Capítulo 10◆

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"¿Serías tan amable de pasarme esas zanahorias?" Mamá Jenny pidió, mientras que su cocina estaba en pleno apogeo.

Hermione acababa de bajar y estaba ociosa, sin haber decidido aún qué iba a cocinar hoy. Le entregó las zanahorias y se quedó mirando las cestas de verduras y hortalizas con las manos cruzadas sobre el pecho, mientras el resto de las mujeres allí presentes ya removían sus ollas y sartenes. La observaron y se miraron entre ellas sonriendo, cuando la sorprendieron mirando fijamente las frescas berenjenas moradas, mientras se mordía los labios. Acababa de tener una idea y las cogió, llevándolas a lavar sobre el fregadero, con un plato ya formándose en su mente. Mamá Jenny no le hizo más preguntas, sino que la dejó hacerlo todo sola.

Snape abrió un poco la fiambrera de hoy, cerrando los ojos mientras inspiraba profundamente, llenándose del olor de "su" comida

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Snape abrió un poco la fiambrera de hoy, cerrando los ojos mientras inspiraba profundamente, llenándose del olor de "su" comida. En cuanto volvió a abrirlos, vio que Neville se había materializado justo delante de él. Snape cerró la tapa del recipiente con un chasquido.

"Escribí lo que me conto sobre la poción de mandrágora que invento", dijo, esbozando una sonrisa, "¿le gustaría darle una leída?".

Se había quitado las típicas camisas de turista que llevaba antes -con dibujos de palmeras y playas- y ahora llevaba una camisa blanca perfectamente planchada, cuyas mangas había remangado igual que Snape hacía con las suyas. A Snape no se le pasó por alto esta ocurrencia mientras le cogía las últimas páginas escritas con la promesa de echarles un vistazo.

Pensando que ya se había ido, Snape abrió la fiambrera de hoy; era de color berenjena, observó con una sonrisa. Estaba a punto de llevarse el primer bocado a la boca cuando levantó la vista y se encontró con que Neville seguía allí de pie.

"Qué aroma tan maravilloso sale de su fiambrera, señor... ¡guau! Podría saborear la comida con sólo olerla..." comentó, mientras sacaba una manzana del interior de un bolsillo y le daba un mordisco, echándose hacia atrás. Miró su escaso almuerzo y luego echó un vistazo al escritorio de Snape, donde había colocado los recipientes de su fiambrera.

"¿Le... gustaría acompañarme, señor Longbottom?". dijo Snape, aunque a regañadientes, al ver que su antiguo alumno estaba básicamente suplicando con los ojos una invitación. Neville no necesitó que se lo dijeran dos veces, pues acercó una silla y se sentó con una sonrisa radiante en la cara, sus ojos recorriendo el tentador plato. Snape se apresuró a guardar la nota que Hermione le había enviado aquel día y, casi vacilante, le acercó la mezcla de berenjena asada, tomate y pesto. "Tome, prueba un poco".

Totalmente sorprendido pero extasiado, Neville arrancó un poco del naan que lo acompañaba y lo mojó en la sabrosa pasta antes de darle un mordisco. Inmediatamente se le iluminaron los ojos. "¡Esto está buenísimo, señor!"

Snape masticó lentamente, asintiendo a sus palabras y luchando por mantener la sonrisa orgullosa fuera de su rostro. "¿Quién ha cocinado esto? Esto es absolutamente exquisito!" halagó Neville, pero luego casi se atragantó de repente. "¿Esto lo ha preparado su... esposa? Por favor, no se moleste en que me entrometa, señor, pero si tiene una esposa que cocina estas comidas, entonces debo decir que es usted un hombre afortunado..."

𝗨𝗻𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝗺𝗮́𝘀 | 𝗦𝗲𝘃𝗺𝗶𝗼𝗻𝗲Où les histoires vivent. Découvrez maintenant