Capítulo 14

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No era la primera vez que Blitzø tenía que sentarse por horas afuera de unos cambiadores. Usualmente no le molestaba, Verosika sabía hacer un excepcional manejo de su paciencia, haciéndolo anticipar cada segundo ante la posibilidad de que la cortina se abriese. Él había perdido la cuenta de las ocasiones en que su sangre se había calentado tanto que Blitzø se había escabullido dentro del cambiador y eventualmente ellos habían llegado a las noticias por su comportamiento. Verosika amaba ese tipo de publicidad gratuita que los medios le daban por simplemente disfrutar de su relación.

Pero eso estaba en el pasado y esta era la primera vez que Blitzø veía a Verosika tratar un viaje de compras como una misión y no un entretenimiento personal. Ellos habían recorrido múltiples tiendas y Verosika había desarmado la sección para niños buscando la ropa que consideraba apropiada. Blitzø ya hubiese estado de mal humor después de entrar y salir de los cambiadores tantas veces. Pero poco a poco Loona había tomado mayor confianza entre cada prueba de vestuario y en lugar de estar agotada o molesta, lucía más interesada en lo que Verosika tenía planeado y qué opinaba de todo lo que ella estaba probándose.

—Blanco y negro son un clásico. —Verosika le explicó a la niña desde el otro lado de la cortina—. Y dado que no quieres resaltar tanto, tienes suerte de que tu pelaje tiene tan bonito contraste.

Ese había sido el punto medio que tanto la mujer como su hija habían acordado. Verosika había intentado usar colores vivos en Loona, algo de amarillo, celeste o rosado, pero una sola mirada a la niña había bastado para saber que no iba a funcionar. Colores pastel habían corrido la misma suerte.

Para sorpresa de Blitzø, la ropa que Verosika estaba escogiendo era linda. Nada estrambótico, excesivamente a la moda o que fuese una versión infantil de lo que Verosika usualmente usaría. Era ropa de niña, resistente, cómoda y prácticas. Faldas largas con patrones, camisetas simples, shorts con volantes, blusones largos, jeans y overoles. Sí, nada de lo que Verosika escogía tenía dibujos infantiles, letras regordetas con frases ridículas o mascotas de algún parque de diversiones, pero era ropa para niños. Todo era altamente a la moda, pero cómoda y con estilo.

Blitzø estaba impresionado. No sabía qué había estado esperando, pero definitivamente no habían sido eso.

Verosika le lanzó una mirada desde afuera de los cambiadores y le sonrió con orgullo. Por Satán, ella estaba divirtiéndose con todo eso. Blitzø no podían creer que estuviese pasando algo así. Bueno, Verosika siempre había querido llevarlo de compras, pero Blitzø siempre se negó. Ahora él sospechaba que Verosika en verdad disfrutaba haciéndole cambios de look en otros demonios, incluidos niños

—Apuesto a que toda la ropa que le compraste era rock o gótica. —Ella comentó en voz alta.

—Es cosas que le gustan a Loona. —Blitzø se cruzó de brazos y sonrió de lado.

Su hija tenía excepcional buen gusto.

Verosika se acercó hasta él y se sentó a su lado en el pequeño sillón. Él se encontró casi en el borde del asiento, intentando mantener algo de distancia con esos gruesos muslos y caderas anchas. Verosika apoyó su brazo sobre el respaldo atrás de él y se cruzó de piernas para casi cubrirlo con su cuerpo. Siempre le había atraído esa sensación de ser acorralado, era un reto personal. Pero Blitzø levantó las cejas y subió su pierna al asiento, apoyando su mentón sobre su rodilla como un tipo de barrera entre ellos.

—A tu hija va a gustarle lo que sea que te guste, tonto. —Verosika se burló y lanzó su cabeza hacia atrás, mirando el techo—. Por ejemplo, cuando era niña me encantaba la música country, en especial las románticas, porque era lo que mi mamá escuchaba cada vez que me llevaba a un desfile o un concurso. —Ella le lanzó una mirada—. ¿Sabes? Llegué a escribir algunas letras.

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