Capítulo 2: Reproducción

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Marisa se levantó con un dolor en el estómago, tenía hambre. Cuando vivía en el laboratorio, a estas horas le llenaban el estómago hasta arriba, con una sustancia de aspecto asqueroso, pero de sabor dulce. Esta le proporcionaba todos los nutrientes necesarios. De este modo, no tenía que comer más en todo el día. Pero al no estar en ese lugar, debía cumplir sus necesidades de hambre. Bajó las escaleras y se dirigió al restaurante. Allí comió tortitas. Estas le sabían mejor que cualquier cosa. Tras esto, se fue al estudio fotográfico, donde le dieron su foto. Marisa fue a la oficina de pasaportes, allí proporcionó su foto. El encargado hizo los últimos retoques y le dió el pasaporte. Marisa lo guardó en su bolso.
Ella sabía que debía encontrar un macho humano y atraerlo. Por eso, se instaló Meetme, la app de citas más popular. Se hizo un perfil, ella sabía lo guapa que era, con lo cual podía atraer a personas que no quería. Meetme tenía un modo de programador oculto, con ese modo podías ver la edad exacta de cada persona, además de que si ese perfil es falso. Marisa lo hizo de la siguiente manera, fue a ajustes, funciones avanzadas. Esa carpeta estaba bloqueada, para desbloquearla debías introducir el código secreto. Este código no lo sabía nadie, ella probó poniendo 433143, que era Meetme escrito en numérico. Se desbloqueó. Ella activó el modo programador, con lo cual, podía ver la edad exacta de cada persona, además de los perfiles que son o no falsos.
Marisa estuvo mirando los perfiles de muchos machos humanos, hasta que encontró el macho ideal. Le escribió:
-Hola, soy Marisa.
-Dave, encantado
-No me gusta conocer personas desde el móvil ¿Podemos conocernos en persona?
-Vale, dónde y cuándo.
-Hoy a las 21:00 en el restaurante del hotel Ritchie
-Me parece bien.
-Yo invito
Marisa fue a comprarse ropa atractiva. Compró unas medias, tacones de poca altura y un traje negro, además de un sujetador y bragas negras con encaje. Fue al hotel, allí se cambió de ropa. La ropa actual la hacía aún más atractiva. Tiró su antigua ropa en la papelera, justo después de comer.

