3. Hasta pronto, señora Parker.

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No podía creer que la señora Parker fuera a irse a una residencia, la necesitaba conmigo en mi vida, era lo único que tenía en este edificio.

Ella me ayudó mucho a tomar más decisiones adecuadas en mi vida, pensaba en ir a verla una vez por semana.

Al día siguiente, llegué al trabajo y como siempre John vino a verme.

-Hola nena-. Me dijo besándome en la mejilla.

-Te he dicho muchas veces que no me llames nena, John-. Le dije ya enfadada.

-Es verdad, perdón cielo, tienes mala cara ¿estás bien?-. Preguntó.

-Mi vecina, la señora Parker, se va a una residencia al final de la semana y me da mucha pena, es mi gran apoyo en esa finca-. Le dije triste.

-¿Esa vieja loca? Ya era hora, demasiado tiempo ha estado ahí, te daba unos consejos que daban pena-. Me dijo John riéndose.

-No te pases John, gracias a ella no me he sentido sola, se ha comportado como una madre para mí-. Le dije alzando la voz.

-¿Acaso conmigo te has sentido sola?-. Preguntó John.

Iba a responderle cuando vino el jefe.

-Chicos, empieza la jornada, a trabajar-. Dijo el jefe.

Asentí con la cabeza y me senté en mi silla.

-Después hablamos John-. Le dije.

-Vale-. Dijo. En ese momento se acercó a mí oído y me dijo algo.

-¿Vamos a tu casa después de trabajar?-. Me susurró.

A mí me salió una sonrisa pícara.

-No te prometo nada-. Le dije haciéndome la dura.

Continuamos con el trabajo hasta que llegó el fin de la jornada laboral.

-¿Vamos, cielo?-. Preguntó John pasándome un brazo por detrás del cuello.

-Si, pero tengo que pasar antes por la panadería a cogerle el pan a la señora Parker-. Le dije.

-Joder ¿Vas a todos los días?¿Eres su recadera o que?-. Preguntó molesto.

-¿Perdona? Mira déjalo, John, vete a tu casa-. Dije poniéndome el bolso.

-Eh cariño, no no, espera-. Decía viniendo detrás mía.

Yo me giré y le miré.

-Perdona, no pensaba lo que decía, vamos a por el pan de la señora Parker y luego tenemos la tarde para nosotros-. Dijo cogiéndome de la cintura.

-Vamos va-. Le dije.

Salimos del trabajo y fuimos a por el pan de la señora Parker.

Llamé a su puerta y se lo di. Cuando la señora Parker vio a John a mi lado, no le miró con buena cara, ella siempre me decía que me merecía a alguien mejor, a alguien que solo mirara por mí y realmente me valorara como persona y como mujer.

Cuando entramos a mi casa, John se me abalanzó como un león, empezó a besarme y a quitarme la ropa.

-Para, John-. Le dije parándole.

-¿Qué pasa?-. Preguntó extrañado.

-Así no, me resulta incómodo-. Le dije.
-Ven conmigo-. Le susurré cogiéndole de la mano y me lo llevé a mi habitación.

Le empujé hacia la cama y me puse de espaldas a él mientras me subía la falda poco a poco haciéndole un baile sensual.

Me fui hacia a él y me subí a horcajadas en su cintura y entonces ahí empezamos a besarnos. Entonces acabamos haciendo el amor, pero aún así, yo notaba que me faltaba algo, no acababa de estar bien.

Al rato John se fue y yo me acosté a dormir, mañana era día laboral y la señora Parker pronto se iría.

...

Llegó el viernes y yo sabía que hoy por la tarde mi confesora, mi amiga y mi otra madre, dejaría la finca para irse a una residencia.

Así que me fui a trabajar, pero con la diferencia de que hoy no haría falta que le comprara el pan.

Hoy no había mucho trabajo, así que llamé a Mía por el móvil.

-Mía ¿Salimos mañana de fiesta? Necesito desconectar un poco, la señora Parker se va a una residencia y me sentiré sola-. Le dije.

-Claro Emma, mañana cenamos y nos vamos a pasarlo bien a un Pub que conozco, nos harán descuento-.

-Genial, mañana nos vemos-. Le dije.

Salí del trabajo y cuando llegué a casa, vi a varios sanitarios entrando y saliendo del edificio, entonces supuse que ya se llevarían a la señora Parker. Entré corriendo al edificio para que me diera tiempo despedirme de ella.

Cuando subí por el ascensor, ahí estaba esa mujer que me daba la vida, apunto de coger ese ascensor para irse a la residencia.

-Señora Parker-. Le dije abrazándola y llorando.

-Hola cariño-. Me dijo ella también llorando.

-Creía que no me iba a dar tiempo despedirme de usted-. Le dije.

-Sabía que a estas horas venías, por eso he hecho tiempo con esta gente-. Me dijo.

-No sé que voy a hacer sin usted, ha sido como la madre que hace unos años murió, le he podido contar todo, ha sido mi confesora y mi amiga-. Le dije llorando.

-Yo te voy a decir que vas a hacer, Emma-. Dijo cogiéndome de las manos.

-¿Qué, señora Parker?-. Pregunté mirándole con los ojos cristalinos.

-Vas a ser feliz, eres como la hija que nunca tuve y ojalá pudiera haber tenido una hija como tú, te mereces todo lo bueno que te pase, gracias por no haberme dejado sola en ningún momento desde que llegaste a este edificio de locos, yo sé que la vida tiene algo bueno reservado para tí y cuando aparezca, no lo dejes escapar, créeme, sé lo que digo, esta pobre vieja ha vivido muchas cosas, pero tú eres de las más importantes-. Me decía acariciándome la cara y limpiándome las lágrimas.

-Iré a verla una vez por semana, señora Parker-. Le dije abrazándola.

-Tranquila cariño, hasta el fin de mis días, me acordaré de tí, gracias por darme tu tiempo y por preocuparte por mí-. Me abrazaba llorando.

-Adiós señora Parker-. Decía mientras veía que se metía en el ascensor.

-Adiós Emma, sé feliz y cuidate-. Me dijo la señora Parker mientras se cerraba la puerta del ascensor.

Me sentí desolada, me metí en casa y solo quería llorar, esa señora se había convertido en esa madre que tanto he necesitado estos últimos años, esa persona a la que me apoyé y nunca me dejó sola.

Ella me dijo que fuera feliz y en mi interior lo vi claro.

Seré feliz, se lo prometo, señora Parker.


Querido vecinoWhere stories live. Discover now