CAPITULO 3

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Revisó una vez mas la humedad en la tierra, los cultivos de tomate no podían verse mas hermosos y perfectos, pero aun así se aseguro que tuvieran la suficiente humedad, que cada hoja y fruto estuvieran sanos.

Luego de verificar sus tomates, dio un vistazo rápido a sus otras verduras y frutas, todo estaba en orden. Se puso en pie con una sonrisa victoriosa, su mirada se desvió al cielo por unos instantes.

-perfecto, todavía hay sol-dijo emocionada, bajando de nuevo la atención a su amado huerto.

-no significa que tengas permiso para seguir jugando en la tierra-hablo su hermana mayor.

Suletta la ignoro por ahora, estaba demasiado distraída con las nuevas semillas que adquirió. Hace unos días Miorine le dijo que le gustaba mucho el color azul aciano, asumió que quería esa flor y no tardo casi nada en conseguirlas, ya quería ver la expresión de sorpresa y felicidad cuando Miorine las vea, probablemente estarían listas para su regreso en su próximo viaje, si tenía suerte.

-¡hey, no me ignores como mi cuñada!-gruño Eri desde el columpio donde se balanceaba al ritmo del viento.

Suletta dejó lo que hacia para ver a su hermana, no iba a negar que se veía tierna. Miorine mando instalar el columpio poco después de mudarse, estaba pensado para dos personas, si uno normal le quedaba grande a su hermana, uno para pareja la hacía ver más diminuta.

-¿Qué es tan gracioso?

Suletta prefirió guardarse sus pensamientos para ella.

-tienes razón, deberíamos dejarlo por hoy.

-exacto, si tu esposa despierta y te encuentra todavía acá, me regañara a mi-Suletta casi podía ver el mohín en las mejillas de su hermana.

Sacudió su ropa y guardo las semillas, tenia tiempo de sobra para plantarlas, y todavía estaba considerando el lugar para hacerlo.

Con cuidado tomó a su hermana con ambas manos, sabía que no había forma de que la lastimara, pero era lo poco que podía hacer para consentirla.

-ponme en tu cabeza-ordenó, pero Suletta solo se rio, como si contara un chiste, en su lugar la elevó un poco mas para que tuviera una mejor visión.

-¿Qué quieres hacer ahora?-pregunto entrando a la casa.

Miorine y su hermana acababan de llegar de su ultimo viaje. Eri decidió acompañarla mientras que su esposa tomaba un merecido descanso en la habitación, o eso fue lo último que le dijo.

Se sorprendió de descubrir a Miorine en la sala, tenía su portátil abierto sobre la pequeña mesa de decoración, pero su esposa dormía profundamente en el cómodo sofá.

-¿todavía estaba trabajando?-Suletta se preocupó mientras examinaba a su esposa, se sentía culpable por no haberse quedado con ella, podría haber insistido para que fuera a descansar.

Eri soltó un suspiro, estaba acostumbrada a que Mioriner priorizada el trabajo al descanso, pero también sabía por qué lo hacía. Solo así podría disfrutar mejor su tiempo en la tierra con Suletta.

-¿dibujamos en su cara?-pregunto a modo de aligerar el ambiente, sino Suletta se sentiría más culpable de lo que estaba.

-no... la llevare a su habitación.

Eri fue dejada junto a la portátil encendida.

-...oh que lindo, está usando tu ropa-a veces Suletta olvidaba que ya no tenía su fuerza del pasado, Eri prefirió distraerla antes de que se lastimera y de paso a su cuñada, aunque quizás podría dejarla intentarlo...

OTRA MAÑANA NORMALWhere stories live. Discover now