Estúpido

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Había pasado un tiempo desde esa vez que Matt se convirtió en vampiro, y había logrado encontrar un balance entre su humanidad e inhumanidad. Físicamente, parecía el mismo pelirrojo -o rubio fresa, dependiendo a quien le preguntes- pecoso de siempre, excepto que más pálido, con sus caninos más marcados, como si fuesen colmillos. Y era esencialmente el mismo narcisista de siempre, sólo que a veces tenía un apetito por sangre humana. y le daba por ir de "caza" -le pegaba un mordisco al primer pobre diablo que se encontraba en la calle-. Ese apetito era casi aleatorio, no podía adivinar cuando le pegaría el deseo, lo único que había reconocido que afectaba era estar en presencia de sangre fresca, igual que un depredador salvaje. Pero él no era un animal que no sabe mejor, se supone que es un hombre adulto con consciencia. Y digo que se supone porque ni el, ni ninguno de sus amigos más cercanos parecían comprender completamente el que las acciones tuvieran consecuencias, como que morder a alguien por hambre no le va a hacer muy feliz, y robar cosas como tanques no era muy bien visto frente la autoridad.

Ese día, el trío se hallaba en casa, nuestro pecoso estaba pensando en como es que llegó al mundo tan bonito, encerrado en su habitación, teniendo a mano uno de sus decenas de espejos... Y entonces escuchó a uno de sus compañeros de hogar pegar un grito.

"¡Puta madre!" Muy elegante y educado, definitivamente era el de cuencas.

Fue hacia donde se hallaba; la cocina. No era tan necesario una explicación, ya que la escena hablaba por si sola.
El castaño afirmaba su mano, la cual sangraba, y el piso tenía vidrios rotos, claramente provenientes de una botella, la cual definitivamente era alcohólica si el compartir techo por años le había enseñado algo.

— ¿Estás bien? — preguntó el pelirrojo, mientras notaba que no sólo el suelo estaba sucio con trozos punzantes de vidrio, si no que había un líquido trasparente esparcido por este.

¿'Tas bien? — repitió el de cuencas, en un tono sarcástico. — Por supuesto que no, imbécil. Me corté la mano por estúpido.

— Pero- ¿Cómo? — continuó con sus preguntas, ya estaba acostumbrado al habla y comportamiento algo agresivo de su compañero, aunque no necesariamente se había desensibilizado. Sabía que sería sarcástico e insultante, pero no removía el dolor emocional que causaban sus insultos.

— Eso no importa weón, has algo mejor será. — urgió el castaño. No iba a decirle que lo que pasó fue que colocó una botella de vodka en el mesón pero usó demasiada fuerza por accidente, causando que se rompiera en su puño por el impacto. Era demasiado orgulloso para admitir tan suceso.

Matt tomó de la muñeca herida a su compañero, llevándolo al lavabo. Abrió la llave, dejando que el agua corriera por la piel lastimada, lo que hizo que soltara un quejido suave. Tenía suerte que la herida era meramente superficial, al menos.

Iba a ir por un botiquín, o al menos una gasa o curita que detuviera el s-Mierda.

Era ese aroma.
Ese puto aroma que lo ansiaba de hambre.
¿Cómo no se dió cuenta?
¿Cómo no había perdido los cabales antes?
No podía concentrarse en nada excepto la palma sangrante, en aquel líquido vital saliendo del corte, en como podía sentirlo en su boca.

— ¡¿Qué mierda te pasa Matt?!

Si el grito no lo había sacado del trance, el movimiento brusco que sintió, moviéndolo, definitivamente lo hizo. Pudo finalmente notar que estaba haciendo.
Había afirmado aquella mano herida, para así poder probar de la sangre de su compañero. Le había lamido. Sentía algo metálico en sus labios aún.
"Asco, asco, asco" era lo que su cerebro gritaba. "¿Ahora qué le digo? De seguro cree que soy un degenerado"

Bloodsucker | MatTomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora