Ser una familia poliamorosa sonaba reconfortante porque le daba un lugar en la vida de Blitzø.

Eran esposos, sin anillos para demostrarle al mundo.

Eran amigos que vivían juntos.

Stolas contuvo la risa. Había cometido el mismo error que en su infancia al enamorarse de su mejor amigo. Aun sin corona, seguía siendo el solitario príncipe que se enamoró de un alma libre.

Cuando salió del baño listo para un nuevo día, sonrió al encontrar a Loona y Octavia sentadas a un lado de la puerta y cambiadas de ropa. Usualmente le tomaba horas cambiar de ropa a Octavia pero Loona tenía un don para hacer que Via le hiciera caso cuando era necesario.

—Hoy luces mejor. —Loona señaló.

—¿Estabas preocupada por mí?, —Stolas preguntó con una pequeña sonrisa.

—¡No!, —Loona se levantó y comenzó a caminar frente a ellos—. Pero ayer estabas tan lamentable que no tuviste tiempo para enseñarme magia.

Era verdad, después de ayudarla con sus tareas de la escuela, él había tenido que cancelar sus lecciones y acortar su tiempo con Loona porque sus ánimos habían estado deplorablemente bajos y no quería que las niñas lo vieran ser tan patético.

—Lamento habernos perdido nuestras clases. —Stolas confesó con sinceridad—. No me gustó cancelarla.

—No importa... —Loona se encogió de hombros pero era obvio que sí le importaba y mucho.

Él contuvo el deseo de levantar a Octavia en brazos y, en su lugar, la guio hacia las escaleras, donde Loona los esperaba. Según los libros de paternidad, era necesario fomentar la independencia de los niños, y dado que Octavia había dominado su equilibrio al caminar, era bueno enseñarle cómo bajar escalones sin sentarse en ellos, sino tomando el pasamanos.

—Entonces..., —Loona retomó sin mirarlo a los ojos—. ¿Estás bien con la imp nueva, pero no con Verosika...?

Él sintió una punzada en el pecho. Al parecer, sus intentos de actuación no habían engañado a nadie en ninguna frontera. Stolas en verdad se había esforzado por apoyar tanto a Loona como a Blitzø con la visita de Verosika, fingiendo que no había pasado todo el día creyendo que Blitzø volvería y le diría que iba a dejarlos. Él miró a Loona, quien tenía sus manos extendidas frente a Octavia, lista para atraparla mientras esta saltaba de un escalón al otro.

—Estoy bien con Verosika.

—Eso es pura... —Loona apretó sus dientes para contenerse y lo miró con reproche—. No me mientas, no soy estúpida.

—Jamás he creído que lo seas. —Stolas apoyó sus manos sobre sus caderas—. Loona, me ofendes. Sinceramente ¿crees que perdería mi tiempo enseñándole magia a alguien que no fuese extremadamente inteligente?

Loona dejó caer sus orejas y miró a un costado, pero su cola se movió como muestra de felicidad. Igual que su padre, Loona necesitaba que le recordasen lo maravillosa que era y Stolas encontraba entretenido maniobrar con la osadía de la niña para dejarle saber cuánto la adoraba.

—Y es verdad, estoy bien con Verosika. —Él respiró hondo—. Solo tenía miedo.

—Miedo de que Blitzø te dejase por ella?

—No... —Stolas sintió su rostro sonrojarse—. Por Lucifer, eres muy directa... Pero temía perderlos a ustedes dos.

Ellos llegaron al final de las escaleras, y Loona levantó su mirada con incredulidad. Ella abrió la boca para reprochar algo, pero Octavia saltó el último tramo y se abrazó a ella por equilibrio.

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