Capítulo 14

1.1K 105 13
                                    

Alexander.

Tenía que encontrar una solución para el amanecer. Las cámaras de seguridad de ese centro comercial tienen mi identidad y la de Madison. A este punto ya saben que yo maté al tipo que la seguía a ella y meterme en problemas directamente con la policía podría perjudicar al señor Marco y eso perjudicaría a Madison.

Olvidarme de la amenaza de mi jefe sería muy estúpido de mi parte. Él no dudará ni un segundo en matar a esa mocosa de mierda.

Alexander—mi nombre a través del radio me alerta y me pongo de pie rápido—. Ella esta asomada por la ventana, hablaré con ella.

¿Qué mierda?

¿Qué hace ahí?

Arrojo el radio en la cama y rápido salgo de mi habitación. Madison es como un ratoncito con risos, los últimos días me he dado cuenta que su sentido de supervivencia es poco, pero con esto me queda claro que es nulo, completamente nulo.

Subo las escaleras corriendo y cuando llego a su habitación abro la puerta con calma y con rotundo silencio para no asustarla. La vi asomada por la ventana.

—¡Solo necesitaba un poco de aire! —dijo—. ¡No estaré aquí toda la noche!

—¡Entiendo, pero aun así no debería! ¡Por favor, regrese adentro! —Leo le respondió.

Admito que pude decir algo al instante, pero me vi tragando mi propia saliva al notar lo corta que era su pijama y lo lindo que eran sus muslos y además de que podía ver el inicio de su trasero cuando se inclinaba a hablar con Leo. La curvatura de su trasero era espectacular y que decir de los pensamientos que surgían en mi cabeza estando ella en esa posición. Si entendiera que cuando le digo que azotaré su culo no es solo una advertencia si no que es una fantasía cruel que me tortura desde que la conocí.

Puedo sentir la suavidad de sus risos enredados en mi mano y como halo de ellos para someterla contra la cama.

Agradezco que se dé la vuelta y me vea, solo así se dispersan mis sucios pensamientos. Si, esos pensamientos que quiero sacar a la realidad y recrearlos en su inocente y lindo cuerpo.

—¿Por qué caminas con tanto silencio? —dice molesta.

—¿Qué rayos haces parada en la ventana a esta hora? ¿Por qué tu instinto de supervivencia es nulo? —me acerco a la ventana y la cierro.

—¿Mi instinto de supervivencia es nulo? Yo jamás tuve que cuidar de mi vida de esta manera. El miedo que siento ahora jamás lo sentí antes—se sentó al borde de su cama.

—Por supuesto que no. Vivías dentro de tu burbuja—frunció el ceño—. Dentro de un cuento rosa lleno de pastelillos y dos príncipes que resultaron ser un par de idiotas cabrones.

Fue esa noche, en ese bar. Ella estaba en la barra acompañada de esos dos cabrones de mierda, Hazael y Enoc. Reían y bebían sin control y yo estaba aún lado de ella, claro que la ratoncita estaba ebria hasta más no poder. Hablamos un poco, pero fue suficiente, tenía mi atención. Y mi sabia madre siempre me lo dijo: todo lo que atrape tu atención, te atrapará a ti.

Se veía hermosa, pero era consciente de que no era para mí, mis amigos tenían sus ojos en ella y parecía que ella en ellos dos.

Esa noche la tonta se despidió de mi dándome un beso en la mejilla. Y ahora ni siquiera me recuerda.

Cuando se puso de pie de forma rápido es que me di cuenta que yo había dado pasos rápidos hacia ella. Me detuve fingiendo todo menos lo que pasaba.

Su mirada se quedó muy fija en la mía, una absoluta mirada tierna e inocente. ¡Dios! Como deseaba convertir esa mirada en un pozo lleno de flamas lujuriosas. Esa mirada que yo tenía por inocente recorrió mi torso desnudo y tragó en seco para después cerrar los ojos y sonrojarse.

Madison Por dos.Where stories live. Discover now