Muerde

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Ahí estaba. De vuelta a estar encerrado en su habitación, sólo que esta vez estaba tirado boca abajo en su colchón, aplastando su rostro contra una de sus múltiples almohadas que decoraban su cama, dejando escapar un sonido gutural de la mezcla entre rabia y vergüenza hacia sí. ¿Cuánto rato estuvo así a ese punto? ¿Dos horas quizá? A ese paso estaría feliz de ser enterrado por toda la eternidad.

Alguien golpeteo la puerta, y su cerebro le hizo creer que era al que menos quería ver en ese momento -no es como que quisiera ver a alguien en ese momento, pero preferiría toparse con cualquier otra persona que no fuese el castaño-.

— No estoy. — chilló, aún con la cara contra el suave decorativo.

No podía ver, pero el sonido de la puerta abriendo y cerrando suavemente lo alertó, además de los pasos que se aproximaban hacia sí, y el sentir que algo se había sentado al borde de su cama.
Al levantar la mirada, confirmó lo que más temía, era el muchacho carente de ojos.

— ¿Me vas a pegar? — preguntó el pelirrojo, ya aceptando su destino.

— ¿Q- Uh, ¿no? — respondió el castaño, algo sorprendido, ¿tan agresivo lo veía su compañero? — Vine a hablar.

Matt parecía no inmutarse, ya que no se movió de donde estaba, tirado con su rostro escondido. La realidad era que deseaba explotar en ese mismo momento, o que alguien viniera o lo convirtiera en árbol, ya que seguiría igual de quieto pero al menos haría algo útil y bueno para todos, en vez de incomodar a su compañero de hogar.

— Bien... Yo sólo quería decir que no me molesta cuando te vuelves un zombie o un vampiro o un villano genérico de slasher noventero... Pero si cuando me atacas a mí porque sí. — el alcohólico parecía haber ensayado bien lo que iba a decir -y así había sido, esa era la razón por la que no había ido antes-. Su dialecto y temple eran muchísimo más tranquilos que el que tenía previamente, lo que era una ocurrencia cada milenio, especialmente si ocurría cuando no estaba ebrio.

— ¡Hey! ¡Ya me disculpé por lo del apocalipsis zombie! — interrumpió, ahora sí levantándose, para así poder sentarse encima del colchón, con las piernas cruzadas. ¡La audacia de este 'chesumadre de recordarle de sus delirios megalomaniacos de años atrás!

Le daban ganas de poner sus ojos en blanco, y se quejaba internamente de carecer de estos, de todas formas no es como si el pecoso pelirrojo viera aquella expresión, si estaba dándole la espalda en la posición que estaba, así que era inútil. — Déjame terminar. ¿No podrías avisar que me vas a dejar baboseado? En verdad, no me molestaría que me mordieras, pero al menos di algo antes de hacerlo.

Qué.

— ¿Disculpa? — ahora no sólo estaba avergonzado por sus acciones y ofendido por el recordarle un "simple" error previo. Ahora estaba confundido. Probablemente cualquiera lo estaría, pero para alguien cuya inteligencia emocional es pobre -como era su caso- sería peor.

— ¿Tartamudeé acaso? — volteó para poder mirarlo. Al igual que su tono, su expresión facial estaba más calma que la que tendría normalmente, lo que era todo lo contrario a Matt, quien tenía su mirada fija a él, con los ojos abiertos como platos y el color de su rostro algo desvanecido. Casi no parpadeaba, incluso, del mero shock.
Y de no haber porque había practicado consigo mismo esta conversación, habrían dos varones de dudosa humanidad sentados en la cama al borde del infarto en ese momento.

El pelirrojo sentía el tacto de Tom en su mano, rozando un dedo por su palma, principalmente para calmarlo, aunque el verificar que no estuviera sudando frío era otro motivo.
Pero por mientras, pensaba en la implicación que tenía esto.

— Entonces... ¿Me dejarías...? — divagó con la mirada, había tenido una idea que probablemente era terrible, de la cual ya se arrepentía, dejándolo claro con su tono de voz.

Suspiró, y afirmó en lo que sonó como un gruñido — Sí.

Matt se movió, quedando justo al lado del castaño, sentado al borde del colchón, y su acompañante movió el gorro de su polerón, dejando expuesto su cuello y parte de su hombro.

Le estaba dando permiso para morderlo, para probar de él.

Ahora sí tenía completo control de si mismo, así que lo haría de la manera más delicada posible. Juraría que era una broma de mal gusto de parte del alcohólico, pero esto iba demasiado lejos para ser simplemente una broma, y no iba a seguir conviviendo con el si le guardaba el hipotético rencor que sería causado al hacer algo desagradable hasta la muerte.

Con duda llenando sus pensamientos, acercó su rostro hacia la piel expuesta, y con miedo de que se pasara a llevar al sujeto con el que convivía techo, perforó con sus colmillos con delicadeza, sintiendo de vuelta aquel sabor metálico en sus labios. Juraba que aquel líquido no sólo tenía esencia a hierro... Había algo que lo hacia percibirlo como dulce. Eso... Nunca le había ocurrido. Era intoxicante, adictivo, más de lo normal, y le preocupaba. Pudo oír al muchacho de cuencas soltar un jadeo muy tenue, debió haber sido del dolor, después de todo le estaba enterrando sus dientes para sacarle sangre.
Se removió en unos pocos segundos, no quería dejarlo seco o algo así.

— Ah, Dios, ¿estás bien? — inmediatamente empezó a asegurarse que no había hecho algo malo.

— Matt. — le llamó.

— Es que- Me preocupa que pueda haber abierto una arteria importante. Y-y no sé, ¿y si te desangras y te mueres? ¿Y si- Y si se te infecta? ¿Y si-

Matt.

El nombrado detuvo su monólogo, no fuera a ser que su cerebro explotará por sobrepensar.

— Uh... Estuvo bien. — rozó sus dedos por la zona donde había mordido el pelirrojo, y habían quedado dos marcas con forma de puntos. Ardía levemente, y si fuera otro, definitivamente lo encontraría desagradable.
Pero no era otro. Y la sensación le parecía medianamente agradable. Aunque claro, no lo admitiría.

— ¡Tom! — él sabía de experiencia el dolor del ser perforado y perder parte de tu sangre, si fue así el como se transformó.

— ¿Qué?

— ¡Eres terrible masoquista! ¡Te voy pegar un papel en la espalda que diga “pateame porque me excita”!

— ¡Ah- Tonto pesado!

Finalmente, confirmó que no lo odiaba por sólo esa estupidez. Puede que le desagradara pero no por un incidente particular.
Quizá así podría tener su aprobación, o así creía.

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