15. Hijo

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Íbamos camino a la cafetería y yo tenía a James cogido de la mano, él estaba muy preocupado por su madre, entonces vimos al doctor.

-Perdone, doctor-. Preguntó James, deteniéndole.

-Si, dígame señor Williams-.

-Mi madre tiene Alzheimer, pero ha tenido lucidez, ¿eso es normal?-. Preguntó James.

-Podría suceder, si, de todos modos, como le he dicho, la tendremos en observación varios días a ver cómo va avanzando, pero tenga en cuenta que no se va a quedar con esa lucidez, poco a poco irá volviendo a su estado de Alzheimer-.

Yo cogí a James del brazo y a él se le llenaban los ojos de lágrimas.

-Gracias, doctor y disculpe si le hemos interrumpido-. Dije al doctor.
Me giré a James.
-Vamos cariño-. Le susurré.

Cuando llegamos a la cafetería, estuvimos cenando, ya era tarde, llamé al jefe y me cogí el resto de la semana libre para poder quedarme con James, poco a poco iría recuperando esas horas.

Entré risas y abrazos, pude hacer que James desconectara un poco de lo que tenía encima y en un momento se levantó y se sentó a mi lado, pasó su brazo por detrás de mí espalda y se me acercó al oído.

-Te quiero, princesa-. La piel se me erizó y pude notarme como la piel de mis mejillas empezaba a colorearse.

-Y yo a tí-. Entonces le besé y se me volvió a acercar al oído.

-Te espero en ese baño en 2 minutos-. Me susurró y señaló a un baño que había cerca de la barra de la cafetería del hospital.

Yo le miré sonriendo y él se levantó y anduvo hasta ahí y antes de meterse, me miró y me guiñó un ojo.

Me levanté y fui hacia el baño disimuladamente, que nadie sospechara.

Cuando abrí la puerta, entré a uno de los baños y James me cogió de la cintura y me llevó hacia la pared besándome sin parar, me levantó la camiseta y empezó a tocarme los pechos y a besarlos, yo podía notar como me excitaba, solo el hecho de pensar que nos podrían pillar, me ponía demasiado. Yo le levanté la camiseta y le tocaba los abdominales suavemente mientras le mordía el lóbulo de la oreja, él soltaba gemidos, entonces me agaché y le bajé los pantalones y empecé a hacerle una felación mientras él me cogía de la cabeza marcándome el ritmo.

-No sigas, que me corro-. Susurró entre gemidos.

Entonces, me levanté y esta vez fue él me levantó la falda y me bajó la bragas, empezó a frotar sus dedos en mi clítoris y se dio cuenta de lo mojada que estaba y me miró sonriendo con una sonrisa pícara y de pronto metió su lengua y la pude notar caliente recorriendo todo mi sexo y cuando él notó que yo estaba apunto de llegar a mi orgasmo, se levantó, me cogió de una pierna y me penetró, entonces, entre movimientos suaves y besos mojados llegamos al orgasmo en un sitio prohibido que solo nosotros sabíamos lo que necesitábamos en ese momento.

A los segundos, entró una persona al baño y nosotros, mientras seguíamos unidos, nos miramos y reímos.

-Te quiero-. Le susurré.
-Y yo a tí-. Me susurró.

Nos arreglamos y primero salió James y al rato salí yo.

Íbamos camino a la habitación de la señora Williams cuando vimos muchos médicos correr hacia allí.

-¿Qué pasa?-. Preguntó James.

-No lo sé-. Respondí.

Entonces fuimos corriendo y vimos muchos médicos alrededor de la madre de James.

-¿QUE LE PASA A MI MADRE?-. Gritó James.

-POR FAVOR, SALGAN DE AQUÍ, LLÉVENSELOS-. Dijo el doctor.

En ese momento, nos tiraron afuera y cerraron la puerta. James se puso de cuclillas de espaldas a la pared llorando.

-Cariño, tranquilo-. Le dije agachándome.

Él enseguida me abrazó y yo le acariciaba el pelo.

A los minutos salió el doctor y nosotros nos levantamos y nos acercamos a él.

-¿Qué ha pasado doctor?¿Está bien?-. Preguntó James muy preocupado.

-Ha tenido un paro cardiaco, la hemos conseguido reanimar, pero está bastante débil, señor Williams, no va a salir de esta, lo mejor es que se despidan de ella, hemos hecho lo que estaba en nuestra mano, el golpe ha sido fuerte, lo sentimos mucho-. Dijo el doctor tocándole el brazo a James.

-NO-. Gritó James abrazándome fuerte mientras lloraba.

Yo también lloraba sin parar, primero la señora Parker y ahora la señora Williams.

-Será mejor que entres, cariño, hay que despedirse-. Le susurré mirándole a esos ojos tristes.

-¿Entras conmigo?-. Preguntó.

-Si, no te dejaré solo-. Respondí acariciándole la cara.

Entramos los dos a la habitación y ahí estaba su madre rodeada de tubos, tenía la máscara para respirar, estaba bastante demacrada y eso que solo había pasado una hora desde que nos fuimos a la cafetería.

-Hola mamá-. Le dijo James sentándose en su cama-.

-James, hijo, me muero-. Dijo la señora Williams muy débil.

-No, mamá, tienes que ser fuerte, tienes que salir de esta, hazlo por mí, por favor, no sabría que hacer sin tí-. Le dijo James llorando.

Yo no paraba de llorar de estar ahí viviendo esa situación.

-Hijo, tienes que ser feliz y sé que con Emma, lo eres, hacía tiempo que no te veía así, cariño-. Dijo.

James me miró y me sonrió.

-Mamá, con Emma soy muy feliz, pero te necesito también en mi vida-. Susurró James llorando.

-Lo sé, hijo, pero ya sabes nadie viene a la vida para quedarse, todos estamos de paso y créeme, hijo mío, no hay mayor orgullo para mí, que haberte tenido como hijo-. Dijo la señora Williams acariciándole la cara.

James le cogió la mano y la besó mientras lloraba.

-He hecho un buen trabajo contigo, eres un hombre de provecho, ahora tienes que saber lo que hacer con ese viaje a Canadá, pero esa mujer que tienes al lado, vale millones-.

James asintió con la cabeza, no podía articular palabra.

-Ahora hijo mío, debo irme, tu hermana me espera, quiere que le enseñe todo lo que hemos aprendido en la vida-. Dijo la señora Williams sonriendo.
-Y recuerda, James, aunque no me veas, siempre estaré contigo, cuando me necesites, ahí estaré-.

James la abrazó llorando y le susurró al oído.

-Puedes irte, mamá, te echaré de menos, te quiero-.

-Adiós señora Williams-. Le dije llorando.

-Te quiero, hijo mío, se feliz-. Dijo la señora Williams.

En ese momento, dió su último aliento y el corazón se le paró y James vino a mí abrazándome y llorando y yo lo consolaba, ahora iba a empezar una vida sin su gran apoyo, que aunque estaba enferma, él sabía que ella siempre ha estado ahí para él. De todos modos, James sabe que, aunque no esté su madre, siempre puede contar conmigo.

Querido vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora