19. FELICIDAD EN LA OSCURIDAD.

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Una semana después todas las cosas de NuNew habían sido trasladadas a la casa de su madre. Zee se encargó de gestionar no solo la mudanza de las pertenencias del menor sino que además buscó un hotel donde poder vivir.


Visitaba a NuNew todos los días sin falta, lo alimentaba y cuidaba a pesar de que el joven de cabellos oscuros, se encontrara completamente recuperado. A NuNew le encantaba que Zee lo llenara de atenciones, especialmente cuando Zee corría de un extremo a otro de la ciudad en busca de su maní favorito. Este producto no podía faltar, porque si NuNew no tenía su maní, comenzaba a sufrir fuertes dolores de cabeza. 

Zee llegaba al lugar donde lo vendían y los empleados, curiosos preguntaban la razón por la que alguien necesitaba tanto maní, pero Zee nunca se atrevió a revelar la verdad, puesto que para él era igual de confuso.


Pero no todo era felicidad, Zee se cansó de insistir a NuNew que denunciara el ultraje al que Norban Panich lo había sometido, pero NuNew se negó completamente. Recordaba las ofensas a las que su esposo lo había subyugado, pero también recordaba que una vez que descubrió qué era lo que Norban Panich quería, ya no volvió a tocarlo, por lo que en su cuerpo no había ningún signo de agresión que pudiera darle sustento a una denuncia. Norban Panich solo quería que NuNew, gritara y aunque fue terrorífico y muy extenuante para el joven, no le causó lesiones físicas.


Los primeros días, NuNew Chawarin se preguntó qué ganaba Norban Panich con obligarlo a gritar, pero dejó de hacerse esas preguntas cuando veía a Zee entrando a su habitación, cargando la cajita con sus maníes. Dejó de pensar en esa noche, cuando Zee acariciaba su rostro y su cabello y también comenzó a olvidar cuando Zee, le prometió que ya no tendría que regresar junto a Norban Panich. NuNew no quiso saber más, estaba feliz viendo a Zee a su lado, sabiendo que ya no estaba solo y que alguien lo protegería cuando fuera necesario.

- Dijiste que te casarías con esa mujer ¿Lo harás? – Preguntó cuando su plato de maní estuvo vacío.

- ¿Cómo puedes hacer esa pregunta? – insistió Zee.

- ¡¿Por qué no respondes a la pregunta?! ¿Acaso temes decir la verdad? Es una pregunta simple. ¿Te casarás con ella? Dime.

- Me niego a responder esa pregunta y el que la formules, me ofende.

- ¿Te ofende? ¿Por qué no puedes responder a mi pregunta? – gritó el menor, sintiendo una oleada de emociones desbordantes.

NuNew reprimió su llanto y escondió su rostro entre sus manos.

- ¡No quiero que te cases con ella! ¡No te cases!

Zee encontró adorable la expresión del más joven pero también se preguntó la razón de ese cambio tan brusco en sus emociones, ira, tristeza, felicidad... todo al mismo tiempo y en constante cambio.

- ¡No lo haré! – respondió.

NuNew alzó la cabeza sin comprender lo que el hombre que tenía frente a sus ojos, estaba diciendo.

- ¡No me casaré con ella, ni con ninguna otra!

- ¿De verdad? – preguntó el más joven.

- Lo prometo... pero a cambio deseo algo.

- ¿Qué deseas?

- Quiero que jamás vuelvas a mentirme.

Las lágrimas producto de la frustración que había sentido hace algunos segundos, se liberaron pero esta vez a causa de la felicidad que le provocó oír a Zee, porque para NuNew eso era prácticamente una declaración de amor.

RENDIDO (Un esposo virgen)Where stories live. Discover now