22. EL DESTINO DEL PADRE.

466 57 61
                                    


Ese día se despertó bien temprano, abrió los ojos y se encontró con el bello rostro de NuNew durmiendo a su lado. Con algo de curiosidad, levantó las sábanas que cubrían el cuerpo desnudo de su amado y ayudado por la luz tenue del amanecer quiso saber si la pancita que NuNew tanto resguardaba, era visible.

Se inclinó ligeramente hacia el cuerpo durmiente, con cuidado para no despertarlo y enfocó su visión sobre el vientre del menor. Un calor tenue pero abrasador envolvió sus mejillas, ahí frente a él estaba el símbolo del amor que se tenían ambos, en forma de pequeño abultamiento. No pudo contener los deseos de tocarlo y con suavidad apoyó su mano sobre el vientre. Una sonrisa efímera se dibujó en sus labios y deseó que el tiempo pasara rápido para poder cargar en brazos a su bebe.

Depositó un beso fugaz en la frente de NuNew y le dejó una nota, en la que le rogaba que se cuidara y prometía regresar tan pronto como fuera posible.


Cruzar el umbral de esa puerta fue incluso más difícil que enfrentar a Norban Panich, no quería dejarlos, pero estaba seguro que esa era la mejor forma de hacerlo. Si NuNew lo veía partir, se aferraría a él y le impediría emprender cualquier viaje. Miró por última vez al amor de su vida y partió hacia el aeropuerto, decidido a obtener la libertad de NuNew a cualquier precio.


Zee no estaba equivocado, cuando NuNew despertó y se encontró solo en la cama, no tuvo que buscar en la casa, al instante supo que Zee se había ido. Lloró desconsoladamente sobre el regazo de su madre, aferrado a su pancita, lleno de dudas y miedos. Suplicó por el regreso de Zee, pero la mujer, quien había mantenido la firme promesa de que cuidaría a su hijo durante la partida de Zee, no pudo soportar el desgarrador llanto de NuNew y mientras lo acunaba en sus brazos, dejó escapar algunas lágrimas.


***


Dar con el paradero de Norban Panich, era peor que buscar una aguja en un pajar. Su padre tenía negocios en cada parte del mundo, nunca permanecía mucho tiempo en un único país y su secretario estaba trabajando en Mónaco. Debió trasladarse a América, solo para obtener información del piloto que comandaba los aviones de Panich.

Después de una larga charla con el aviador sobre la diferencia entre pilotos de aviones comerciales y privados y un generoso soborno, obtuvo la información de que Norban Panich viajaría a Sudamérica con el fin de tomar unas clases privadas.

- ¿Clases? – preguntó Zee.

- Así es... Mientras nos preparábamos para despegar alcancé a escuchar a su padre, quien hablaba de unas clases.

- ¿Qué tipo de clases? – preguntó Zee intrigado.

- No lo sé, señor Panich. Solo alcancé a escuchar que eran unas clases muy importantes, a las que su padre debía asistir, pero nunca mencionó a qué se refería.

- ¿Ha escuchado algo más que le resulte extraño?

- No escuche nada mas... pero me sorprendió que su padre viajara solo. El señor Norban Panich siempre está escoltado por su secretario y un equipo de colaboradores, pero se encontraba solo cuando aterrizamos.

- ¿En qué aeropuerto aterrizaron? – preguntó Zee.

- En el aeropuerto Arturo Merino Benítez, de la ciudad de Santiago.

- ¡¿En Chile?!

- Así es señor, deje a su padre allí.

Zee tuvo que esperar más de tres horas, hasta que finalmente encontró un piloto que pudiera llevarlo hasta Chile, pero tuvo que hacer una pequeña escala en Nicaragua, donde el avión se abasteció de combustible y otro piloto sustituyó al anterior.

RENDIDO (Un esposo virgen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora