UNA HISTORIA QUE ACLARA OTRA Capítulo quinto

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Pedro y Tomasa me estaban contando una historia que, en realidad, no me importaba mucho. La misión principal en este momento era comer. Con cada bocado de comida, revivía. Era un menú sencillo, hecho con unas manos prodigiosas que no tenían nada que envidiar al restaurant más lujoso: arroz, frijoles, un huevo frito sobre el arroz, y una carne estofada que tena sabor a gloria. Sentía como poco a poco iba recuperando mis fuerzas. No sé por qué venía a mi mente mi abuela materna, la única que conocí. Quizás fue el hecho de que ella sabía perfectamente con solo mirarme cuando yo tenía hambre lo que me hizo evocar esos momentos.

Mientras me devoraba todo aquello, las voces de Pedro y Tomasa eran como susurros. Pero según avanzaban los minutos, lo inentendible se hacía más claro...

-Ella sufrió mucho, aunque de cierta manera, se lo merecía...

-¡Y bien que se lo merecía! Y su peor castigo fue el maridito...

-Una mujer debe ser tolerante ante esas cosas, hombre es hombre...

-Pero con putas...eso es humillante...

Yo no tenía claro el porqué de esa conversación, hasta que recordé el inicio...Pedro dándome instrucciones...

*****

-¿En serio? ¿Pero cuánto me falta por llegar?

-Puedes ver Los Rosales y todo el pueblo desde aquí porque es el punto más alto.

-Si el camino me traía de subida, no lo noté...

-En realidad no se siente. El problema es la carretera. Es muy estrecha y mala. Uno se entretiene esquivando los agujeros en ella y se pierde el paisaje. Por eso fue que llegó acá. Más abajo hay otra entrada que lo lleva directo, desde la carretera, a Los Rosales. De acá arriba es un poco más lejos, pero se llega...

-¿Y ustedes conocen a la Familia Santana De Valencia?

-Pues claro joven...la pregunta casi ofende.

-Llámenme Julio, por favor...

Pedro cambió el semblante por completo. -Bueno pues...Julio...mis hijos...bueno, los que tengo vivos, trabajan allí. No sé si recuerdas que te mencione que dos de ellos murieron siendo muy chicos...- Mientras Pedro hablaba, un suspiro de dolor salía de la boca de Tomasa. -Los varones; Pedrito, Manuel y José Antonio en la tierra y Dominica en la casa grande. Es una de las sirvientas. Pero a ella le gusta más la cocina...

-Veo... ¿o sea que ustedes saben que en Los Rosales mataron a...?

No pude terminar la frase. Tomasa me interrumpió en la misma forma que Pedro lo hizo con ella.

-¡No hables de esas cosas que me da miedo...!

-Recuerda que yo soy policía...

Tomasa estaba demostrándome que, para toda pregunta, tenía una respuesta. -Precisamente por eso...es la primera vez que un policía pisa mi casa y encima come en ella...

-Bien...- En estos momentos necesitaba que Julio Montes, el investigador, invadiera mi cuerpo. Creo que ya era suficiente tanta verborrea que lo único que traía era perder el tiempo. Estaba casi seguro de que, ejerciendo la debida presión, lograría entender porque a Tomasa le daba tanto miedo el solo mencionar la palabra muerto. Si la cosa pintaba como venía madurándose desde hacía un buen rato, mi estadía en este lado perdido del universo estaba contado.... -quiero escuchar qué saben ustedes...

-Pero tienes que escuchar la historia desde el principio para que puedas entender por qué ocurrieron las cosas...

                                                                                     *****

La Maldición de Los SantanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora