Capítulo 35

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Legolas la acompañó por los pasillos, que pendían como ramas de un robusto árbol, pues eran caminos estrechos, y tan hermosos como peligrosos

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Legolas la acompañó por los pasillos, que pendían como ramas de un robusto árbol, pues eran caminos estrechos, y tan hermosos como peligrosos. Al asomar los ojos por los lados, Silwen enmudecía ante tan vertiginosa altura. Se preguntó en silencio si alguna vez alguien habría tropezado en aquellos pasillos.

— Ningún elfo ha caído por estas alturas. —Legolas sonrió de lado ante su expresión, donde se mostraban claramente sus pensamientos.

— ¿Ningún elfo? —cuestionó, porque qué había de las otras razas.

Su amado no respondió, su expresión se tornó seria en un instante. No fue difícil de comprender para Silwen, estuvo claro para ella que el rey había sido el provocador de la caída de las otras razas. Sintió miedo al principio por tal crueldad y, después, aceptación. No conocía los motivos y, si deseaba no ser juzgada por él, ella debía hacer lo mismo.

Al poco tiempo cruzaron un alto puente, donde a cada costado se postraban dos elfos armados. Silwen notó súbitamente el frío de su daga en el muslo, como esta se comprimía alrededor de su pierna para que no se revelara bajo el vestido. Legolas le acarició los nudillos, un sencillo gesto que buscaba decir "estoy junto a ti, siempre". Y ella le entendió.

Cuando caminaron de la mano hasta el trono imponente del rey, Silwen no descendió la mirada. Thranduil escudriñó su aspecto, sus acciones, su movimiento, y el cómo sostenía la mano de su hijo, como si sostuviera lo único en Arda de valor. Silwen titubeó antes de agachar la cabeza en una sutil reverencia, aquello demostró lo poco acostumbra que estaba ante tal muestra de respeto.

Thranduil hizo un mohín, aunque se esforzó en retirarlo cuando la mirada de su hijo se posó en él. El rey debía de hacer el esfuerzo de aceptarla, aunque fuera una elfa sin los modales apropiados, más soldado que dama y, con una cicatriz en su rostro, que le arrebataba toda belleza de los hijos de Ilúvatar. Abandonó el trono para acercarse, sin haber dicho palabra, pues con su sola presencia dejaba en claro que intentaba comprender antes de emitir su juicio. Cuando la tuvo a un palmo de distancia, y pudo contemplar de cerca sus orbes blancos, su cabello níveo... Los ojos se le entrecerraron, confundido. Sin duda, su presencia infundía un sentimiento de nostalgia, lejano. Entendió con solo mirarla que no pertenecía en esas tierras, pues su alma era distinta, nacida en el Oeste.

✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯  ʟᴇɢᴏʟᴀꜱTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang