Respirar no es estar vivo.

129 9 8
                                    

Narra Santiago*

Apenas llegue a Nueva York comenze a escribirle cartas a Lucia. Le escribía 2 cartas por semana. Obviamente a mis padres no les gustaba que yo hiciera eso. No me dejaban llamar al hogar. Lucia me respondía después de una semana cada carta. Al principio era muy detallada pero luego como que se estaba cansando de mi. Decidí no decir nada porque estaba seguro de que me quería.

Pero de pronto me dejó de enviar cartas. Pasaron 2 semanas y nada. Le pregunte a mi padre que si había entregado mi carta pero me dijo que si. Espere una semana más pero no soporte. Mi padre me insistió que ya no le escribiera. Pero seguía haciéndolo.

Le escribí 100 cartas. Todas me regresaron ni siquiera las leyeron. Mi padre al ver esto simplemente me dejó utilizar el teléfono de la nada. Llame al hogar. Siempre me contestaban los chicos y me insultaban. Nunca me contestó Lucia. Un día me contestó Belén, y me dijo que parara de buscarla, y que ya le había hecho suficiente daño.

Me dolió. No entendía en que le hice daño? Por que no me respondía? Ya no me quería?

Porque simplemente no me dijo que ya no me quería. Comenze a llorar todas las noches a escondidas, en silencio. Odiaba el amor, no comprendía porque me dejó. Un día mi padre me vio llorando y solo me dijo que los hombres no lloran. Así fue, no llore frente a nadie. No le conté los problemas a nadie pero eso me mato lentamente.

Me sentía axfisiado. En el primero año de secundaria me volví popular por mi físico y muchas chicas querían conmigo. Pero en sus ojos, estaba ella. Todo era ella. Trate de olvidarme de ella pero no pude. Su recuerdo me atormentaba todas las noches.

No podía llorar, no quería que me vieran débil. Si lloraba lo hacía a escondidas. Casi siempre aparentaba estar feliz. Tener una familia feliz y una vida feliz. Porque que más puede pedir un chico con padres de dinero que tiene a todas las chicas detrás? Solo pedía ver a Lucia. Hablar con ella. Estar sin ella me había hecho sentir insuficiente.

Me sentía como mierda. Sentía que era una basura. En mi despecho ilusionaba a las chicas intentando matar el amor que todavía sentía por Lucia. Me fue imposible, todo era ella. Me comenze a destruir a mi mismo. Me sentía como una bestia, un mounstro al que su chica lo dejó por ser una bestia.

La amaba, la extrañaba. Me perdí a mi mismo, intentaba ser feliz, una y otra vez pero no lo logré. Siempre terminaba haciéndome más daño. En mis 15 sentía que el mundo ya no tenía sentido. Antes odiaba la escuela y ahora era uno de los más inteligentes.

Nadie me conocía como Roña. Todos me llamaban Santiago. El chico popular bueno en todo. El mejor de los partidos. Me valía una mierda todo eso. No soportaba hacer lo que hacía. Odiaba en quien me había convertido.

Solamente era por presión. Mis padres querían que fuera Perfecto. Inteligente, guapo, popular, atlético, único y ejemplar. Tenía clases de natación, piano, literatura, geografía. Mil cosas al día que no me daban tiempo ni de respirar.

Mis padres casi nunca estaban conmigo. Se iban por 2 o 4 semanas y luego volvían esperando mi boleta de calificaciones. Esperaban que tuviera todo Perfecto. Si les daba algo mal aunque fuera una nota más de 90 si no era 100 me mataban.

Fue difícil vivir con ellos, me gritaban, me insultaban, me maltrataban. Me sentía cansado. No poder ser yo, no poder ser feliz. Acaso la vida tenía sentido de esa manera? No, no tenía sentido.

Por todo, yo me lastimaba. Me cortaba. Al principio fueron por impulsos y fueron cortes pequeños. Pero después arrancaba toda mi rabia y dolor en cortadas mas grandes. Lo hacía cada que quería terminar o sentía que ya no podía. Sin darme cuenta de volvió una adiccion.

Ese día, estaba mal, no podía llorar. Me dolía el pecho, me sentía aturdido. Subí hasta el tercer piso de mi casa. Me senté en el pequeño atajo de cemento que protegía de no caerse. Estaba apunto de hacerlo. Me sentía mareado. Era un impulso. Tenía miedo. Mucho miedo. Estaba en un precipicio de lanzarme o retroceder.

Pero el pensamiento más poderoso es. Que sentido tiene seguir acá? Porque ocultar dolor con una sonrisa si solo podía terminarlo de una vez por todas. Creo que me hizo un mal corte, salía más sangre de la normal. No me dolía, esas eran mis lágrimas.

Estaba a punto de hacerlo. A punto de matarme cuando mi padre me agarro de atras.

Alejandro- Santiago que ibas a hacer?Hijo reacciona, dale mi niño.

Me sentía muy mareado. Tenía sangre resbalando por mi brazo. Todo era borroso. La voz de mi padre, apenas la podía escuchar. Me sentía débil. Me desmayé.

Luego me desperté en el hospital en una camilla en la que a los dos lados estaban mis padres. Mi madre lloraba sosteniendo mi mano. Y mi padre estaba  escondiendo su cara con los puños cerrados.

Mi que tenía conectado un montón de aparatos. Pero lo peor es que todas mis heridas, mis cortes y cicatrices eran notables. Tuve pánico, mucho pánico, no sabía que hacer. No sabía que decir. Comenze a temblar, tuve unas ganas tremendas de cortarme. Quería lo necesitaba.

Victoria- Mi niño, Santiago. Porque? Mi amor, porque te hiciste todo esto?

Creían que seguía dormido. Me dolía que mi madre se lamentara. Aunque ellos me hayan hecho mucho daño los seguía queriendo porque eran mis padres. Tuve pena, rabia, dolor contra mi mismo.

Alejandro- Si tan solo te hubiéramos preguntado algo. Si tan solo hubiéramos visto tus ojos llenos de dolor.

- Perdon, Perdon, Perdon, no soy nada, no puedo hacer nada, no sirvo para nada. Perdón por ser así. De verdad perdón por no ser fuerte.

Alejandro- No mi amor no digas eso.

- Debería estar muerto, no soy nada, solo quiero morir. Papá quiero estar muerto. Lo siento, por todo lo siento.

Después de eso estuve internado por días. En el colegio dijeron que había regresado a argentina por dos mese su luego volvería. Fue un infierno, pero cada vez me calmaba mas.  Mis padres me llevaron a un psicólogo. Tuve terapia por semanas. Luego regrese a la escuela, mejor. Mi sonrisa era mas natural, más libre. Pero seguía mal por dentro.

Yo deje de lastimarme. Ellos dejaron de abandonarme y presionarme. A pesar de todo no deje de ser Perfecto pero me salí de la mayoría de mis clases después de la secundaria. Así pasaron 8 meses y estaba apunto de cumplir 16.

Mi relación con mis padres mejoró. Yo mejore. Pero el recuerdo de ella seguía allí. El sentimiento de amarla pero no poder tenerla me atormentaba. Me perdone, perdone a mi padre, perdone a mi madre. Ellos me perdonaron. La vida seguía y yo me había detenido pero ahora estaba tratando de recuperarla.

Ya cumplí 16, salí con amigos. Nada de chicas. Era verano, apunto de empezar el colegio. Yo era bastante inteligente, apreciado, respetado, y alabado por maestros, compañeros y chicas. Pero nadie sabía lo que yo sufrí, y lo que todavía en las noches me destrozaba. Aprendí a vivir con el dolor que después de todo, me acostumbre.

-Mi brillo en tu mirada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora