compañero le había regalado para San Valentín y, sin querer, una curva nació en la comisura de sus labios. No podría olvidar su dulce tartamudeo o el brillo encantador de la mirada de Aren, ya que ese día él poseía un aura diferente y algo fuera de lo común. Su rostro, de tez clara, se había encendido.

Sangre de Lobo © BORRADORWhere stories live. Discover now