Bloodsucker | MatTom

Introspección

Frente de el espejo del baño, empañado gracias al agua de la ducha que se acababa de dar, podía notar todas las cicatrices que su torso poseía, gracias a que sólo estaba vestido de la cintura para abajo. De aventuras y desventuras previas, claro. Pero las más notorias eran las que estaban justo bajo su pecho; cicatrices desvanecidas de una masectomia doble.
Era extraño, poder analizar tu reflejo y verte a tí por fin, cuando te acostumbraste al ver a un cuerpo y un rostro que no correspondía. No lo llamaría euforia en sí, era más cercano a notar la ausencia de incomodidad.

Ah, y las segundas marcas más notorias eran los puntos en su cuello dejados por Matt el día previo. Podrían pasar por lunares de no ser porque eran perforaciones, y habían dejado la piel bordeandole algo morada. Impresionante como no sentía nada fuera de lo común, pudo haberlo convertido al vampirismo con un ritual extrañamente intimo, pero sólo sentía un muy tenue dolor, similar al recibido por una jeringa.
De todas formas, agradecía el que el pecoso lo hubiera mordido. Lo que le había dicho era verdad, técnicamente. No le importaba si terminaba involucrado en algún dilema sobrenatural con él, sólo que le avisara. Aunque también estaba que deseaba contacto íntimo con él, pero preferiría una lobotomía sin anestesia con un picahielo oxidado y sufrir el daño cerebral y posible tétanos a admitirle esto en voz alta.

Suspiró, aun sintiéndose raro por la sensación bizarra de su disforia volviéndose ausente. Sabia que con el tiempo se acostumbraría, pero aún así... Maldita sea su alexitimia, que tenía que complicar algo que inherentemente debería saber.

Se colocó una polera gris, una de las múltiples que tenía, con un estampado inspirado por el ska. Salió del baño, agarrando todas las cosas que tenía puesta antes de su ducha, recibiendo un saludo aparentemente amable del pecoso pelirrojo, al cual respondió con un ademán.

Todo iba bien, ¿no? La situación había sido arreglada.

Oh, claro. Si tan sólo su confusión emocional no estorbara su visión de la amistad que tenía con el pecoso pelirrojo.

[⚰️]

“Eres mejor que esto.”

Aquella frase que había pensado el día anterior, lo llevaba molestando por horas. Se quedaba ahí, invadiendo sus pensamientos, carcomiendolo por dentro.

A veces, el pelirrojo tenia pensamientos considerados... Indeseables. Intrusivos, era el término adecuado. Y él, de vez en cuando, dejaba que estos pensamientos ganaran. Por eso el aparente delirio megalomaníaco de hace unos años. “Soy mejor que todos ellos”, su cabeza en un estado putrefacto le hizo creer. “La única persona capaz de controlar el mundo correctamente... Soy yo.”
No era un deseo de poder, únicamente. Era un sentimiento de puro desprecio ante todo aquello que no fuera sí mismo. Incluso cuando no daba ante la impulsividad el mismo odio ante el mundo persistía.
Era sólo que había aprendido a esconderlo tras la cara de la caricatura de un narcisista. Era un él exagerado, idiotizado... "Aceptable" ante el mundo que detestaba.

Entonces, ¿qué era lo que hacía cuestionar su inherente superioridad? ¿Por qué su mente lo atormentaba con la culpa que normalmente no sentiría?
Era por cierto sujeto que decidió nombrarse Thomas.
Porque le temía a la mínima posibilidad de que él tuviera una perspectiva negativa de sí.
Porque si fuera otro, Matt hubiera ignorado a la voz de su consciencia diciéndole que ahora era un degenerado. Y no hubiera ido a intentar pedirle perdón.

Y hablando del varón que termino nombrándose a sí mismo, lo vió saliendo del baño, probablemente camino a su habitación. Así que puso su mejor cara de “soy dulce como la canela y he hecho nada malo en mi vida”, y le dedicó un simple hola.
Y el ademán que recibió fue suficiente para él, en ese momento.
Pues tenia todo el día para que pudiera confirmar una vez más que no lo odiaba.
Todo el día para lloriquearle por su atención.
Todo el día para rogarle por un cumplido.
Todo el día para pedirle saborear de él una vez m-