Marisa estaba sentada en la mesa que había reservado, eran las nueve. Parecía que su cita no llegaría nunca, cuando apareció por la puerta.
Su cita había llegado a la hora acordada. Marisa lo saludó, el hombre le respondió al saludo. Él se sentó y empezó a hablar:
-Eres Marisa ¿Verdad?
-Sí
-Eres hermosa.
-Gracias, tu tampoco estás mal.
Pidieron la cena, mientras cenaban, hablaron sobre la situación de cada uno. Dave había nacido en Orégon, exactamente en la ciudad de Nuevo León. Actualmente era maestro de francés en el instituto de Masachús. Era el amo de un gato ragdoll, llamado Edison.
-Ya he hablado de mí, cuéntame ahora sobre tí.
Marisa mintió diciéndole que había estudiado empresariales, ahora, según ella, estaba en un viaje de negocios.
Estuvieron hablando mucho tiempo, sobre los gustos de cada uno, que a uno le gustaba leer, a la otra le gustaba relajarse...
-Bueno, Marisa, creo que me debo ir ya.
-¿Me podrías acompañar a mi habitación?
-Faltaría más.
Dave acompañó a Marisa a su habitación.
-Esta es mi habitación.
Dave la besó en los labios, pero fue un beso corto. Marisa se quedó sorprendida.
-Lo siento, no quería
No pudo terminar esa frase cuando sintió los labios de Marisa en contacto con los suyos. Mientras se besaban apasionadamente, Marisa abrió su habitación. La pareja entró, él se separó para cerrar la puerta. Siguieron besándose, mientras lo hacían empezaron a desnudarse hasta quedar ambos en ropa interior. Llegaron al dormitorio. Marisa vió el pene erecto de Dave, que sobresalía de su calzoncillo.
-Vaya, te has empalmado sin ver mis genitales.
-Me dejé llevar ¿Podría quitarte tu ropa interior?
-Estoy impaciente por qué me la quites.
Dave empezó quitando el sujetador, revelando los preciosos pechos de Marisa. Sus pezones estaban duros debido a la corriente, al igual que los pezones de Dave. Luego bajó las bragas de Marisa, revelando una vagina con poco pelo, como si hubieran pasado dos días de afeitarse.
-¿Te afeitas la vagina?
-No, siempre la he tenido así.
-Comprendo
-¿Y tú?
-Bájame el calzoncillo y lo verás.
Marisa bajó el calzoncillo, Dave tenía sus genitales completamente afeitados.
-Tú eres el que te afeitas.
-Me he estado afeitando para esta ocasión.
Dave iba a introducir su pene erecto en la vagina de Marisa cuando esta lo detuvo.
-No quiero que me la metas, yo quiero meter mi vagina en tu pene.
-¿Acaso no es lo mismo?
-No, porque en el primer modo yo estoy tumbada y tú me empotras y en el segundo modo, tú estás tumbado y yo me muevo en tu pene.
-Bueno vale, probaremos el segundo modo, ya que ese es el que tú quieres.
Dave se tumbó, Marisa introdujo su vagina en su pene
-¿Duele?
-Un poco
-Prueba a sacar tu vagina y a volverla a meter.
Marisa hizo eso. Ya no le dolía, pero le gustaba. Siguió sacando y metiendo su vagina, al principio lento, luego cada vez más rápido. Gemía poco.
-Para
-¿Por? ¿Te vas a correr?
-Todavía no, pero quiero enseñarte algo. Mira, ¿Ves este bultito de tu vagina?
-Sí
-Es el clítoris, sigue haciendo eso, pero frótalo.
Marisa lo frotó mientras metía y sacaba su vagina. Gemía cada vez más por puro placer.
-Para, por favor
-Ya paro
-Uf, menos mal, gracias
-¿Por? ¿Te corrías?
-Sí, ¿Querías que me corriese?
-Sí, por favor
-¿Estas segura?
-Sí
Marisa volvió a frotar su clítoris mientras sacaba y metía su vagina. Seguía gimiendo sin parar.
-Me corro, me corro.
-Córrete, Sí.
Dave se corrió. Tras eso Marisa se bajó, Dave empezó a besarla apasionadamente. Tras besarla, le dijo que la quería.
-Dave, ¿cómo sabías lo del clítoris?
-Internet
-Ah
-Sabes, me he dejado lo mejor para el final.
-Según tú ¿Que es lo mejor?
-Ahora lo sentirás.
Dave empezó a pasar su mano por la barriga de Marisa.
-Tienes una piel muy suave.
-Ah, gracias
Dave subió su mano hacia los pechos de Marisa. Él empezó a frotarlos, los apretó, pero no muy fuerte, ya que temía que si lo hacía muy fuerte podría hacer daño a Marisa. Una vez terminó de masajearlos, movió su mano hacia la parte de abajo de estos. Mientras tocaba esa parte, se encontró con algo raro.
-¿Que pasa? ¿He hecho algo mal?
-No, tú no has hecho nada, sólo noto algo raro en tu pecho derecho. ¿Podrías levantarlo para que pueda ver lo que es?
-Vale
Marisa lo levantó. Dave no veía nada.
-Prueba a poner la mano en la parte del pecho que está bajo el pezón.
Marisa hizo exactamente lo que Dave le dijo. Ella no podía ver qué es lo que tenía, con lo cual, Dave era sus ojos.
-¿Que tengo?
-Es un chip, con una lucecita que está parpadeando débilmente. ¿Te lo quito?
-Sí
Dave agarró el chip, tiró de él. Salió de un tirón.
-¿Te ha dolido?
-Un poco, fue como una vacuna, pero al revés.
Dave observó el chip. Le dió la vuelta. Las puntas de los filamentos estaban llenas de sangre. Debajo ponía "Chip localizador de placer".
-¿Estas casada?
-Ya te dije que estaba soltera.
-Entonces explícame qué hace este chip en tu precioso cuerpo.
-No sé quién me lo puso.
-¿Estas segura?
-Completamente
-Bueno, si es así, te creeré. Mira, la bombillita parece un interruptor.
-Si es así, apágala.
Dave la apagó, esta parpadeaba rápidamente.
-¡Es una bomba, tírala!
Así hizo Dave, el chip hizo una diminuta explosión.
-Marisa, ¿Podrías volver a levantarte el pecho?
-¿Por?
-Al retirarte el chip, este tenía sangre en sus filamentos, quiero saber si tienes una herida.
-Vale
Marisa hizo eso, revelando una herida que estaba sangrando. Tenía forma de seis puntos verticales, como el seis de un dado.
-¿Te parecería bien que te lamiera la herida?
-Sí
Dave lamió la herida durante un ratito hasta que dejó de sangrar. La pareja se durmió debido al cansancio.

* * *

Carol estaba revisando su escritorio en busca de algo para hacer un seguimiento de X-69. Encontró un dispositivo de rastreo. Cuando apareció JF.
Carol escondió rápidamente el dispositivo.
-Carol, ¿Que es lo que escondes?
-Nada, señor presidente
-¿Seguro?
-Sí
-Enséñamelo.
-Pero si no oculto nada.
-¡Enséñamelo, puta! ¿Acaso no sabes que puedo despedirte?
Carol se lo enseñó.
-Ahá, está en esta ciudad, exactamente en ¿Pero que ha pasado? No he podido saber dónde. Da igual, confinaré a la ciudad entera hasta encontrarla.

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